domingo, 3 de febrero de 2013

MIRADA DEL DOMINGO El estallido contaminado de la torre de PEMEX Por: Isaías Alanís

"la justicia: aquella voluntad constante y perpetua de dar
a cada quien su derecho. Es decir, no un pensamiento teórico
ni un imperio emotivo, sino una voluntad de contenido moral;
y una voluntad que no admite tregua, porque es constante,
y que carece de término, porque es perpetua".
Rubén Bonifaz Nuño
Después de tantos estallidos incendiarios en la nación, que chamuscó la justicia en el caso Cassez, el hachazo dado al SNTE, los casos de corrupción llameante de Walmart, dados a conocer en el extranjero; la flama de la empresa alemana SIEMENS, corrompiendo a funcionarios petroleros con leña ardiente dolarizada; igual que a empresas encargadas de velar por la seguridad en las instalaciones de PEMEX, que en los últimos años han causado bajas de petroleros y pérdidas millonarias a la paraestatal; el regreso del que nunca se fue y mantiene el control de aparato político burocrático, también encargado de soplarle al fogón que privatizó TELMEX y mil cosas más.
La quemazón en el IFAI, la respuesta de los equiperos de futbol mexicano de haber vendido campeonatos a los apostadores, brasa ardiente en las manos de los principales dueños del balompié, fogonazo que alcanza a los detenidos en Nicaragua que apunta a una empresa patito de Televisa, comisionados para trasladar valores estrellados de los barones de la droga en dólares, bajo el mando de Amador Narcia Estrada.
Y en esa suma de mecheros encendidos, el fallo del tribunal electoral y el IFE, de los gastos de campaña  cuya suma chamuscada recayó en la alianza encabezada por AMLO, corona la llameante adición achicharrada de escándalos refritos con leña verde que hizo impacto en la Torre de PEMEX, borroneada con fuego ardiente en la bitácora hábilmente trazada desde el inicio de las privatizaciones con Jolopo y Salinas, cuya antorcha olímpica desnacionalizadora ha dejado al país hundido en un mar de magma a punto de estallar, o ya en proceso de erupción social incontrolada. Y esa corriente de magma, podría salir a flote en lo ocurrido al edificio “B” de la Torre de Petróleos Mexicanos.
Un día antes, en encerrona con diputados -el presidente balbuciente la noche del jueves entre las ruinas y fierros retorcidos que los empleados municipales llevaban en carretillas improvisadas- en la comida ofrecida por los diputados del tricolor y verde ecologista, muy orondo, dijo: “Nadie, nunca, ni siquiera ha referido o ha citado (sic) la expresión de privatizar. Por el contrario: más (sic) nos hemos ocupado en reiteradas ocasiones de tener que reafirmar, por aquellos que pretenden engañar o confundir, que la propuesta busca fundamentalmente hacer de la empresa de todos los mexicanos, (sic) donde el Estado mexicano invariablemente mantendrá la rectoría económica, tiene que ser más productiva y tiene que ampliar su capacidad para generar energía (sic) para que realmente se beneficie a todos los mexicanos…” (Proceso/30/enero/2013).
Podrían estas declaraciones, y la metralla de chinampinas declarativas que se han soltado como reguero de pólvora y C4 en corrillos y tenderetes de partidos políticos, empresariales y de posibles beneficiarios de esta llamarada que con un fósforo rasgado en las entrañas del país, hizo explosión  en una marisma de crudo estacionada en la base del estacionamiento del edificio “B” de Pemex que causó muertos, heridos y daños cuantiosos a los mexicanos. Como para no dejar que surjan más leyendas urbanas, “Funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) señalaron que la averiguación previa sobre el estallido en el edificio B de la Torre de Petróleos Mexicanos (Pemex) es en contra de quien resulte responsable y están abiertas todas las hipótesis, incluidos sabotaje y explosión de gas o de instalaciones eléctricas; en tanto, integrantes del gabinete de seguridad nacional no descartaron que haya sido un atentado…” (La Jornada/01/02/2013).
La respuesta tal vez nunca la sabremos. La flama del silencio o las cenizas del silencio cubrirán este episodio trágico para los humildes trabajadores, en su mayoría mujeres, madres, esposas, hermanas, que perdieron la vida. Y los hombres que ya nunca volverán a calzar la casaca de PEMEX. Como la que me fue otorgada cuando los delegados de las secciones me nombraron “petrolero honorario”, durante un curso que les impartí en la Universidad Pedagógica Nacional. Por eso, porque conocí la mística de los petroleros mexicanos, las palabras de Emilio Lozaya Austin, atropelladas por el desvelo y los puentes aéreos que tuvo que hacer desde Asia, sonaron huecas, porque cuando se refería a los petroleros muertos o heridos, lo hacía en primera persona y las más de las veces en tercera,  desmarcándose con una actitud clasista y alejada de la realidad que viven los miles de trabajadores de la paraestatal y de la nación. Este es México. No ha sido fácil construirlo, y el acto del viernes pasado, puede ser el principio de una nueva etapa en la vida política de México. Si el aparato de inteligencia del gobierno no pudo prevenir este suceso, pese a todos los avisos, tampoco podrá ocultar la verdad sobre el mismo. A menos que algún nuevo grupo armado se adjudique el suceso, o, en lo profundo de la ceniza más oscura, sólo sea un pretexto para desestabilizar a PEMEX y convertirla en presa fácil de los especuladores que bajo los escombros y sobre los caídos, ven millonadas de dólares cayendo como fuego bautismal de una nueva era para México, cuyo impacto negativo, estará o ya está montado sobre los hombros de los mexicanos. O actos como estos levantarán a los que protestan, a los que levantan su voz en calles y asambleas, y la terrible situación por la que atraviesa el país, de un giro de noventa grados. ¿Pronto lo sabremos?
Las palabras de Bonifaz Nuño que sirven de epígrafe a esta Mirada del Domingo, son un mínimo homenaje al hombre, que desde la palabra amo tanto a México en diversas y variadas lenguas de otros tiempos, que el maestro, oriundo de Córdoba Veracruz, las concentró  con su sabiduría en traducciones y versos que buscaron en las entrañas del fuego, el origen de la poesía y el misterio de ser hombre.