ROGELIO FAZ |
Rogelio Faz/Cartas desde Chicago. El 4 julio de 1776 se aprobó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Pero no fue hasta 1783 con el Tratado de París que la Gran Bretaña reconocía la independencia de sus colonias al norte del Continente Americano. Así las 13 colonias pasaban a ser Estados libres, independientes y unidos, y los primeros en el mundo en aplicar los nuevos principios de libertad e igualdad. Con sus salvedades.
El nuevo gobierno democrático se basaba en las ideas surgidas en Europa a principio del siglo XVIII, que condujeron a la Revolución francesa (1789-1799), aplicando el liberalismo moderno de John Locke y el racionalismo de René Descartes con su revolución científica, que es donde se apoyaron los fundamentos filosóficos de la Revolución. Ideas que después serian concebidas en la Ilustración y el Razonamiento, promovidas entre muchos otros por Francois Marie Arouet (Voltaire) con su moral y política, el nacionalismo de Rousseau, la división de poderes de Montesquieu, el radicalismo jacobino de Robespierre.
Quitándole al antiguo régimen: monarquía, aristocracia y religión, el control absolutista, sin embrago la religión seria de utilidad y sigue siendo un catalizador para las penurias populares, otra especie de unidad nacional donde los comunes depositan su fe y esperanza para que los gobiernos sean iluminados por la providencia y cuiden de su destino.
En EU una de las ideas republicanas tomadas de Europa fue de Thomas Paine de origen inglés con su ‘common sense’. Que era aplicar el conocimiento científico y la experiencia del ser humano usando el sentido común, claro, con su cuota de religiosidad útil al estilo sermón. Paine era deísta al igual que Voltaire; es decir, creer en Dios como el Creador, pero al ser humano responsable de forjar su propio destino, a diferencia como sucede en la mayoría de las religiones devotas a un Dios omnipotente al que se le adjudica todo lo que sucede en el universo, y en la política.
Con el nuevo gobierno norteamericano surgía el nombre que conjugaba todos estos conceptos, que era un nuevo status político el de ‘estados unidos’, unidad bajo los preceptos democráticos con elecciones populares, con la bendición de Dios para inclusión espiritual.
Con el nombre de Estados Unidos de América por razones prácticas es llamado por los mismos estadounidenses simplemente América. México como otros países trató de imitar su suerte y su Constitución, anteponiendo lo de ‘estados unidos’ como adjetivo, con ideologías que no estaban sustentadas bajo las mismas condiciones.
Para entender a un país como EU bajo preceptos republicanos de libertad e igualdad y fe, donde un sector de la sociedad no se tienta el corazón ante los más desamparados como es el caso de los niños migrantes retenidos en la frontera o para conciliar una reforma migratoria. Al parecer primero debemos de entender que la idea del razonamiento ilustrado en un gobierno democrático, en la práctica tiene más de científico que religioso, como si su origen fuera deísta, donde la suerte no depende de la providencia sino del mismo ser humano.
¿Será por eso que ni con tanta rezadera en el Capitolio por parte de los activistas pro migrantes se conmueven los políticos? ¿Que la fe religiosa en realidad es el catalizador del pueblo que solo le sirve para distracción en las desesperanzas aferradas a una salvación política? ¿Será el mismo “common sense” al que aludió el presidente Barack Obama en su discurso el pasado 4 de julio en la Casa Blanca, al referirse a la reforma de inmigración, cuando se tomó juramento de ciudadanía a inmigrantes militares que entraron al país como “ilegales”?
Las imposiciones tributarias de la Corona Británica a sus colonias de América como las del té, fueron el detonador que precipito la historia. Y la oportunidad para Thomas Jefferson, Benjamín Franklin y John Adams entre otros de implementar los nuevos principios democráticos cargados de religiosidad. Con una salvedad, la libertad e igualdad no incluía a los esclavos negros hasta que llego Abraham Lincoln. Por supuesto estaban lejos de imaginase los problemas de inmigración como los de hoy día, pero de seguro seria otra salvedad.