a cada quien su
derecho. Es decir, no un pensamiento teórico
ni un imperio
emotivo, sino una voluntad de contenido moral;
y una voluntad
que no admite tregua, porque es constante,
y que carece de
término, porque es perpetua".
Rubén Bonifaz
Nuño
Después
de tantos estallidos incendiarios en la nación, que chamuscó la justicia en el
caso Cassez, el hachazo dado al SNTE, los casos de corrupción llameante de
Walmart, dados a conocer en el extranjero; la flama de la empresa alemana
SIEMENS, corrompiendo a funcionarios petroleros con leña ardiente dolarizada; igual
que a empresas encargadas de velar por la seguridad en las instalaciones de
PEMEX, que en los últimos años han causado bajas de petroleros y pérdidas
millonarias a la paraestatal; el regreso del que nunca se fue y mantiene el
control de aparato político burocrático, también encargado de soplarle al fogón
que privatizó TELMEX y mil cosas más.
La
quemazón en el IFAI, la respuesta de los equiperos de futbol mexicano de haber
vendido campeonatos a los apostadores, brasa ardiente en las manos de los
principales dueños del balompié, fogonazo que alcanza a los detenidos en
Nicaragua que apunta a una empresa patito de Televisa, comisionados para
trasladar valores estrellados de los barones de la droga en dólares, bajo el
mando de Amador Narcia Estrada.
Y
en esa suma de mecheros encendidos, el fallo del tribunal electoral y el IFE, de
los gastos de campaña cuya suma
chamuscada recayó en la alianza encabezada por AMLO, corona la llameante
adición achicharrada de escándalos refritos con leña verde que hizo impacto en
la Torre de PEMEX, borroneada con fuego ardiente en la bitácora hábilmente
trazada desde el inicio de las privatizaciones con Jolopo y Salinas, cuya
antorcha olímpica desnacionalizadora ha dejado al país hundido en un mar de
magma a punto de estallar, o ya en proceso de erupción social incontrolada. Y
esa corriente de magma, podría salir a flote en lo ocurrido al edificio “B” de
la Torre de Petróleos Mexicanos.
Un
día antes, en encerrona con diputados -el presidente balbuciente la noche del
jueves entre las ruinas y fierros retorcidos que los empleados municipales
llevaban en carretillas improvisadas- en la comida ofrecida por los diputados
del tricolor y verde ecologista, muy orondo, dijo: “Nadie, nunca, ni siquiera
ha referido o ha citado (sic) la expresión de privatizar. Por el contrario: más
(sic) nos hemos ocupado en reiteradas ocasiones de tener que reafirmar, por
aquellos que pretenden engañar o confundir, que la propuesta busca
fundamentalmente hacer de la empresa de todos los mexicanos, (sic) donde el Estado
mexicano invariablemente mantendrá la rectoría económica, tiene que ser más
productiva y tiene que ampliar su capacidad para generar energía (sic) para que
realmente se beneficie a todos los mexicanos…” (Proceso/30/enero/2013).
Podrían
estas declaraciones, y la metralla de chinampinas declarativas que se han
soltado como reguero de pólvora y C4 en corrillos y tenderetes de partidos
políticos, empresariales y de posibles beneficiarios de esta llamarada que con
un fósforo rasgado en las entrañas del país, hizo explosión en una marisma de crudo estacionada en la
base del estacionamiento del edificio “B” de Pemex que causó muertos, heridos y
daños cuantiosos a los mexicanos. Como para no dejar que surjan más leyendas
urbanas, “Funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR)
señalaron que la averiguación previa sobre el estallido en el edificio B de la
Torre de Petróleos Mexicanos (Pemex) es en contra de quien resulte responsable
y están abiertas todas las hipótesis, incluidos sabotaje y explosión de gas o
de instalaciones eléctricas; en tanto, integrantes del gabinete de seguridad
nacional no descartaron que haya sido un atentado…” (La Jornada/01/02/2013).
La
respuesta tal vez nunca la sabremos. La flama del silencio o las cenizas del
silencio cubrirán este episodio trágico para los humildes trabajadores, en su
mayoría mujeres, madres, esposas, hermanas, que perdieron la vida. Y los
hombres que ya nunca volverán a calzar la casaca de PEMEX. Como la que me fue
otorgada cuando los delegados de las secciones me nombraron “petrolero
honorario”, durante un curso que les impartí en la Universidad Pedagógica
Nacional. Por eso, porque conocí la mística de los petroleros mexicanos, las
palabras de Emilio Lozaya Austin, atropelladas por el desvelo y los puentes
aéreos que tuvo que hacer desde Asia, sonaron huecas, porque cuando se refería
a los petroleros muertos o heridos, lo hacía en primera persona y las más de
las veces en tercera, desmarcándose con
una actitud clasista y alejada de la realidad que viven los miles de
trabajadores de la paraestatal y de la nación. Este es México. No ha sido fácil
construirlo, y el acto del viernes pasado, puede ser el principio de una nueva
etapa en la vida política de México. Si el aparato de inteligencia del gobierno
no pudo prevenir este suceso, pese a todos los avisos, tampoco podrá ocultar la
verdad sobre el mismo. A menos que algún nuevo grupo armado se adjudique el
suceso, o, en lo profundo de la ceniza más oscura, sólo sea un pretexto para desestabilizar
a PEMEX y convertirla en presa fácil de los especuladores que bajo los
escombros y sobre los caídos, ven millonadas de dólares cayendo como fuego
bautismal de una nueva era para México, cuyo impacto negativo, estará o ya está
montado sobre los hombros de los mexicanos. O actos como estos levantarán a los
que protestan, a los que levantan su voz en calles y asambleas, y la terrible
situación por la que atraviesa el país, de un giro de noventa grados. ¿Pronto
lo sabremos?
Las
palabras de Bonifaz Nuño que sirven de epígrafe a esta Mirada del Domingo, son un mínimo homenaje al hombre, que desde la
palabra amo tanto a México en diversas y variadas lenguas de otros tiempos, que
el maestro, oriundo de Córdoba Veracruz, las concentró con su sabiduría en traducciones y versos que
buscaron en las entrañas del fuego, el origen de la poesía y el misterio de ser
hombre.