martes, 21 de octubre de 2014

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a El Jefe) De Julio Ayala Carlos

JULIO AYALA CARLOS
Jefazo….
No tiene caso escribirte hoy si no buscas a los 43 estudiantes desaparecidos, que hoy por hoy, es más importante encontrarlos que tu permanencia en el cargo, e incluso, que la quema de la sede de tu partido.

Hoy, pues, les escribo a quienes, creo, debí dirigirme desde hace 20 días, es decir, a quienes tienen a los 43 estudiantes, o a quienes saben dónde se encuentran.
Sí. Más allá de que sean delincuentes, estoy seguro que aún tienen sentimientos, y entienden el dolor de los padres de estos muchachos que, si bien es cierto cometen actos vandálicos, entendibles por su edad, y acaso influenciados de manera perversa, es mucho más cierto que por el sólo hecho de ser jóvenes y estudiantes, merecen vivir.
Por favor, señores: entreguen a los 43 normalistas. Creo que lo que han sufrido los estudiantes todos estos días, no tiene comparativo con lo que hayan hecho. Ustedes, seguramente, tienen hijos y familiares, y saben lo que significa no saber de ellos, y lo que es peor, que estén muertos.
Si lo que pretendían era darles un escarmiento, por lo que hayan cometido, ¿qué más quieren si ya lo hicieron? Esa noche del 26 de septiembre pasado murieron seis personas, entre ellas tres, sin deberla ni tenerla.
¡Ya déjenlos libres por favor! ¡Por piedad, déjenlos libres! Permitan que esos 43 jóvenes normalistas regresen a su escuela, y a sus casas, con sus padres, con sus familiares. Permitan que puedan convertirse en maestros; permítanles tener mejores oportunidades de vida, ya que otros, como me imagino ustedes, no la tuvieron.
De verdad, nada ganan con tenerlos retenidos, más que el odio, el rencor y supongo, una sed de venganza de los padres, y el acendrado rechazo de la sociedad. Un acto de buena fe, de humanidad, de respeto por la vida, por parte de ustedes, sería el dejarlos libres si los tienen.
Muchos dicen que ustedes, los delincuentes, no tienen sentimientos, y lo prueban con el hecho de cómo se conducen, de cómo actúan, de cómo dejan a quienes, supongo, consideran enemigos, pero en el fondo, yo sí creo que los tienen, que tienen conciencia, y en ese sentido, en aras de esos valores que sus padres les inculcaron cuando eran niños, yo les pido, aunque parezca inútil y una pérdida de tiempo, que dejen libres a los muchachos, que, apenas están empezando a vivir.
Porque yo aún creo, al igual que los padres de los estudiantes desaparecidos, que aún están vivos, y porque por más búsqueda que se ha hecho, no los han encontrado. Por eso es que aún confiamos en que están con vida.
Hay quienes dicen que los 43 estudiantes ya no están vivos. Lo dicen quizá por el tiempo que ha pasado desde que desaparecieron, y seguramente porque conocen cómo son ustedes, pero mientras no se les encuentre, hay la esperanza de que se encuentren con vida.
Y si eso no fuera cierto, si ya no están con vida, que espero y no, les pregunto, qué caso tiene mantener sus cuerpos ocultos? ¿Por qué continuar con la agonía de los padres que día a día, hora a hora, y minuto y a minuto, continúan esperándolos?
Habrá quienes digan que no tiene caso dirigirme a ustedes. Sin embargo, nada se pierde con ello.
Deveras. Yo aún confío, en que los muchachos estén vivos. Y es que me pongo en el lugar de los padres de los estudiantes que aún confían, aún y cuando las evidencias demuestren lo contrario, que sus hijos están con vida.
Señores delincuentes: no tengo la menor duda que ustedes también tienen padres y demás familiares, y supongo también, que aún conociendo a qué se dedican, esperan que regresen a sus casas con vida. Seguramente ustedes también tienen hijos, y seguramente también estarían muriendo de dolor si estuvieran desaparecidos.
Ojalá esta carta, esta epístola, les llegue, y si eso no ocurre, ojalá y haya quienes la difundan para que ustedes la conozcan. Ojalá y en un acto de conciencia, digan dónde están los 43 estudiantes que, al igual que sus compañeros, cometen todo tipo de vandalismo, pero quién no ha cometido actos reprobables, siendo jóvenes, que si bien merecen un castigo, yo no creo que merezcan la muerte.

Es todo.

julio651220@hotmail.com