Ante la andanada de
pueblos que han creado sus comités transitorios de defensa civil, la respuesta de
Ángel Aguirre Rivero en medios nacionales fue contundente y a tono con la
dinámica de los pueblos originarios de Guerrero, ser respetuosos de sus usos y
costumbres, dotarlos de armamento en el marco de la ley, buscar el mejor camino
para que esta modalidad de policía comunitaria este protegida por el marco
legal de la nueva constitución, y desde luego, capacitación a los miembros de las
milicias populares espontáneas. Y que sean respetuosas de los derechos humanos.
La respuesta de Aguirre ante esta proliferación de asambleas de auto defensa,
merece reconocimiento por su valía y decisión republicana. Esta declaración fue
durante el más reciente levantamiento de hombres, mujeres y niños en Ahuehuepan.
En la marcha celebrada en días pasados por la ola de secuestros, extorsiones y cierres
de comercios y escuelas, “los líderes definieron sus acciones como un
“Movimiento Revolucionario de Pueblos Unidos”, donde ratificaron que participan
30 comunidades de Teloloapan, Cocula e Iguala…”. Ante esta demanda, el
ejecutivo estatal, respondió que se apoyará a los ciudadanos, como lo hizo en
su momento cuando se les dotó de armamento a la policía comunitaria durante su
interinato. Prueba de que el gobernador, apoya las sentidas demandas de los
pueblos originarios.
El jueves 17 de enero
pasé por el edificio de rectoría y me encontré con un maestro de Acapulco que
anda en pleno proselitismo a favor de Javier Saldaña Almazán. Me comentó de los
avances y que lo que el candidato pretende es hacer un recorrido por todo el
estado para que su triunfo sea con toda la fuerza de los universitarios, y de
este modo, el gobierno federal y estatal etiquete más recursos a la UAG.
Hablaba y hablaba entusiasmado.
Mientras lo escucho
con atención, el árbol verde que mira la placita y la entrada principal, mientras
a sus espaldas cubiertas de hojas polvorientas, obreros de la construcción
colocan paneles para el colado del hormigón. El árbol se mece entre la cárcel
de cemento y el arriate donde los que esperan algún trámite, se sientan a
platicar o bien, beben soda negra, leen el libro Vaquero, o una revista de modas las mujeres, Cosmopolitan o Vanidades.
La mañana se veía gris y con cierto rebrillar del aire entre las nubes azul
cobalto. No paraba de explicarme las bondades del candidato, que de seguro las
tiene. Y como dicen en la costa, aprovechando un resuello de mi interlocutor,
le explique rápidamente lo siguiente: que bueno que la UAG tiene un solo
candidato, creo que los caminos que antes se bifurcaban, se reúnen en un solo
punto, el crecimiento académico de la universidad es urgente. Cuenta con
instalaciones en casi todo el estado, una planta de miembros del Sistema
Nacional de Investigadores de 62; 500 profesores con perfil Promep, y el
presupuesto de la UAG es en el orden de 750 millones, cuando mínimo se
requieren 3,500. La Máxima casas de estudios de Guerrero, es la que menos
presupuesto recibe.
Se me antoja, le
dije, que esta campaña, además del pan y circo, tenga un rostro nuevo, un
rostro de propuestas viables para que la universidad de un giro de ciento
ochenta grados. Que Javier Saldaña, además de convencer a los universitarios,
ya no sea a la antigua; compra de calificaciones, puestos a directores,
coordinadores y operadores políticos, tanto de maestros, administrativos y alumnos;
y que la planta de mentores se renueve
con cuadros con un perfil académico probado y no sea nada más “patito”. Y no
porque me apoyes, te voy a dar chamba, o se te va a recategorizar por chulo. O
voy a meter a tu hijo, amante, guachoma
o sobrino. No. La UAG, requiere de sangre fresca, de hombres y mujeres con los
pies puestos en el desarrollo de la universidad y no en camarillas, cofradías,
amigos de la nómina o parapentes de lujo que descienden cada quincena a
colectar sueldos altísimos, que a veces, ni un doctor del SNI, cobra. El plus, una universidad competitiva
académicamente. Que poco a poco de, el gran salto de la universidad pueblo, ya
redimida en las sacrosantas teorías superadas, setentañeras y demodé, a una
universidad moderna, comprometida con la siete fases del conocimiento, y cuyas
unidades académicas, estén debidamente certificadas por la SEP, como Ciencias
Químicas, Arquitectura, etc., para que los recursos fluyan, y ciencia,
tecnología, humanidades, arte y nuevas tecnologías, revolucionen, primero a los
maestros y alumnos y después al estado. Que la Universidad cuente con un centro
de producción de libros y experimentación sonora, que incluya talleres de diseño,
edición, grabación, video, cine y un espacio experimental multimedia. Y que las
funciones sustantivas, no estén en manos de premiados políticos. Uno de los
ejes más importante se encuentra en esta área, así como extensión y
vinculación, que desde que estoy en Guerrero, la habita una modorra y parálisis
fatal.
Esta sería una
verdadera revolución social y científica, siempre y cuando esta experiencia de
candidato único, los lleve en blandito a cambiar fondo y forma para la elección
del rector dentro de cuatro años, y no se les deje ese chance a los chavos de
prepa que son fácilmente cooptados. Que esa práctica obsoleta y vergonzante sea
borrada de la Máxima Casa de estudios.
Mi amigo, de pronto
fue requerido por una maestra que hacía trámites, y tan rápido como apareció,
desapareció sobre el pasillo que da a las oficinas de pagos. Los obreros de la
construcción desclavan un pesado panel de triplay de nueve milímetros que al
caer disemina una nube de polvo de cemento, arena y cal que desciende sobre la
copa del árbol verde que nos cubre con una tizana blancuzca.
Javier Saldaña tiene
una gran responsabilidad, con el consenso de los universitarios, puede ser, el
vaso comunicante que una dos épocas de la universidad, la de antes y la del
futuro. Ahí el reto.