El jueves 18 de julio de 1991, un séxtuple homicidio ocurrido en las calles de
Trípoli, en la colonia Portales, estremeció a los capitalinos. El pueblo lo
llamó “Un Crimen sin culpables”. Los tres presuntos, detenidos, consignados y
procesados, fueron absueltos y puestos en libertad año y medio después.
Quedó al descubierto
entonces la “fabrica” de culpables que era (¿o sigue siendo? la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal.
MIGUEL MONTES GARCIA
acababa de ser nombrado procurador y había que demostrar su capacidad, su
eficiencia. El caso tenía que ser resuelto a la brevedad.
Y de ello se encargarían
los lisonjeros que rondaban al nuevo funcionario.
RENE GONZALEZ DE LA VEGA,
subprocurador; ROBERTO VALERO CHAVEZ, fiscal Central de Homicidios y GUSTAVO
SALAS CHAVEZ, delegado en Alvaro Obregón, mediante una investigación fast
track, “resolvieron” el caso.
En menos de tres meses, el
10 de octubre, Montes García, titular de la procuraduría, presentó a HECTOR
RIVADENEIRA ORTIZ, JUVENCIO GARDUZA RUEDA y a RAUL ALFONSO RIOS GARZA, como
autores del multihomicidio, los tres confesos, según los sagaces
investigadores.
El primero, era, al mismo
tiempo, hijo y padre de tres de las víctimas; el segundo, novio de una amiga de
otra de las jovencitas asesinadas, dueño de intachable currículum como jefe de
seguridad en PEMEX y el tercero, un odontólogo, con mención honorífica al graduarse,
famoso por su altruismo y novio de una de las víctimas. Ninguno se conocía
entre sí.
Podríamos citar las
torturas a las que fueron sometidos los tres, pero no centraremos en JUVENCIO,
quien, acompañado de su novia, MONICA MALDONADO, se presentó voluntariamente a
declarar, pero fue detenido e interrogado “científicamente”.
Ya sabe usted, golpes, en
la cabeza, en las orejas, bolsas de agua con chile piquín, toques eléctricos en
los testículos, inmersiones de la cabeza en el WC, amenazas de violar a su
novia o a la esposa a las que llevaron a un cuarto contiguo y las hacían
gritar.
El trato fue similar para
los tres detenidos, hasta que los “convencieron” que era mejor que se
declararan culpables, si no querían que hasta sus familiares también serían
consignados.
Para redondear la
“brillante” investigación, sacaron a JUVENCIO, todo golpeado, por los sótanos.
Lo llevaron a una maquinita de fotos instantáneas y le tomaron algunas.
Regresaron con el dibujante “experto” en retratos hablados.
Este elaboró el retrato,
gracias a la foto, aunque las autoridades dijeron que fue por “declaraciones”
de testigos y luego de más de una semana de tenerlo en su poder, dijeron que
tras seguirle la pista durante muchos días, lograron atrapar a uno de los
chacales.
Las necropsias fueron “a
modo”, coordinadas por el director del Servicio Médico Forense, FERNANDO GARCIA
ROJAS, despedido en 1995 por múltiples anomalías encontradas en el SEMEFO, como
tráfico de órganos, entre otras.
Se ignoró también que una
de las víctimas, ingeniero químico, fue requerido en 1989 por las autoridades
para declarar sobre un cargamento de droga en Veracruz y que su hija, otra de
las jóvenes asesinadas, mantenía relaciones con un estudiante de la UNAM,
apodado “El Diablo”, señalado como
vendedor de droga en las llamadas “Islas” de la máxima casa de estudios.
Obviamente, la burda
investigación se cayó en los tribunales y en diciembre de 1992, los tres fueron
absueltos y dejados en libertad.
Se conocieron las
injusticias y se inició la averiguación previa SC/764/92-01, por tortura,
extorsión, privación ilegal de la libertad, robo, porque al catear las casas de
los presuntos se llevaron todo, y perjurio.
DAVID DELGADO PEDROZA,
fiscal del Sector Central de la Mesa de Delitos Cometidos por Servidores
Públicos, aseguró entonces: “No todo es corrupción en esta institución (PGJDF),
la ley será justa y ciega contra quienes transgredieron la ley y favorecerá a
tres inocentes”.
Al paso del tiempo se
comprobaría, efectivamente, que la ley es ciega, pero no justa, RENE GONZALEZ,
quien acostumbraba decidir con un “volado” quien sería o no consignado, ocupó
otros cargos y hasta fue “merecedor” de preseas y reconocimientos y por lo que
respecta GUSTAVO SALAS también fue arropado en otros puestos y ahora, es, nada
más ni nada menos, que subprocurador en la PGR, responsable de perseguir y
acabar con el narcotráfico, es decir el fiscal antidrogas mexicano.
Sólo que de aplicar sus
mismas “técnicas” de investigación con los narcos, los resultados no serían los
mismos para SALAS CHAVEZ, pues ahora no se trata de perjudicar a gente honesta
que, al fin ajena al delito, no sabe cómo defenderse, sino de sanguinarios y
peligrosos capos que cobran ojo por ojo y diente por diente.
Para RODOLFO FERNANDO RIOS
GARZA, hermano menor del odontólogo, RAUL ALFONSO, fue determinante lo
ocurrido. Lo marcó de tal manera, que al paso de los años llegaría al mismo
cargo de donde habían salido las órdenes para encerrar a su hermano.
Y ahora, 24 años después,
en el mismo mes de julio, otro asesinato múltiple lo involucra, pero ya no como
directamente afectado, sino como funcionario.
Se trata del quíntuple
homicidio en la colonia Narvarte, al que a toda costa han querido desvincular
del narcotráfico.
El mismo RIOS GARZA, ha
reiterado que el móvil podría ser el robo, habla de narcomenudeo, pero no
acepta el narcotráfico, como si vender droga al menudeo no fuera tipificado
como delitos contra la salud.
Y una y otra vez, como el
jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera Espinoza, niega
la existencia de cárteles de la droga en la capital del país, pese a que en su
misma administración han ocurrido ejecuciones y casos evidentemente ligados a
la delincuencia organizada, principalmente con Mancera, en su calidad de
procurador capitalino.
En el multihomicidio de la
Portales se descartó la línea de investigación de narcotráfico, a pesar de las
vinculaciones de dos de las víctimas, una con un tractocamión cargado de droga
y la otra con un narcomenudista en la UNAM, mientras que en el Caso Narvarte,
en el bolso de una de las víctimas se encontraron 300 gramos de cocaína en
dosis individuales, las llamadas ‘grapas’ y no aparece un portafolios que
contenía droga o dinero, producto de las drogas.
Ambas tragedias comparten
similitudes, desde la forma en que fueron privadas de la vida las víctimas, la
presencia de droga y hasta la presunta tortura a los detenidos para arrancarles
confesiones.
¿Quedarían en el olvido
los ideales que llevaron al licenciado RIOS GARZA a ser procurador?
¿Triunfaría la obligada
“disciplina” del subalterno al jefe y se repetirá otro “Crimen sin culpables”.