En el territorio de Abjasia, en Georgia, podemos encontrar el paraíso de todo espeleólogo, conocida como Caverna Krubera o Voronya (palabra rusa para “cuervo”) es la caverna natural más profunda conocida en la Tierra.
Este peculiar fenómeno
geológico está situado al norte de Abjasia, en el Macizo de Arabika, uno de los
macizos de piedra caliza cárstica más grandes en la región del Cáucaso
occidental, que alberga cientos de cuevas, que comenzaron su formación y
desarrollo hace por lo menos 5 millones de años.
Pese a que el registro de su
descubrimiento data del año 1960, el mundo tuvo que esperar 41 años, hasta el
2001, para que una expedición de la Asociación Ucraniana de Espeleología
alcanzara una profundidad de 1,709 metros, superando la marca anterior de
Lamprechtsofen, en los Alpes austriacos, por más de un cuarto de kilómetro. La
historia volvió a ser contada una vez más en 2004, cuando finalmente llegaron o
lo que se cree (no hay certeza aun) es la base de la caverna a 2,197 metros de
profundidad.
Krubera, en realidad, es un
sistema interconectado de cavernas de 16,059 metros, la mayoría de las cuales
consisten de profundos pozos verticales, interconectados a un tramo principal.
La caverna inicia en lo alto de las montañas, de una altitud de 2,256 metros,
con una entrada muy estrecha. Los primeros exploradores muchas veces se vieron
en la necesidad de cavar para ensanchar pasajes muy estrechos que les permitieran
un avance seguro. En otros lugares, la brecha es tan ancha como un túnel del
metro.
Sólo para tener una idea,
cinco de las cavernas de este complejo sistema tienen más de 1,000 metros de
profundidad; la mayor de éstas es la única caverna en la Tierra con una
profundidad superior a los 2,000 metros.
A unos 200 metros desde la
cima, la caverna se divide en dos ramas principales: el Non-Kuybyshevskaya, que
ya ha sido explorado hasta los 1,293 metros de profundidad en 2008 y el
principal que tiene los referidos 2,197 metros de profundidad. Este ducto
principal se subdivide aún más en numerosos ramos con profundidades de hasta
1,300 metros.
Cuando los espeleólogos
comenzaron la exploración de las cavernas, uno de sus mayores retos fueron los
túneles inundados llamados “reservorios”. Cuando se encuentran con este tipo de
estructura, los espeleólogos tienen que colocarse su ropa de buceo y seguir
adelante, o más bien, hacia abajo. Uno de los reservorios, el más profundo,
tiene casi 70 metros de profundidad.
La gruta se ha convertido en
un destino muy popular para las expediciones provenientes de diversas partes
del mundo.