Olores fétidos se respiran
en el campanario y sitio de solaz esparcimiento del sacristán y el campanero.
Allí donde ni las golondrinas se pueden parar, apesta desde orines, hasta
cerveza. El sitio se ha convertido en un defecadero; en tanto en el atrio los piadosos
cavilan sus pecados, adentro el párroco ex culpa a condenados espirituales,
arriba desde donde se conmina a los creyentes acudir a misa, los olores no son
muy aromáticos.
Siendo un lugar concurrido
por feligreses, la iglesia de “Nuestra Señora de la Asunción”, en Atoyac de
Álvarez, se hace necesario que se hagan las supervisiones necesarias para
lograr una sanidad en esa parte del santuario.
Pues se observa, un buen
número de alcohólicos que han hecho de ese lugar, un sitio de reunión de amigos
donde departen alcoholizados, en pleno centro de la ciudad a un lado del zócalo
que es concurrido por propios y extraños.