JORGE LUIS FALCÓN ARÉVALO |
El mandatario interino de Guerrero, Salvador
Rogelio Ortega Martínez, tiene la obligación moral.
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Hacer respetar y velar por los principios elementales
del reglamento, es su función ética.
Debe ser puntual en la determinación
y solución del alto grado de corrupción y manejo turbios en la entrega de
placas, aprobación y respeto de rutas que otorga la Comisión Técnica del
Transporte. Oficina saturada de delincuentes desde el propio director hasta el último
de los inspectores, en el organigrama.
Permiten violentando la
propia Ley que deben respetar, el exceso de transporte en combis; toleran bajo
ciertas canonjías económicas que éstas transiten por carreteras federales, sin
conservar el mínimo de velocidad permitida, carecen del Seguro del Viajero,
faltan o no existen los cinturones de seguridad; unidades automotrices sin
luces, fallas hidráulicas y mecánicas en sus motores y frenos. Es decir, se
viaja en unidades de la muerte.
En este aspecto el académico
gobernante Ortega, debe asir con la Ley en la mano que estos cafres del volante
y criminales en potencia, deben adecuar sus unidades motrices, para poder
cumplir cabalmente con el reglamento primero y segundo darle a la sociedad un
transporte seguro y de calidad. Como una obligación de credibilidad hacia su
gobierno de unidad y solidaridad de la gobernanza.
La Comisión Técnica del
Transporte debe ser una Comisión y no una unidad de Casa de Bolsa o agencia de
intercambio. Esta debe ser una oficina que cumpla cabalmente con los
lineamientos de respeto y honorabilidad hacia el reglamento y Ley.
La tan trillada Comisión
que no sirva más que para apantallar a AMLOístas, permite que por las
carreteras federales de la Costa
Grande que no circulan triciclos ni bicicletas; sino traylers,
dejan que esas unidades del “servicio público” sin ser federal, transiten con
las puertas abiertas, algunas combis carecen de ellas; sin las luces traseras y
delanteras reglamentarias para tal fin; en ocasiones con sobrecupo y niños
viajando en los asientos delanteros; música que viola los estándares o
decibeles de frecuencia auditiva; y, lo que es peor conductores sin la
educación vial, y, en muchas de las ocasiones sin licencias de conducir o
caducadas.
Es pues, un trabajo enérgico,
legal, honesto y de carácter darle a esa dependencia la asepsia que se desea
para que se trabaje como debe ser ante los cánones de Ley y un mejor servicio a
la comunidad guerrerense.