En las jornadas de la despedida del poder, el equipo de Felipe
Calderón Hinojosa finalmente echó a andar un sistema de difusión que brilló por
su ausencia a lo largo de su administración, aunque sostiene el valor intrínseco
de medias verdades o mentiras piadosas con las que alguien pretende dar gusto
al Presidente, para que en sus giras del adiós se alce el cuello.
Total: “gobierno valiente”, reza la publicidad en la tele. Y ese
periplo y los desplantes y gracejadas de don Felipe, o mostrarse finalmente
hábil para la cantada con el chorro de voz que le queda en calidad de jefe del
Ejecutivo mexicano, para que le aplaudan porque cuando retorne a la realidad
puede que le chiflen o sólo le admitan el solo de voz en Garibaldi o con el
karaoke entre los cuates.
En fin. Resulta que en este despliegue, similar al espejito,
espejito de Genaro García Luna --¿será que la recomendación salió de la misma
agencia de publicidad?--, los operadores del Presidente y él personalmente,
difunden resultados de mil maravillas realizadas en obra y servicios y todos
esos etcéteras que tiene obligación el gobierno de realizar, con absoluta
convicción de que los mexicanos la pasamos de poca –el INEGI reporta que ocho
de cada diez somos felices—y que por tanto el gobierno panista la ha hecho
requetebién.
Pero, ¡oh!, decepción, de pronto hay quienes aguan la fiesta, como
Francisco Sales Heredia, analista del Centro de Estudios Sociales y de Opinión
Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, quien ha presentado un trabajo
denominado A 30 años de la descentralización de los servicios de salud, en
el que, sin partidismos evidencia las medias verdades o mentiras de los
gobiernos que han presumido, priistas y panistas, haber cumplido con la
cobertura nacional de los servicios de salud.
Quizá para el ciudadano común, ese fraseo presidencial que se ha
repetido informe tras informe, sea recurrente demagogia no solo por la
incumplida cobertura de servicios de salud, sino también acerca de la calidad
de éstos, la burocracia en la atención al derechohabiente y la constante en el
desabasto de medicamentos, aunado a la nefasta insensibilidad de la mayoría de
los médicos a sueldo y enfermeras sindicalizadas.
Pero, bueno, el trabajo de absoluto rigor profesional de Sales
Heredia, divulgado por el CESOP, puntualiza que “el sistema de salud en México,
con base en investigaciones académicas e indicadores oficiales, aún se
encuentra disperso y no cumple adecuadamente con el ofrecimiento de garantizar
un servicio de calidad que mejore la salud de los ciudadanos”.
Subraya que, a tres décadas del inicio del proceso de
descentralización de los servicios de salud, mecanismo impulsado
fundamentalmente por la crisis económica heredada por el gobierno de José López
Portillo a Miguel de la Madrid, los resultados no son satisfactorios, aunque en
estricta evaluación de lo aportado por el investigador, hay claroscuros en el
sistema nacional de salud. Diríase, empero, que son más los oscuros que los
claros en los servicios, en apego a los siguientes fundamentos de Sales
Heredia:
“En la primera etapa del proceso (1983-1994) se desconcentraron
funciones y se descentralizaron algunas instituciones. El objetivo fue hacer
más eficiente el servicio, al permitir que cada zona se concentrara en la
problemática local.
“En la segunda (1994-2000) se propuso garantizar una rectoría
central y flujos financieros adecuados para la atención médica básica.
“En la última (2000-2012) se creó una estructura financiera para
ofrecer atención a un mayor número de padecimientos con base en una evaluación
de riesgo, que dio origen al Seguro Popular”.
Pero, de acuerdo con indicadores de la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en este año México dedicó 6% de su Producto
Interno Bruto (PIB) al gasto en salud, es decir, tres puntos porcentuales
debajo de la media (9%). Sin embargo el gasto público es de 3% del PIB, el
resto es gasto de los hogares en servicios privados.
En consecuencia, cita el trabajo del analista, “la desigualdad en
recursos físicos y humanos y en los resultados de los indicadores en salud en
las diferentes regiones del país muestra que los objetivos de la
descentralización aún no se cumplen y que los avances son muy lentos”.
El analista aporta cifras, datos contundentes de la situación que
priva en los servicios de salud, una especie de debilidad y fortaleza, como el
hecho de que el número de médicos en México es de 2 por cada mil habitantes,
sin hablar de su distribución territorial, mientras que el promedio en la OCDE
es de 3.2; amén de que el número de enfermeras es de 2.5 por cada mil, en tanto
que el promedio es de 9.
No se trata, sin embargo, de considerar que por lo menos ahí la
llevamos en materia de servicios de
salud. Tampoco de hacer oídos sordos al concierto del país de las maravillas
que don Felipe dirige en estas giras del adiós. La realidad nos golpea todos
los días en esas clínicas con servicios de tercera que obligan al
derechohabiente, lo mismo del ISSSTE que del IMSS o del Seguro Popular, a endeudarse
para acudir a la medicina privada.
¿Hay motivos para presumir que tenemos hospitales de primer mundo
en el sistema de medicina pública, si el acceso a éstos suele ser un
privilegio? Interesante y profesional trabajo de Sales Heredia. Conste.