Hoy
no solo son los periodistas o comentaristas políticos los que hablan que en el
estado libre y soberano de Guerrero tenemos un ‘’gobierno fallido’’, esto es,
de que ha fallado en garantizar a sus representados el otorgamiento de los
servicios básicos fundamentales, al haber perdido el control físico del territorio,
el monopolio del uso legítimo de la fuerza, que se le ha erosionado su
autoridad legítima en la toma de decisiones y particularmente en proporcionar
la protección y seguridad pública a los ciudadanos.
El
concepto de Estado fallido o gobierno fallido surgió hace unos años atrás en
las páginas de la revista Foreign Policy en donde se definen como tal a un gobierno incapaz de proporcionar los servicios públicos adecuados; tal
y como ocurre actualmente en gran parte del territorio estatal, sin olvidar que
durante el actual régimen se ha registrado un sensible crecimiento del
desempleo, aumento importante de los grupos marginados y en pobreza o en
pobreza extrema y con hambruna, dando como resultado final una terrible
desigualdad social.
Cuando un gobierno administra dentro del marco
legal los intereses de la ciudadanía e igualmente lo hace con los conflictos
sociales y de intereses que se le presentan, y asegura el otorgamiento de los servicios
básicos fundamentales, a la vez que ejerce el monopolio del uso de la fuerza
legítima para la defensa de los ciudadanos y administra con éxito la salud
pública y defiende la integridad territorial, entonces estamos frente a un
gobierno no solo legitimo sino eficaz y eficiente.
Lejos estamos en el estado de Guerrero de asistir
a un escenario como el arriba dibujado, sino todo lo contrario.
El gobierno estatal ha declinado en hacer uso de
su autoridad legítima e imponer orden y aplicar la ley y en materia de
protección ciudadana o seguridad pública, ahora ha otorgado esta facultad a una
instancia de gobierno diferente al que fue electo legítimamente en Enero del
2011.
La responsabilidad de la seguridad ciudadana ya
no será más del gobierno estatal sino de la federación a través del uso de las
fuerzas armadas para cumplir con las tareas policiacas.
Baste recordar que el actual gobierno estatal
ofertó a los guerrerenses un cambio total en la forma como se había
administrado la entidad en los seis años anteriores bajo la batuta del también
gobierno perredista de Zeferino Torreblanca Galindo.
Se anunció una serie de programas que vendrían a
atender a los ciudadanos como prioridad y en paralelo impulsar una serie de
proyectos que le dieran un nuevo rostro y una mas ágil movilidad a la entidad.
Al transcurrir los meses, el discurso se fue
remodelando y se centró más en los proyectos de inversión y obra pública y se
olvidaron los programas sociales que tienen que ver con el combate frontal a la
pobreza, a la miseria, al hambre, al analfabetismo y a los grupos vulnerables e
indígenas que suman cientos de miles en esta entidad.
El gobierno de izquierda se fue derechizando y
sobre todo dejó sin control lo que tiene que ver con la seguridad pública y la
procuración de justicia.
La violencia se incubó y los grupos delictivos se
multiplicaron. Las corporaciones policiacas fallaron y los gobiernos de otro
sino político e ideológico no conjuntaron esfuerzos para combatir al enemigo
común.
Cuando se trató de reaccionar ya era ya demasiado
tarde.
Vino entonces la desilusión, la incertidumbre y
la desconfianza. El gobierno perdió toda legitimidad que había ganado a pulso
durante su campaña política y a estas alturas, si no fuese por la intervención
del gobierno federal, Guerrero estaría hoy bajo el imperio de la delincuencia
común y el crimen organizado.
El reflejo de ser un gobierno fallido está en el
hecho de haber renunciado en forma definitiva en hacerse cargo de la seguridad
pública de los ciudadanos.
La pregunta obligada en estos casos es ¿se
seguirán erogando millones de pesos para pagar a elementos policiacos,
estatales y municipales que no representan los intereses de la ciudadanía? ¿O
es también esto una fuente apetecible para el ejercicio de la corrupción y el desvío de los recursos públicos destinados
para estos menesteres?
No es para nada agradable que estemos en Guerrero
ante la presencia de un gobierno fallido.
Esperemos—aunque parezcamos ilusos—que esta
situación pueda revertirse para bien de todos los que queremos que Guerrero sea
una entidad que trabaje para superar sus rezagos y sus enormes retos y poder arribar
a un desarrollo pleno y de bienestar social envidiable. Así sea.
Periodista/Analista Político*