martes, 19 de junio de 2012

VOTO NULO: ¿PROTESTA NULA? Por: Irasema Guzmán Orozco


Dentro de toda la propaganda política que hemos visto y escuchado en los últimos meses, destaca una en particular; no postula a un candidato en sí, tampoco tiene un logo partidista, pero sí ha tomado mucha fuerza en las recientes contiendas electorales: la promoción por parte de ciertos sectores de la sociedad a anular el voto. No representa ningún tipo de abstencionismo ya que este movimiento no es apático a la elección de los representantes políticos, sino todo lo contrario. Es un movimiento que quiere demostrar su inconformidad hacia el sistema político-electoral y el rechazo a los candidatos a un cargo de elección popular mediante un intencionado trazo erróneo en la boleta electoral. 

A pesar de los múltiples simpatizantes a anular el voto, y de los fines ideológicos de no coincidir con ninguna propuesta partidista, no existe ningún reconocimiento legal a esta expresión. El voto en blanco o voto nulo intencional se autodescalifica automáticamente desde el momento en que el ciudadano inserta la boleta en la urna, sin generar ningún impacto en los resultados de la votación. Mis teorías del por qué no es viable anular el voto:

1.    En un sistema electoral como el de nuestro país, mayoritario de tipo mixto, un candidato uninominal que obtenga un solo voto de más, gana la elección. Como alguna vez lo declaró López Portillo cuando fue candidato único por el PRI: “si yo votara por mí mismo, gano”. Y en efecto, en la democracia mexicana, un sufragio define la elección. Aunque el número de votos nulos sea mayor al porcentaje     de votos que reciba un candidato, siempre habrá un ganador.
2.    Mucho se ha especulado, que con cierto porcentaje de votos nulos se cancela la casilla, y con cierto porcentaje de casillas anuladas, se cancela un distrito y así sucesivamente hasta anular la elección. Si bien es cierto, los votos nulos son contabilizados, más no existe un umbral que sea determinante para cancelar la contienda electoral. De acuerdo al COFIPE, en su artículo 295, inciso d): “El Consejo Distrital deberá realizar nuevamente el escrutinio y cómputo cuando el número de votos nulos sea mayor a la diferencia entre los candidatos ubicados en el primero y segundo lugares en votación.” El alcance del movimiento anulista lograría a lo mucho, que se abrieran los paquetes para una segunda contabilización, pero de ninguna manera se anularía una casilla, ni un distrito y mucho menos una elección.

3.    Una contrariedad dentro del movimiento anulista: Busca cuestionar el sistema político, busca cimbrar las elecciones a través de la participación ciudadana como mecanismo de democracia. Sin embargo, lo único que se logra es atentar contra las instituciones políticas, debilitando aún más la democracia mexicana mediante el no ejercicio de un derecho político.
4.    Supongamos un escenario distinto: Que el voto nulo fuese una figura jurídica, y que realmente sucediera que con una amplia mayoría del electorado que votara en blanco, se anulara una elección. ¿Qué ocurriría después? La elección sí perdería legitimidad, pero aún así se tendría que convocar a una segunda contienda electoral, con los mismos o nuevos candidatos, lo que significaría un fuerte desgaste económico. El presupuesto del IFE para estas elecciones es de más de 15 mil millones de pesos. De acuerdo al Programa de las Naciones unidas para el Desarrollo (PNUD), México es una de las democracias más caras del mundo.
5.    En teoría, un voto nulo no favorece a ningún partido; sin embargo, al desechar la opción de emitir un voto útil a favor de las segundas fuerzas electorales beneficia automáticamente al candidato puntero, quien agradecerá que hayas preferido votar en blanco a utilizar un voto en su contra. ¿Y un voto útil a favor del puntero? Mucho mejor aún.

La ciudadanía tiene el poder de elegir a sus gobernantes mediante el sufragio y exigir cuentas de los resultados de sus prácticas gubernamentales. El punto clave para la participación ciudadana es el de la organización para demandar resultados, un movimiento bien podría estar enfocado en impulsar las reformas ciudadanas necesarias (referéndum, plebiscito, iniciativas ciudadanas, revocación de mandato y candidaturas independientes) donde se incentive la participación de la misma a través de estos mecanismos jurídicos; y no a través de un movimiento que ve a un sistema político desde la resignación.