Seguramente
el alcalde electo de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, no duerme sólo en
pensar que el electorado del municipio
le entrego el número premiado de la rifa
del “tigre” del domingo 7 de julio
pasado, premio que buscó con ahínco, con tesón, contra viento y marea, contra
la arrogancia de un gobernador hoy defenestrado que buscaba a toda costa
heredar la “joya de la corona” a su hijo,
como premio mayor de la impunidad, la violencia política y la corrupción.
Una
voluntad pocas veces vista, no la voluntad
apuntalada en el oportunismo tan común en la mayoría de los políticos locales,
particularmente en los tres anteriores alcaldes de extracción perredista: Félix
Salgado Macedonio, Zeferino Torreblanca Galindo y Alberto López Rosas, que de
la izquierda hegemónica, hablando en términos gramscianos no aportaron
absolutamente nada, más que la de abrir calles, zurcir banquetas y darnos agua
a cuenta gotas, sin hablar de las materias que los tres nos quedaron a deber: honestidad, transparencia y seguridad. La primera, dejaron o permitieron
que sus funcionarios se llenaran bolsas, lo segundo, si hicieron de la vista gorda,
corrupción, impunidad y violencia, o verdaderamente no pudieron, o ni siquiera intentaron bajar
un poco los índices de atropello contra
la ciudadanía
Los tres anteriores no se comparan con el cuarto alcalde de
Acapulco, de los tres primeros lustros de este
siglo. En Manuel Añorve Baños se
conjugaron excesos no vistos en los alcaldes anteriores, ahí donde la
opinión pública emite su juicio, ahí donde “Fuenteovejuna” descarga su total decepción y desengaño, que bien sabe
cómo cobrarse. Pero en un sistema
política como el que padecemos “la filiación, el compadrazgo y el
amiguismo, es mucho más valioso que todo lo escrito en los códigos de derecho,
o en pocas palabras, en la propia Constitución Política de la República, así la
Secretaría de la Función Pública, SFP, es un claro ejemplo de ello, de su
inoperancia, o ¿cómo juzgar al patrón? O no?
Evodio recibirá el H.
Ayuntamiento de Acapulco, de manos del alcalde interino Luis Uruñuela Fey,
quien ha cumplido de forma cabal el breve lapso en el que estuvo al frente de
una administración iniciada por Luis Walton Aburto, quien desde su campaña
política igualmente se la jugó contra
corriente, cuyo adversario no fue el “fiel acapulqueño” sino el propio alcalde
saliente. De quien también desde su candidatura a la gubernatura del estado,
hizo uso gala de su perversidad
patológica, de quien el propio candidato
priísta a la gubernatura, Ángel Aguirre Rivero, en su
momento ante su incapacidad de debatir simplemente expreso “¡Manuel, no
has aprendido nada!”.
Evodio recibirá no
una “Caja de Pandora”, recibirá mucho más que eso, recibirá un Ayuntamiento acotado, como lo están el resto
de los 80 Ayuntamientos de Guerrero, como lo está Guerrero, por sus propias y graves capitulaciones ante
la impunidad y la corrupción anidada mucho más allá de los buenos intereses que
en Acapulco, quiso imponer como ética de su administración, porque en Acapulco
existe un gobierno de facto, un gobierno que manda en las calles, en las
banquetas, en los mercados, bares y antros,
que ha impuesto su ley de facto, y su “orden y paz”, y donde la Ley
Orgánica del Municipio Libre, es desgraciadamente letra muerta. Esto es lo que
va a recibir Evodio Velázquez Aguirre, ya acotado por la sombra desde donde esté de Ángel Aguirre Rivero. Mucho es
lo que Evodio tiene que rescatar.
Email:gernestorivera@gmail.com