Aquello de contar con un Consejo General cien por ciento prístino y ciudadanizado en el Instituto Federal Electoral se quedó en enunciado. No es posible integrar un cuerpo colegiado con integrantes expertos y apartidistas, o que por lo menos no simpaticen públicamente con partido alguno. Imposible encontrar hermanas de la caridad en el IFE.
Indudable, cada partido aspira a contar con una especie de resorte político que, en el seno del Consejo General evite perjuicios a sus intereses y vigile que los procedimientos sean apegados al espíritu de la ley, por lo menos.
Por ello, cuando un aspirante a consejero electoral se presenta ante los diputados federales, que en carácter de sinodales le inquieren respecto de sus experiencias y filias políticas, niega su paso por un partido, como fue el caso del priista Jorge Moreno Collado, entonces juega al vivo y pretende sorprender al electorado, más que a los legisladores.
No es secreto ni pecado capital que un consejero electoral tenga antecedentes de militancia partidista, lo deplorable es que en funciones siga la línea del partido al que le deba el cargo y olvide la enorme responsabilidad que tiene un organismo que arbitra elecciones, vaya, el ejercicio de la democracia.
Éticamente es obligación juramentada de los consejeros electorales dejar a un lado simpatías partidistas. Acaso por ello, porque les han ganado filias y fobias partidistas, es que los dictámenes del Consejo General del IFE suelen ser enmendados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, donde por cierto tampoco campea la pureza jurídica.
En fin. La referencia viene al caso por lo que ha ocurrido en la Cámara de Diputados, donde la dimisión del noveno consejero electoral, Sergio García Ramírez, metió en un brete de facturas y cuotas a las tres principales fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.
El coordinador de la diputación federal priista, Manlio Fabio Beltrones, insistió en elegir al sucesor de García Ramírez, sus contrapartes del PRD y del PAN, Silvano Aureoles Conejo y Luis Alberto Villarreal García, rechazaron esa posibilidad y se instalaron en la postura de procesar la elección con la de cuatro consejeros más, incluido el consejero presidente, hasta octubre próximo.
Cada quien sus intereses. Pero, ¿podrían ser un poco aseados y guardar las formas? Es la rebatinga por las cuotas, los resortes de cada partido en el Consejo General. Y en el IFE hay una especie de hermandad o círculo de notables que decide cómo y a quién se debe dar el apoyo en la Cámara de Diputados para lograr el espacio. Filias y fobias, intrigas palaciegas de personajes como Felipe Solís Acero y hasta el doctor y diputado Manuel Añorve Baños, que al igual que sus símiles en el PRD y el PAN, inclinan la balanza a favor o en contra de alguien de su circuito, alguien que no les haga ruido ni riña en términos de influencia con la cúpula de las grandes ligas.
No es atribuible a Manlio Fabio Beltrones que en la lista final haya nombres de personajes estrechamente vinculados al circuito electoral de notables del IFE. Este jueves aún se preguntaba en corrillos legislativos qué ocurrió con José Elías Romero Apis, por ejemplo, que no quedó en esa lista de finalistas.
Hay que seguir de cerca las huellas dejadas por el diputado federal campechano Alejandro Moreno Cárdenas, quien como presidente de la Comisión de Gobernación de la Cámara baja, fue pillado por la diputada perredista Lizbeth Rosas, cuando pretendió turnar directamente a la Junta de Coordinación Política la lista de los cinco finalistas, sin haberla sometido a votación de los integrantes de la comisión aludida.
¿Quiénes son Santiago Nieto Castillo, Antonio Horacio Gamboa Chabbán, José Florencio Fernández Santillán, Enrique Andrade González y Arturo Bolio Cerdán? Bueno, uno de ellos tuvo la bendición de los notables que en el IFE operan desde hace rato con las siglas del PRI, aunque no es garantía de obtener mayoría calificada para relevar a García Ramírez. Pero si gana, será consejero electoral por consigna. Por algo se oponen el PAN, el PT y buena parte del PRD. Conste.