viernes, 18 de enero de 2013

Inseguridad=Desconfianza El Gobierno Fallido Por Rodrigo Huerta Pegueros*


Hoy no solo son los periodistas o comentaristas políticos los que hablan que en el estado libre y soberano de Guerrero tenemos un ‘’gobierno fallido’’, esto es, de que ha fallado en garantizar a sus representados el otorgamiento de los servicios básicos fundamentales, al haber perdido el control físico del territorio, el monopolio del uso legítimo de la fuerza, que se le ha erosionado su autoridad legítima en la toma de decisiones y particularmente en proporcionar la protección y seguridad pública a los ciudadanos.
El concepto de Estado fallido o gobierno fallido surgió hace unos años atrás en las páginas de la revista Foreign Policy   en donde se definen como tal a un gobierno incapaz de proporcionar los servicios públicos adecuados; tal y como ocurre actualmente en gran parte del territorio estatal, sin olvidar que durante el actual régimen se ha registrado un sensible crecimiento del desempleo, aumento importante de los grupos marginados y en pobreza o en pobreza extrema y con hambruna, dando como resultado final una terrible desigualdad social.
Cuando un gobierno administra dentro del marco legal los intereses de la ciudadanía e igualmente lo hace con los conflictos sociales y de intereses que se le presentan, y asegura el otorgamiento de los servicios básicos fundamentales, a la vez que ejerce el monopolio del uso de la fuerza legítima para la defensa de los ciudadanos y administra con éxito la salud pública y defiende la integridad territorial, entonces estamos frente a un gobierno no solo legitimo sino eficaz y eficiente.
Lejos estamos en el estado de Guerrero de asistir a un escenario como el arriba dibujado, sino todo lo contrario.
El gobierno estatal ha declinado en hacer uso de su autoridad legítima e imponer orden y aplicar la ley y en materia de protección ciudadana o seguridad pública, ahora ha otorgado esta facultad a una instancia de gobierno diferente al que fue electo legítimamente en Enero del 2011.
La responsabilidad de la seguridad ciudadana ya no será más del gobierno estatal sino de la federación a través del uso de las fuerzas armadas para cumplir con las tareas policiacas.
Baste recordar que el actual gobierno estatal ofertó a los guerrerenses un cambio total en la forma como se había administrado la entidad en los seis años anteriores bajo la batuta del también gobierno perredista de Zeferino Torreblanca Galindo.
Se anunció una serie de programas que vendrían a atender a los ciudadanos como prioridad y en paralelo impulsar una serie de proyectos que le dieran un nuevo rostro y una mas ágil movilidad  a la entidad.
Al transcurrir los meses, el discurso se fue remodelando y se centró más en los proyectos de inversión y obra pública y se olvidaron los programas sociales que tienen que ver con el combate frontal a la pobreza, a la miseria, al hambre, al analfabetismo y a los grupos vulnerables e indígenas que suman cientos de miles en esta entidad.
El gobierno de izquierda se fue derechizando y sobre todo dejó sin control lo que tiene que ver con la seguridad pública y la procuración de justicia.
La violencia se incubó y los grupos delictivos se multiplicaron. Las corporaciones policiacas fallaron y los gobiernos de otro sino político e ideológico no conjuntaron esfuerzos para combatir al enemigo común.
Cuando se trató de reaccionar ya era ya demasiado tarde.
Vino entonces la desilusión, la incertidumbre y la desconfianza. El gobierno perdió toda legitimidad que había ganado a pulso durante su campaña política y a estas alturas, si no fuese por la intervención del gobierno federal, Guerrero estaría hoy bajo el imperio de la delincuencia común y el crimen organizado.
El reflejo de ser un gobierno fallido está en el hecho de haber renunciado en forma definitiva en hacerse cargo de la seguridad pública de los ciudadanos.
La pregunta obligada en estos casos es ¿se seguirán erogando millones de pesos para pagar a elementos policiacos, estatales y municipales que no representan los intereses de la ciudadanía? ¿O es también esto una fuente apetecible para el ejercicio de la corrupción  y el desvío de los recursos públicos destinados para estos menesteres?
No es para nada agradable que estemos en Guerrero ante la presencia de un gobierno fallido.
Esperemos—aunque parezcamos ilusos—que esta situación pueda revertirse para bien de todos los que queremos que Guerrero sea una entidad que trabaje para superar sus rezagos y sus enormes retos y poder arribar a un desarrollo pleno y de bienestar social envidiable. Así sea.

Periodista/Analista Político*