domingo, 25 de noviembre de 2012

Entre Evaluación y Percepción Ciudadana MÁS VIOLENCIA, MENOS LIBERTAD; MÁS POBRES, MENOS DEMOCRACIA Por Rodrigo Huerta Pegueros*



A unos días del cambio de poder presidencial en México, los cortes de caja al gobierno que se va, han incrementado su actividad y la mayoría de los que están haciendo estas evaluaciones se han dedicado principalmente al tema de la violencia y la llamada guerra contra el narcotráfico y que en números conservadores nos señalan que en el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa se deja una estela de víctimas de poco más de cien mil personas.
En esta cifra no se distingue si fueron muertos en enfrentamientos, ejecutados, muertes naturales o accidentales o los que eufemísticamente se les denomina ‘colaterales’, sin descontar los suicidios o feminicidios. 

Esto es, que en solo seis años, los mexicanos nos dimos cuenta de que en el país los delincuentes y narcotraficantes habían ganado terreno al propio gobierno y habían ocupado en forma por demás flagrante varias decenas de municipios en el país como territorios propios y sobre todo que habían cooptado a los cuerpos policiacos desde federales, estatales y municipales para que los protegieran y ayudaran a delinquir en lugar de cumplir con su responsabilidad fundamental que es la de servir a la comunidad que es la que les paga y provee de todo lo necesario para desempeñar su actividad. 

Los muertos de Calderón, dirían algunos críticos del régimen, son principalmente víctimas de una embestida irresponsable y una estrategia fallida, pues al final de cuentas, la delincuencia no se ha detenido, los capos de las drogas continúan sin alteración alguna su actividad demoledora y criminal y la depuración de los cuerpos policiacos en estados y municipios ha sido lenta y sin sanción alguna para los gobiernos que no cumplieron con su tarea en tiempo y forma lo cual provocó que el combate contra las drogas y los criminales fuese menos efectivo.
Pero no solo se ha hecho una evaluación al presidente saliente en base a su guerra contra los cárteles de las drogas sino también en los renglones económico, social y educativo.
Por lo que se refieren al crecimiento económico global sexenal, este ha sido del 1.3 por ciento del producto interno bruto (PIB) anualizado lo cual queda muy lejos de la meta que se tenía de un cinco por ciento anual.
Sin embargo habría que recordar que entre los años 2008 y 2009 se registró la primera hecatombe económica global del siglo XXI y que fue mayor, incluso, que la llamada gran depresión registrada en los años 29-30 del siglo próximo pasado. 

Aún así, el impacto negativo contra la economía mexicana no tuvo ni por asomo los efectos perjudiciales ocurridos en el vecino país del norte y en otros países del viejo continente, particularmente, Grecia, Portugal o Irlanda con sus efectos posteriores en España e Italia.
México tuvo un desempeño deficitario en esta gran crisis económica al instrumentar los programas de recuperación y por lo tanto frente a los demás países latinoamericanos fuimos de los últimos en recuperarnos lo cual no se hizo evidente a través de los medios de comunicación masivos por haber consumido su atención en cuestiones de índole político-electoral.

En este segundo sexenio panista—el primero fue encabezado por el presidente Vicente Fox Quesada—tampoco se logró revertir la tendencia negativa en cuestiones de índole social y educativo. Muchos han sido los eruditos en el tema de la evaluación de los marginados y los pobres de este país que han mostrado y demostrado que los programas destinados a dar atención a los grupos vulnerables no han sido del todo efectivos y en muchos casos han servido para el manejo indiscriminado de clientelismo político.
El incremento de la pobreza en el país se evidencia en los cientos, miles o millones de personas que han abultado las bolsas de pobres, marginados, miserables y ultra pobres.
Por lo que hace al renglón de la educación, nuevamente el gobierno panista de Calderón sucumbió, como lo hizo Fox, a los acuerdos ‘en lo oscurito’ con las dirigencias del sindicato magisterial lo cual pospuso nuevamente la modernización del sector y por ende se frustró la aspiración de mejorar la calidad de los maestros y su impacto inmediato en la educación de las nuevas generaciones.

Por lo visto, este sexenio ha sido verdaderamente traumático para los mexicanos pero como siempre sucede, una cosa es la visión de los críticos del sistema y otra más es lo que nos dicen las evaluaciones de los científicos pertenecientes a las distintas instituciones nacionales—públicas y privadas—sobre los tópicos mas importantes para el desarrollo nacional. 

Sin embargo, cuando estas evaluaciones se entrecruzan con la percepción que tienen los ciudadanos sobre el desempeño del gobierno calderonista, las respuestas provocan sorpresas y admiración. En variadas encuestas de opinión bien elaboradas se otorga un voto de confianza o aprobación al gobierno saliente. ¿Entonces? ¿A quién le creemos?

Quizá lo que podemos intuir es que la diferencia entre críticas y evaluaciones interesadas con la percepción popular estriba en que los mexicanos con menoría histórica no olvidan que en otros tiempos con gobiernos priistas las consecuencias cada fin de sexenio eran funestas y los altibajos tanto en economía como en  libertades estaban por abajo de países similares latinoamericanos por lo tanto, ahora, cuando los resultados no son tan traumáticos el pueblo otorga el beneficio de la duda a los panistas, sobre todo cuando tienen frente así el inminente cambio de gobierno y probablemente una reedición de los usos y costumbres del viejo régimen con nuevos actores.

La verdadera evaluación del sexenio que está por concluir se hará posterior al primero de Diciembre cuando todos los mexicanos  hayamos asimilado lo ocurrido y podamos emitir una sentencia definitiva. Hacerlo ahora parecería no solo un acto acelerado e irreflexivo sino con tintes puramente de orden político y de interés personal o de grupo.
La verdad es que la violencia que se registra en el país hasta estos momentos ha perjudicado mas que nada a nuestra forma de vivir y de movilizarnos y principalmente en el terreno de la libertad de expresión, ya que en estos seis años los periodistas en ejercicio de sus funciones o sus libertades de opinión y manifestación de las ideas han sido el sector mas agredido y menos protegido.
Las estadísticas están ahí con un número de poco más de cien comunicadores asesinados, desaparecidos, agredidos, amenazados o exiliados. ¿Y los gobiernos?
Por lo tanto, la violencia desatada por el combate de las fuerzas armadas contra el crimen organizado ha producido una merma en el ejercicio de las libertades fundamentales a la vez que la pobreza, marginación y miseria que abarca a poco más del 60 por ciento de la población nacional nos indica que nuestra democracia está en estado de coma y solo tiene como fuente de oxígeno la libertad electoral, lo que objetivamente es insuficiente para un país que aspira al bienestar, el desarrollo y la modernidad.

La pregunta obligada respecto a esta evaluación sería si creemos que el próximo gobierno logrará llevar al país a mejores estadios de crecimiento económico y la ampliación de nuestras libertades individuales y de grupo, lo cual lo diferenciaría de los dos últimos sexenios presidenciales panistas?

El primero de Diciembre está a la vuelta de la esquina. Esperemos conocer los lineamientos del nuevo gobierno. Entendamos si habrá cambios en la estrategia para combatir la delincuencia y el tráfico de drogas-
En este sentido, será interesante conocer si la alineación de los políticos a estos propósitos será fundamental o no.  

Periodista/Analista Político*