Catalina de Medici, la desconfiada mujer que dio origen a la expresión ‘las paredes oyen’ (Wikimedia commons) |
Los historiadores
coinciden en señalar que Catalina de Médici está considerada como la mujer más
poderosa e influyente de Francia durante el siglo XVI. Fue reina consorte de
Enrique II entre 1547 y 1559 y tras la muerte de éste le tocó ser Regente de
sus tres hijos Francisco II, Carlos IX, y Enrique III, que accedieron al trono
siendo todavía menores, debido al repentino fallecimiento de sus antecesores.
Quizás la etapa en la que
menos poder ostentó fue durante los años que duró su matrimonio, debido a que
su esposo se enamoró perdidamente de la ambiciosa Diana de Poitiers, a la que
le dio todo tipo de caprichos y permitió tener más poder político que a su
propia mujer.
Tras fallecer Enrique II,
Catalina recuperó su poder, consiguió apartar a Diana de la vida política de
Francia e incluso le arrebató el Castillo de Chenonceau que el rey le había
regalado, convirtiéndolo en su propia residencia oficial.
Y fue en este lugar donde
Catalina vivió durante los siguientes años ejerciendo como Regente de cada uno
de sus hijos y recuperando el poder político que no había tenido años atrás. Un
poder que le permitió hacer y deshacer a su antojo en un momento convulso en el
que los enfrentamientos entre católicos y hugonotes estaban en su peor momento.
Cabe destacar que dos
personajes que ejercieron una gran influencia sobre Catalina fueron los
hermanos Francisco I de Lorena (duque de Guisa) y Carlos de Lorena-Guisa
(cardenal de Lorena). Ambos eran los que realmente movían los hilos de todas
las intrigas y maquinaciones de la Corona francesa y quienes le hicieron
desconfiar de todo aquel que residía en el castillo.
Esa desconfianza se
convirtió en casi paranoica y absoluta en Catalina, motivando que mandase
construir, a través de la paredes, infinidad de conductos acústicos secretos
que le permitían escuchar todo lo que se hablaba en las distintas estancias y
así poder controlar cualquier conspiración en su contra.
No había en todo aquel
lugar una sola habitación segura en la que hablar sin correr el riesgo de ser
escuchado originando (a modo de aviso para tener discreción) la expresión ‘les
murs ont des oreilles’ (las paredes tienen orejas) y que ha llegado hasta
nuestros días en la forma de ‘las paredes oyen’.
Catalina de Medici contemplando la matanza de hugonotes (Wikimedia commons) |
La escalada de violencia
entre religiones fue en aumento en Francia y Catalina, en un arrebato de
intentar controlarlo, convenció a su hijo Carlos IX (por entonces ya mayor de
edad y por tanto reinando sin su regencia) que ordenase un masivo asesinato de
hugonotes, el cual tuvo lugar durante la noche del 23 al 24 de agosto de 1572 y
que fue conocido como ‘la matanza de San Bartolomé’.
Cabe destacar que la
expresión ‘las paredes oyes’, además de originarse alrededor de la década de
1560 en Francia, también aparece en la literatura española, pero la primera
referencia fue medio siglo después: en 1615 en la segunda parte de El Quijote y
en 1617 en la obra homónima de Juan Ruiz de Alarcón.