La timidez de los árboles
es un fenómeno natural observado en algunas especies, donde las copas no se
tocan entre sí, formando un dosel con huecos similares a canales fluviales.
Unas separaciones llamadas "ranuras de la timidez", que suelen medir
entre 10 y 50 cm.
La timidez de los arboles
es un curioso fenómeno biológico alelopático muy poco conocido, más frecuente
entre árboles de la misma especie.
No se sabe la causa exacta
que produce la timidez del dosel arbóreo. El fenómeno se ha discutido en la
literatura científica desde los años 20, pero no fue hasta finales de la década
de 1950 cuando se le dio nombre.
La palabra proviene del
inglés 'crown shyness', termino creado por el biólogo australiano Maxwell Ralph
Jacobs que fue el que comenzó el estudio de este fenómeno. Jacobs estudió los
patrones de la timidez en el eucalipto (Growth habits of the eucalypts) y llegó
a la conclusión de que los brotes eran sensibles a la fricción de las ramas
mecidas por el viento, lo que provocaba claros en el dosel.
Timidez
en los arboles de alcanfor.
Estudios posteriores con
el árbol de alcanfor Dryobalanops sumatrensis, no encontraron evidencias de
fricción al contacto entre las ramas. Sin embargo si observaron que los brotes
eran sensibles a los niveles de luz y dejaban de crecer cuando se acercaban a
ramas cercanas.
Muchas especies no son
tímidas: las copas se tocan y entrelazan sus ramas, pero es raro que dos
canopeos se entremezclen por completo. En Europa, robles y pinos son buenos
ejemplos de árboles tímidos, incapaces de tocar a sus vecinos más cercanos.
Otra explicación de la
timidez en los árboles, es que es una forma de permitir que la luz penetre
mejor en el bosque y a la vez proporciona una ventaja evolutiva selectiva
frente a las enfermedades contagiosas y la propagación de insectos cuyas larvas
se alimentan de las hojas. Los árboles tímidos tienen así, menos probabilidades
de estar contaminados a pesar de una distribución densa en el espacio.
Pero los arboles
retraídos, vergonzosos de tocar a sus próximos congéneres siguen siendo un
misterio. Una rareza natural que ha sido notablemente popularizada en
películas, libros y conferencias por el biólogo, botánico y dendrólogo, Francis
Hallé. Como en el maravilloso documental Il était une forêt (Erase una vez un
bosque)