Intentar escribir una
cartografía política del impacto en México y el mundo de los hechos de Iguala,
es dramático y patético. El Zoón politikón,
concepto
acuñado por el estagirita que proviene de dos palabras griegas clave, ζῷον: animal, y
πoλίτικoν: social o político. Aristóteles lo escribió pensando en futuras
zoologías fantásticas, sangrienta y muy reales en su libro 1 De política. Para hablar en plata esta
expresión del pensamiento occidental, define al ser humano como “animal social” o más específicamente “animal
político”. Suponía Aristóteles que sólo los seres humanos a diferencia de los animales poseía la
capacidad natural de relacionarse políticamente, o sea crear sociedades y
organizar la vida en ciudades-estado. Ahora se sabe que hay muchas especies
animales que viven en comunidad, o sea, que no existe tal diferencia. Somos
animales políticos ni más ni menos.
Un postulado
aristotélico sobre la naturaleza del ser humano afirmaba que sólo el individuo
se realiza plenamente en sociedad. Y retomando la secuela de mitos clásicos
afirmó los “que son incapaces de vivir en sociedad o que no la necesitan por su
propia naturaleza, porque son bestias o dioses…”.
¿Y por qué
Aristóteles anda de metiche en el caso Iguala? Por simples razones elementales.
En una sociedad como la que se ha construido con paciencia y salivita como la
mexicana, este concepto del pasado, ya no es válido. La “bestia aristotélica”
ha rebasado al animal social.
El
reciclamiento del concepto no ampara a la democracia ni de sus propios
monstruos que se han convertido en términos aristotélicos en “bestias y dioses”
amparados en el limbo donde la ley de Herodes impera y la ilegalidad-legal de
los Kalashnikov de igual forma. La CETEG es un ejemplo de estos monstruos que
el Zoón politikón a la mexicana ha creado desde las cañerías de Bucareli. Y
que ahora es imposible detener porque en su accionar está su existencia y razón
de ser miembro distinguido de la fauna política que se enseñorea en México.
El ADN priista
chocó de frente contra los argumentos de padres, amigos e invitados quienes el
pasado miércoles se reunieron con EPN, mientras en Chilpancingo, hacían de las
suyas derribando una puerta de la Casa de Gobierno.
El quid de todo esto radica en que el
gobierno de muestras de certeza sobre el verdadero destino de los
desaparecidos. Mientras eso no suceda, las protestas y las advertencias inducidas
en los diarios más importantes del mundo por el Departamento de Estado
Norteamericano, ha desnudado el verdadero rostro de la democracia mexicana.
La vaporera
nacional está a punto de reventar. Hay protestas en ciudades, capitales,
pueblos, escuelas de todo tipo. La
Primavera mexicana oscila entre el abismo y una salida urgente y creíble.
Ya no se puede tapar al sol con un chayodedo
mediático. Las redes sociales van adelante de los diarios y publicaciones con
el peligro de difundir mentiras o causar pánico en la población y ser utilizadas
como arma sicológica.
El gobierno de
la republica tiene que dar una respuesta tangible y que el golpe de timón, para
usar las palabras trilladas del presidente, “tope donde tope” que realmente se
cumplan. Esta es la prueba de credibilidad que la nación demanda de los
gobernantes. Si la respuesta está en el viento o en los entresijos de una
retórica cantinflesca, la Primavera
mexicana va continuar y con mayor brío.
En el estado de
Guerrero, que ha sufrido casi todo en las tres últimas décadas: muertes de
luchadores y de inocentes, violencia extrema en Acapulco y las regiones del
estado, y recientemente dos meteoros maléficos que despedazaron la escasa infra
estructura de esa entidad federativa y dejó en la orfandad a miles de mujeres,
hombres, niños y ancianos, pese al aplicado ejercicio de un presidente
itinerante, aún en ese segmento, ni el programa Nuevo Guerrero, podrá de aquí
al 2018 abatir los rezagos ancestrales del estado.
Y en medio del
caciquismo ramplón o de verdad que se desmorona en un estado donde la
transparencia va a la zaga y alcanzar una responsabilidad social es ganarse la
lotería. Con una clase política agachona y ensarapada en el anhelo de no quedar
descobijada para los comicios del 2015,
pese a la crisis enorme que amenaza con descarrilar al presidente EPN, mientras la CETEG y normalistas tienen como
rehén al estado con las 22 alcaldías más importantes tomadas y paralizado al
estado. ¿Qué hacen los grupos de poder de los partidos mayoritarios de Guerrero,
sus cúpulas, cenáculos y amigos que los acompañan? Y ¿que le proponen al
gobernador sustituto para salir de la crisis?. La inmovilidad, el ostracismo,
no es asunto mío, eso les pasa por culeis, no saben gobernar. ¿Cuál es el
argumento?
Y la famosa
sociedad civil de Guerrero, ¿bajo que sábanas de terciopelo o de saliva está
escondida? Salvo Tlachinollan que encabeza la defensa de los normalistas con
Vidulfo como cabeza visible, ¿dónde
están los descendientes de Guerrero y los Galeana que en eventos oficiales se
desgañitan con discursos gargareados, ejemplo fiel de la oratoria del siglo
antepasado por su retórica cursi y desteñida, o en alabanzas a la lucha
revolucionaria setentera, desfasada y demodé, cuyo eje es una “izquierda”
chipilona, mansa y con precio?
Mientras
Guerrero sea casa tomada y no le salgan al toro por los cuernos, sometido el
federalismo, al tomar posesión de Guerrero, que digan la verdad y agarren a
quién tengan que pescar, “tope donde tope” y que les digan la verdad a los
padres de los desaparecidos por muy desesperanzada que sea o que los presenten
con vida y que dejen al gobernador catapultado por una simbiosis entre la
realidad y la ficción.
Y entre
paréntesis? urge meter el nuevo presupuesto a la federación ¿Quién lo va hacer?
Y en medio del
nacimiento en septiembre de la Primavera
mexicana, en pleno otoño se le puede armar un Watergate al presidente escuchante de los
desesperados en los Pinos.
Y que el Zoón politikón aristotélico no se quede
en esa definición onomatopéyica sobre los hombres de este tiempo: “que son
incapaces de vivir en sociedad o que no la necesitan por su propia naturaleza, porque
son bestias o dioses…”.