viernes, 12 de octubre de 2012

Entresemana. Perder el poder y el respeto…Moisés Sánchez Limón

¿Quién hace caso y respeta las recomendaciones de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador? Conste que aludo a las recomendaciones, porque las órdenes aún las acatan quienes cobran como sus empleados.
Pero los coordinadores parlamentarios del PAN, PRD, PT y MC lo mismo en el Congreso de la Unión que en los congresos estatales, igual que los dirigentes nacionales de estos partidos e integrantes de los altos mandos en los gobiernos estatales (perredistas y panistas) y en el federal, es decir, en el gabinete, como que hacen mutis y asumen la máxima de “muerto el rey, viva el rey”.
En el caso de Andrés Manuel, la estrella se le apagó y el bastón de mando se atrofió el mismo domingo en que, en pleno Zócalo de la Ciudad de México, anunció que abandonaba la causa del Movimiento Progresista y se lanzaba en pos de la construcción de un partido a su estilo, forma y pensamiento, es decir, el traje perfecto para seguir cobrando por echar rollo y engatusar a quienes le creen.
A Felipe Calderón, sin embargo, el poder se le comenzó a diluir en las manos cuando blofeó con aquello de la democracia albiazul y, una vez asumido el control del PAN, contendió en contra de Josefina Vázquez Mota y, en el Congreso de la Unión, senadores y diputados hicieron como que defendían sus iniciativas y, para no despertar sospechas, hasta a él como su jefe y guía.
¿En el gabinete? Bueno, ha sido evidente que los secretarios han jugado con sus propias cartas y apostado a su futuro, convirtiéndose en miembros de las singulares tribus panistas que se pelearon por el poder partidista y, en paralelo, por la candidatura presidencial.
Gustavo Enrique Madero puede presumir que preside a un partido al que le urge una cirugía mayor y el cambio del disco duro, so riesgo de perder hasta el modo de andar en las elecciones del año entrante. Para qué esperar a las intermedias de 2015.
Bueno, el caso es que Felipe Calderón tal vez, sólo tal vez, aún mantiene el mando en su casa porque hasta las fuerzas armadas han caído en el uso de facultades propias y jalan por su lado; lo ocurrido con el ofensivo caso de El Lazca, evidencia que no existe la famosa coordinación de las secretarías de Marina Armada de México y de la Defensa Nacional con las policías estatales y municipales, menos con la Secretaría de Seguridad Pública federal.
No, Calderón no puede presumir, como ha ocurrido con otros presidentes en vías de entregar el poder, de que mantiene el poder hasta el último minuto de su sexenio. Usted dirá que lo mismo habría ocurrido con Vicente Fox, sobre todo porque precisamente Felipe Calderón, al frente de un grupo de notables albiazules rompió la regla de oro y se rebeló contra el fiel de la balanza, se fue por la libre y obtuvo la candidatura del PAN a la Presidencia de la República.
En realidad Vicente Fox tuvo el control del partido y lo compartió hábilmente con el grupo calderonista. Lo demás es historia y anecdotario, porque Vicente y doña Martha simplemente se aseguraron de tener un retiro sin sobresaltos y, en eso, demostraron don de la ubicuidad política, cuestión que Felipe y Margarita no pueden presumir, porque de pronto a Calderón se le aparecerán los fantasmas y la rendición de cuentas.
Con Vicente Fox la investidura presidencial fue en declive, se desgastó y perdió respetabilidad; hasta en el extranjero se pitorrearon del “presidentemexicanoconbotas”.A Felipe le perdió el respeto la inmensa mayoría de los mexicanos que, en las urnas y en la persona de Josefina Vázquez Mota, le cobró la factura.
Hoy, Felipe admite, incluso, que ya no tiene influencia política en su partido y cede los bártulos a Gustavo Enrique Madero. ¡Vaya forma de perder el respeto de los suyos!
Por esas vías corre el futuro mediato de Andrés Manuel López Obrador. Ahora sí, sin el poder, en el PRD y en el PT le pueden reprochar sus desplantes y sueños de opio, la soberbia y desprecio con el que se manejó como caudillo de la izquierda mexicana, a regañadientes de los verdaderos izquierdistas que no son, ni por asomo, personajes como Ricardo Monreal.
La gota que ha derramado el vaso que contenía las inconformidades de quienes debieron soportar a López Obrador, la depositó Dante Delgado, dirigente real del Partido Movimiento Ciudadano. Y es que Monreal se había apresurado a ofrecer el registro de este instituto político para aportarlo al Partido de Regeneración Nacional, pero Dante lo desmintió y recordó un punto sustancial de cualquier partido político: busca consolidarse en todo el país.
¿Así, o más claro, Ricardo? Quién le perderá el respeto, mañana, a Andrés Manuel. Digo.