Moisés Sánchez Limón |
¿Quiere el Partido Acción Nacional fijar la agenda legislativa? En el objetivo de recuperar espacios de poder e influencia, a poco de haber firmado el Pacto por México ha insistido en la alianza con el PRD en el Congreso de la Unión para presionar al PRI e imponer línea en las principales reformas que han sido discutidas y aprobadas. Quiere ser gobierno; tiene ganas de serlo.
Sí, de pronto funcionó esa alianza en la que los senadores Ernesto Cordero y Luis Miguel Barbosa se alzaron asociados en objetivos e incluso desplantes que dejaron mal parado a su contraparte del PRI, Emilio Gamboa. Pero esta semana que concluye fue definitiva en el hartazgo perredista del protagonismo de Gustavo Enrique Madero y sus huestes.
Abierto, público, sin dobleces o medias tintas fue el pronunciamiento de Silvano Aureoles Conejo, coordinador de los diputados federales del Partido de la Revolución Democrática, contra lo que llamó “el juego de Gustavo Madero”; harto de ser acompañante de las veleidades del dirigente nacional del PAN, respecto del Pacto por México y sus posturas frente a problemas coyunturales a los que otorga importancia nacional, Silvano se deslindó de Madero y del albiazul.
¿Representa Madero al auténtico panismo nacional y es factor de unidad? Hay evidencia de que se mantiene en el cargo porque para éste fue elegido, pero la declaración de ex gobernadores del PAN en el sentido de rescatar al partido y darle cohesión y fortaleza, algo así como una refundación, muestra el nivel de preocupación que existe por el debilitamiento de Acción Nacional que puede derivar en desmantelamiento.
Y sería una lástima que éste instituto político perdiera presencia e influencia como partido de la derecha opositora que se engolosinó tanto con el poder que acabó por no ejercerlo y lo perdió en menos de la vigésima parte del tiempo que le costó asumirlo.
Así, insaculado por las improntas de sus tribus, el Partido Acción Nacional anda en busca de identidad y cohesión con la idea de influir en las decisiones del gobierno de Enrique Peña Nieto. Quiere ser lo que no pudo ser en doce años: gobierno.
En privado, todas las cabezas visibles de estas tribus albiazules admiten los yerros que llevaron al fracaso panista como gobierno y hasta responsabilizan a Felipe Calderón, como si no fuera obvio, de haber dilapidado el bono democrático.
¡Ah!, públicamente defienden la causa y hasta pretenden asumir lo que fue el PRI desde la oposición, cuando perdió la Presidencia de la República en el año 2000. Son, empero, un remedo de oposición que ya hartó a la izquierda que ahora la acusa de echarse a los brazos del PRI.
En este tenor, la agenda legislativa de este periodo ordinario de sesiones –el segundo del primer año de la LXII Legislatura federal—que está por concluir el martes de la semana entrante, ha ofrecido frutos importantes, relevantes como las reformas laboral y educativa, piezas de consenso legislativo que bien pueden presumirse de lo que la voluntad política puede lograr entre partidos y legisladores de diferente ideología.
Pero muy temprano el dirigente panista, Gustavo Enrique Madero, sucumbió a las presiones de la corriente calderonista que lo acusó de haberse entregado a la causa del presidente Peña Nieto.
Por ello, Madero tiró línea y pretendió, al cuarto para las doce, influir en los temas pendientes de la agenda en el Congreso de la Unión, de forma tal que dictámenes de las reformas de la Ley del IMSS y la Ley Minera no prosperaran. Sin embargo, los diputados albiazules fracasaron incluso en el intento de reventar una sesión que el presidente camaral, Francisco Arroyo Vieyra, levantó formalmente para evitar el albazo.
¿Quiere el PAN cogobernar al país como en su momento lo hizo el PRI con Vicente Fox y Felipe Calderón? Difícil lograr esa meta mientras sus tribus se mantengan dispersas.
“En Cámara de Diputados, en esta Legislatura –y se ha comprobado—legislamos no a contentillo de algunos grupos que representan ciertos intereses, sino cuidamos el interés general de la Nación”, declaró Manlio Fabio Beltrones en torno de la postura del PAN de, incluso, levantarse de la mesa del Pacto por México porque presumen que en Veracruz les harán chapuza electoral.
¿Quiere el PAN ser el gobierno que no fue? Lástima, su historia no merece un presente opositor remedo de lo que fue durante más de seis décadas. Conste.