domingo, 29 de enero de 2012

LA RUPTURA DE ELBA ESTHER Jorge Medina Viedas

Con el poder que ostenta, tiene la capacidad suficiente para tratar de poner en práctica una estrategia de defensa de su modelo sindicato-partido, pensando no solamente en las elecciones de julio, sino en el futuro de éste y de ella misma.

De la ruptura del PRI con el Panal se observan múltiples efectos. Varios de ellos están empezando a darle una nueva configuración a la competencia política, incluso con probables secuelas después de que se conozcan los resultados de las elecciones de julio.

En primer lugar, la acostumbrada desmesura de medios, analistas y actores políticos del momento. Algunos de los que censuraron la alianza, al mismo tiempo que desacreditaron la ruptura, profirieron una avalancha de opiniones, muchas de ellas falsas y aviesas, y otras simplistas.
La ruptura, para antipeñistas irredentos, no fue más que una simulación; para los antipriistas, un acto preparado y ordenado por las poderosas fuerzas inmovilistas del PRI jurásico; para los antibeltronistas, una maniobra del senador para ganar posiciones en la elaboración de las listas legislativas de este partido.
Para los que se colocan en la perspectiva de una supuesta y mayestática objetividad, disfrazando sus compromisos o preferencias con los adversarios de Enrique Peña Nieto, o para aquellos simplemente cautivados o contratados por la maestra Elba Esther Gordillo, la ruptura fue una equivocación política letal que daña el centro de flotación de la nave priista. Y así, ad infinítum.
De todo lo anterior, sin embargo, llama la atención el entusiasmo renovado en torno a la maestra. Algo de desfachatez (o de temor) se puede ver cuando pretenden establecer que la profesora Gordillo ha sido víctima de una conspiración organizada por los “peores” especímenes de la política nacional, abstrayéndose cinícamente de una biografía llena de significado en el atraso educativo y democrático del país.
Por ello mismo, carece de sentido pensar siquiera que la maestra no está moviendo sus fuerzas. Con el poder que ostenta, tiene la capacidad suficiente para tratar de poner en práctica una estrategia de defensa de su modelo sindicato-partido, pensando no solamente en las elecciones de julio, sino en el futuro de éste y de ella misma. Tiene los medios, la fuerza, el carácter y la experiencia para hacerlo.
Esta estrategia la puede llevar a cabo mediando o no el apoyo de uno o varioscandidatos presidenciales (en acuerdos de facto y puntuales, dado el antecedente legal), pero buscando que resulte electo quien menos daño le pueda intentar hacer en el futuro.
Aparentemente no sería el candidato perredista Andrés Manuel López Obrador, quien ha declarado ya su abierto rechazo a la profesora y al Panal; no estaría en su agenda la probable candidata panista Josefina Vázquez Mota, con quien mantuvo diferencias mayores cuando ésta fue secretaria de Educación, quien, por cierto, irónicamente ha sido la mayor beneficiaria de la ruptura, a cuya candidatura se han ido adhiriendo los desencantados de Peña Nieto y de López Obrador.
Parecería entonces que a la maestra y al Panal, pese a la separación reciente, les convendría un acuerdo a transmano con el candidato priista, con quien en el pasado ha tenido una relación basada en el cuidado de los intereses de cada uno, o sea, eminentemente pragmática. Aquí el asunto es la improbabilidad de que el priista esté dispuesto a reconstituir una relación cuyos daños y perjuicios —hasta hoy, al menos— han sido irreparables. Desde distintos ámbitos y sectores, reincidir en una alianza sería más que una torpeza infinita.
Un escenario que no se debe descartar es que la maestra concentre toda su energía en un candidato propio, lo que sería prácticamente refugiarse en el SNTE y con los suyos, que, por las condiciones de la competencia, es de avizorase un destino poco halagüeño electoral y políticamente. En primer lugar, en una competencia apretada y de voto útil, puede llegar a perder el registro; al mismo tiempo, transfiere más virulentamente sus negativos al SNTE, corriendo el riesgo de debilitarlo como sindicato. Con esta decisión, se arriesga a romper la rama donde están sentados ella y su partido.
Otro escenario, junto a otros posibles, sería la radicalización del SNTE: emular a la coordinadora, la CNTE, en sus tácticas de presión, tal como lo hizo hace unos días la sección 20 del SNTE en Tepic, donde 16 mil maestros de su gremio, encabezados por su líder Roberto Ávila y el senador Gerardo Montenegro, tomaron las calles, suspendieron las clases y gritaron consignas contra el gobernador.
¿Se trató en Tepic de hacer pública una advertencia a quienes osen desafiar su poder o de una mera casualidad por un asunto local? ¿Se trata de una ruptura con el pasado? ¿Anticipa el advenimiento de un SNTE más beligerante y menos corporativo, que renuncia a sus prebendas y a su colaboracionismo? ¿Quiere Elba Esther un final distinto al de sus antecesores?
Una nueva narrativa política está por comenzar