Jorge Falcón |
Con afecto y admiración para
Mauro Campuzano Marquina, quien señala: “¿Para qué ha servido el FAP y las
escuelas?”
Los vacíos de la Ley del
Fondo de Apoyo a los Periodistas; la "cuna" donde nació, fue un
pesebre con dedicatoria en su momento. Los sindicatos de redactores "club sociales", dice Mauro Campuzano Marquina, y le en lo agregaría en lo personal: “con sevice
room". Son extensiones de agencias de colocaciones, pues el directorio,
relación o listado o dossier de
periodistas no existe; como tampoco existe suscrito algún convenio con empresa
periodística, para erigirse como "sindicato".
Los pormenores para darse de
alta en cualquier sindicato, son como las jovencitas que buscan un sitio para
encaramarse al "tubo" de un
bar de mala muerte; más que sean de
"jale" para los directivos. Hay más extorsionadores que realmente
gente que haga periodismo. Dijo en su momento Pío V, "los calumniadores
deben ser castigados como homicidas". Esto es similar a lo que realizan
los políticos en cualquier representación en la aprobación y no aplicación de
leyes. Infamia con infamia se paga. Calumnia es mentira. ¿Quién miente?
El Fondo de Apoyo a los
Periodistas, se ha convertido en un asunto de gavillas; de periodistas orejas, “halcones”,
delatores, de servidumbre. De comprometidos con los políticos menos con la
sociedad y con el periodismo mismo. “Diferenciar entre periodistas éticos de
chantajistas”, dice Campuzano, en el FAP, en estos momentos está la respuesta.
Pues trabajan de lo que más critican: “sin transparencia, sin ética y se
agandallan el dinero que es de todos”
¿Cómo explicar la irrupción
de la imprenta en manos de hombres de pensamiento libre; pero también en manos
de hombres que condenaron esas máquinas a esparcir no tan solo mentiras, sino
estados sociales, políticos, como económicos? Nace por un lado la publicidad literaria;
pero también la propaganda. Es la escritura hecha periodismo y posterior
comunicación.
Es necesario reconocer que
el periodismo no ha sido estudiado a fondo por los propios periodistas; como
los entomólogos, han estudiado a fondo, la mosca del olivo. Debemos recordar
que las ciencias de la comunicación, son similares a las ciencias políticas en
sus métodos: estudiar, reflexionar y leer. Leer, estudiar y reflexionar. Son
diversas ciencias que convergen en un mismo estudio, bajos diversas
perspectivas que entrelazan otras ramas de esa misma ciencia. Sociología, es
parte de la semiología.
Recordemos que las ciencias
de la comunicación, la conformación de las teorías no fueron presentadas al mundo
del estudio y la academia por periodistas, sino por Paul Lazarsfeld, matemático
y sociólogo; Kurt Lewin, sicólogo social, estudioso de la comunicación de
grupos y Harold Lasswell, politólogo dedicado al estudio de la propaganda. Y de
allí la conformación, de estudiosos de esos comportamientos grupales de la
semiología, lenguajes corporales y conductas sociales. Son los comunicólogos que
egresan de una universidad. Porque una institución que imparte esa facultad, te
libera con ese “título”. Ejerces para los Mass Media, rabiosamente.
El reportero, es dentro de
su antigua acepción, quien hace un reporte, Y ello nace en la antigua Roma y se
le dio rigor, en la milicia. Un reportero en una arcaica acepción, sale a
buscar un reporte; que se englobe dentro de las ciencias de la comunicación
como género. Es una parte, solo eso.
El periodismo de acuerdo a
Salvador Borrego, teoría y técnica, “en una acción inmanente -noticia objetiva-
y trascendente -carácter y doctrina-. Los empíricos artesanos medievales, propiamente en Alemania, crearon un periodismo que se fraguaba entre la teoría
-lo que se consideraba divinamente acomodaticio en las ramas de la filosofía
para expresar acerca de los poderes de esa época- y la práctica, bajo un punto de vista
empírico, con espíritu de acción, de aventura (Víctor Hugo); que posee fibra de
investigador, temple temerario (Giovanni Papini) y alma bohemia (Hemingway). El
escritor se hace al periodismo. Narra, cuenta y adentra.
El quehacer periodístico -como
termino-, pues cuestionan, analizan, critican, juzgan; y, lo ejercen los articulistas, los editorialistas, los
columnistas, los escribanos de lo que sucede y acontece en nuestro entorno, Son
puntos de vista, criterios y juicios en algunos sumarios en otros razonados del
acontecer del comportamiento de la sociedad. Es criterio.
De allí que los géneros no
tan solo en el periodismo, sino en las propias ciencias de la comunicación como
regla metódica, definen. Al reportero lo mandan a hacer un reporte, un reporte,
una noticia de tal o cual suceso, que está definido por reglas. Lo mismo que un
fotógrafo, cuya aventura difiere porque la fotografía es polisémica.
Por lo tanto para no caer en
reglas de códigos. La diferencia entre un
profesional estudioso y egresado de una facultad de ciencias de la
comunicación o sociología de la comunicación y educación; con un empírico, la
hace: la metodología. Simple y llano. Un autodidacta, se prepara, estudia,
indaga, investiga y logra en ocasiones, emerger con buenos frutos en el
ejercicio del periodismo.
Proliferan los escritores,
que los difiere el estilo -que es un tema apasionante- Kant, Nietzsche, Hume,
Diderot, Dumas, García Márquez, Alfonso Reyes, Altamirano, Luis Spota, Wittgenstein,
Eco, Jorge Raúl Calvo, Gubern, Giraud, Barthes, Jaegger, Rivadeneira, McLughan,
Schramm, Young, dieron pasos importantes, incuestionables en la comunicación y
el mensaje, que son armas académicas y de educación en las aulas
universitarias.
En los géneros periodísticos
está la decisión y el termino de cada quien que se enarbola en este ejercicio
de la escritura, donde ante nuevos retos no tan solo del Homo Videns, de Giovanni
Sartori; de Ekman, Elaine Wilkes, Prodan, entre otros en el lenguaje corporal.
El mensaje es el medio, rompió esquemas y los rompió tan bien, que irrumpe en
el escenario el internet y una infinita gama de formas de expresión. El “voyerista”
sale del closet, y escribe, redacta, esgrime. Y el sentido del periodista o comunicólogo
cambia; mejor dicho, se transforma del modo de ejercer el periodismo se
convierte en un paradigma, en un objeto del deseo de estar en la “línea de
fuego”. Adictos u ocasionales al Facebook y al Twitter, ¿son “corresponsales de
guerra”? ¿Reporteros entre la frontera del salario y de la buena fe? ¿Hablamos
de un “periodista” o “reportero” hogareño y deleitable?
Y la lucha empieza, desde la
trinchera de la web y su oferta de diversas casas comerciales de esa tecnología
de la información; pero también, en estos la presencia ignota, del big brother,
está más que latente -es la censura a la libertad de expresión- precisamente en
el Facebook (el libro de las carotas, en el lenguaje mílite). Twitter, te somete
a 140 palabras y. . . ¡Te lleva a las horcas caudinas!
Es necesario una adecuación
de los sindicatos, agrupaciones, sociedades y todo grupo que aglutine gente que
practica el periodismo; unos, como su sustento diario. Otros, como forma de
obtener canonjías y prebendas. Los más por no tener otro oficio, y son buenos
para la extorsión -que están en listas de raya en el gobierno-, la estafa, el
pillaje y otras formas de ocultarse, para ser informantes de pago por evento;
pero, además quienes filtran información a los grupos de poder. Esa es la
canallada. Pues no son periodistas sino agentes de gobierno.
El Fondo de Apoyo a los
Periodistas debe adecuarse en su contexto y dar paso a un sano consejo de mujeres
y hombres de buena fe, para buscar con el apoyo económico del gobierno, de las
empresas periodísticas y del propio escribidor, para alcanzar ante el IMSS o
ISSTE, una jubilación, sino placentera al menos decorosa.