Si el PRI quiere ganar la
elección de 2018 en el estado de Guerrero, necesita privilegiar la unidad en su
militancia y liderazgos. Hay que recordar que la exclusión no le conviene a
ningún instituto político. La política
es de sumas, no de restas.
En la elección del año
pasado ganaron la gubernatura y la mayoría de las presidencias municipales y
distritos, por un factor: el desgaste de los gobiernos perredistas. Ganaron también la gubernatura gracias a
que las izquierdas no supieron unificarse. Si Movimiento Ciudadano (MC) y Movimiento
Regeneración Nacional (Morena) hubiesen ido en alianza con el PRD, Beatriz Mojica
Morga fuera la gobernadora y no Héctor Astudillo Flores.
La
historia ya la sabemos todos. Luis Walton Aburto hizo su berrinche porque
quería ser el candidato de una amplia alianza de partidos, que incluía al PRD.
Contendió solo, por su cuenta. Sabía que no iba a ganar, pero estaba seguro que
iba a contribuir a que el Sol Azteca dejara de gobernar Guerrero. Propició a
que regresara el PRI al poder. Eso queda muy claro. Tanto, que dos militantes
de su franquicia, digo, partido, son funcionarios de la administración
astudillista.
Morena (el partido de
Andrés Manuel López Obrador) quiso desquitarse con el PRD de Los Chuchos e ir solos con un candidato
que evidentemente iba a perder.
Al
Sol Azteca le cobraron facturas sus viejos aliados. Por eso perdió.
El
PRI tiene un gran problema en 2018: los desaciertos de Enrique Peña Nieto como
presidente de la República.
Inseguridad pública en su
máximo nivel, depreciación del peso frente al dólar, caída del precio del
petróleo y los graves casos de corrupción cometidos por funcionarios, han
marcado al gobierno federal.
En
el caso concreto de Guerrero, es muy pronto para calificar al gobierno naciente
de Héctor Astudillo.
El
PRI requiere no caer en divisionismos. Dentro de pocas semanas
estrenarán nuevo dirigente estatal. El que está (José Parcero López) ya se va. Hizo lo que pudo. Para muchos,
realizó un pésimo trabajo. ¿Será?
El próximo dirigente
priista necesita ser alguien que sepa conciliar con los grupos internos y con
la militancia (por cierto, olvidada); alguien que ayudé a defender el proyecto
de gobierno de Héctor Astudillo. Y no
necesariamente tiene que ser del grupo político del mandatario estatal.
Un
liderazgo fuerte es lo que le hace falta al PRI;
sobre todo, alguien con experiencia en
el terreno electoral y que su carrera política lo haya iniciado desde
abajo, con las bases.
Si el tricolor elige a un
dirigente que no tenga capacidad para unificar a las fuerzas internas, simple y
sencillamente contribuirá a una derrota en 2018.
El PRD está atento a lo
que hace el PRI y más cuando comete errores. Por eso mismo, Manlio Fabio Beltrones Rivera necesita
valorar muy bien a la persona que dirigirá los destinos del priismo
guerrerense.
ENTRE
OTRAS COSAS… Desde este espacio manifiesto mi
solidaridad para mi colega Ezequiel
Flores Contreras, corresponsal en la entidad del semanario Proceso, quien fue amenazado de muerte por
el ex diputado local del PRD y ex alcalde del municipio de General Canuto A.
Neri (Acapetlahuaya), Roger Arellano
Sotelo.
El incidente ocurrió la
mañana de este miércoles (frente al Congreso del Estado) cuando Cheque, como se le conoce popularmente,
participaba en una marcha junto con otros reporteros en Chilpancingo para
condenar el asesinato de la también reportera Anabel Flores Salazar, de
Veracruz.
“Cheque,
cabrón, no te hagas pendejo, ¡te va a llevar la verga! ¡Así que cuídate!
¡Acuérdate de mí, no te hagas pendejo!", y todavía cuando
se retiraba en su vehículo le insistió: "¡Nos
vamos a ver y te vas a acordar!", lanzó la amenaza el ex diputado Roger
Arellano contra el colega. ¡Ojo, autoridades!
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