Es momento de enseñarles el futuro a los niños.
Ambos sexos, los niños. A ellos debemos enseñarles lo que no nos mostraron, así como los avances que pueden modificar para obtener un mejor planeta, benevolente e higiénico, una civilización completamente feliz. Una utopía quizá, pero francamente el objetivo de pocos humanos es eso. Por qué, la dedicación a los niños y niñas del mundo es cada segundo. Debo recordar que el próximo viernes 20 de noviembre, se festeja el inicio de la Revolución Mexicana. Entonces tenemos que comprender que iniciaremos una magna revolución a favor de nuestro futuro, porque también ese día se celebra el Día Universal del Niño. Son 26 años desde que la UNICEF labora para conseguir realidades en ese tema. La infancia en el orbe es vital, por ello se dan a conocer los derechos de la infancia, concientizar en su bienestar y desarrollo. Es importante que todo gobierno o Estado, mantenga la atención sobre todo en los más desfavorecidos y vulnerables.
El Día Universal del Niño representa celebrar a la vida, es un llamado a revisar la historia y conocer que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959, sin embargo, no tenía legalmente un carácter vinculante, es decir, no era suficiente para salvaguardar los derechos de la infancia. Pero diez años bastaron, para que a través de líderes religiosos, Organizaciones No Gubernamentales y diversas instituciones, lograran acordar el texto final de la Convención sobre los Derechos del Niño. Eso ocurrió en 1989, en el día subrayado. Cabe citar que la ONU recomendó en 1954 destinar un día para fomentar la fraternidad entre los niños y las niñas del mundo, con actividades sociales y culturales; esto obliga a todos los países a velar, cuidar y proteger a los infantes. Así se consolida como el tratado internacional más ratificado de la historia, a los 193 Estados miembros de la ONU.
Nosotros a través de la conciencia, sabemos que los niños son el colectivo más sensible y por lo tanto sufre cualquier crisis de una manera profunda. Ellos que tienen derecho a la salud, educación y protección, no importando dónde, cómo, por qué y cuándo haya nacido. Es así que la UNICEF como principal eje internacional que se encarga de esta labor, consigue cambios radicales en millones de pequeños. A través de casi setenta años y basándose en la Convención sobre los Derechos del Niño. Los adultos tenemos la infancia en nuestras manos, por eso digo, hay que colaborar para reconocer no sólo un día, sino siempre al espíritu que fuimos, niños.