Juan Francisco Gracía |
Si bien es cierto que son
los partidos políticos los que proponen a sus candidatos, los respaldan y llevan al poder, cuando éstos asumen su
cargo, su responsabilidad debe de ser más con el pueblo que con sus respectivos
institutos políticos porque los ingresos para sostener ese lujoso tren de vida
que tienen (dietas, sueldo, salario o como quieran llamarle) provienen de los impuestos de todos nosotros que
conformamos la población.
Si esto es aplicable en
todos los puestos de elección popular, en el caso de los diputados y senadores
es doblemente aplicable porque son “representantes populares”, es decir,
representantes de todos nosotros no solamente de quienes militan o simpatizan
con sus partidos políticos y en consecuencia, debieran de votar en función de
los intereses del pueblo no bajo la “línea” que les marcan sus dirigentes.
Desafortunadamente esto no
es entendido aún y menos comprendido por los legisladores de todos los partidos
políticos, más por conveniencia que por ignorancia, al existir las bancadas o
fracciones parlamentarias cuyos coordinadores cual pastores guían al rebaño en
función de los intereses de los dirigentes de los institutos políticos, en
lugar de votar libremente de acuerdo a lo que le conviene al pueblo.
Este vicio de nuestra
degrada política y quehacer legislativo que los partidos de oposición siempre
le criticaron y le siguen criticando al Partido Revolucionario Institucional lo
repitió de manera descarada el Partido de la Revolución Democrática en el Senado
de la República en el caso de las leyes secundarias de telecomunicaciones, al
votar en bloque en contra porque así fue la orden del dirigente nacional de su
partido, Jesús Zambrano.
Obviamente los senadores –lo
mismo los priistas que votaron en bloque a favor a recibir esa directriz así
como la “chiquillada” que hace lo que quieren los dueños de sus partidos- votan
en función de lo que les ordenan sus dirigentes porque les interesa quedar bien
con ellos para seguir escalando posiciones que reflexionar sobre lo que le
conviene o no le conviene al pueblo, para votar a favor o en contra,
respectivamente.
Ante esto, como mexicanos
debemos de exigir que desaparezcan la figura del diputado y senador
plurinominal porque esas “vacas sagradas” de la política nacional nunca les ha
interesado el pueblo sino la defensa de los intereses de grupo y de partido.
Asimismo, esperemos que con la llegada de las candidaturas independientes o
ciudadanas, arriben a los recintos legislativos hombres y mujeres de pensamiento
libre y con amor a su pueblo para que legislen en beneficio de la colectividad.