No existe un solo guerrerense sea “tiro o troyano” que este
de acuerdo en lo más mínimo con el “Informe Preliminar de la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos,” CNDH, sobre el desalojo a balazos y levantamientos de
estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, del pasado 12 de diciembre del 2011.
Informe que deja muchas interrogantes, y esta lejos de dejar satisfechas las
demandas sociales e institucionales sobre el evento que tiene al estado de
Guerrero, su gobierno y la sociedad en su conjunto de cabeza, en la más grande
de las incertidumbres, y a un paso de la ingobernabilidad y con los costos
políticos inimaginables que ya carga
En otro sentido pero con la insensibilidad que lo caracteriza, el vocero del gobierno del Estado, Arturo
Martínez Núñez, y vocero de la Operación Guerrero Seguro, sigue con el certero
guión de que el “aumento de muertes en Acapulco no significa el aumento de
violencia”, y que todo esta controlado, por lo que quisiéramos saber donde
estudio “maquillaje” para entender lo que hay debajo de esas declaraciones y
encontrar la verdad, esa verdad que el mismísimo presidente de la CNDH, Rafael
Plascencia Villanueva, a pretendido escamotear, con un pronunciamiento escandalosamente
neutral, anodino y sin ninguna fuerza determinante en un asunto que tiene al
país consternado, y este burócrata de cuello blanco, como si “se sacara un
conejo de la manga” ha pretendido vender “cuentas de vidrio” en medio de un
lodazal de inconmensurables proporciones que tienen en jaque a las
instituciones políticas, judiciales y educativas de Guerrero.
Como trivia semanal, el vocero del estado de Guerrero,
parecería que lo que hace es leer las cartas a sus pocos invitados a
desayunar, por el rumbo de Plaza Bahía, “tirar
el huesito” y empujar su palabrería llena de barbaridades, ante sus
sorprendidos, boquiabiertos y selectos invitados, que todo lo creen y que están
muy por fuera de la realidad que se abate sobre Acapulco, dejándose llevar por
las engañosas apariencias de los protocolos demagógicos, que llaman a la hilaridad
y la desmesura, dadas sus infantiles cuentas, muy cercanos a los hermanos
Grimm, que a la tozuda y terca realidad que nos invade y atropella día con día.
Sin tomar en cuenta a los “leales bufones”, de todos los
tamaños que en lugar de ofrecer soluciones inteligentes y viables para resolver
este grave problema, en lugar de pontificar las virtudes excelsas de su jefe
político, léase Aguirre Rivero, y “besarle los pies”, “servirle de trapo para
que se limpie el sudor y se limpiarle el moco”, “ponerse de tapete para que no
pise el charco”, y no servirle de “prole paulinista”, Aguirre Rivero, no
tiene uno que le genere ideas que tanta
falta le hacen en este momento, cuando por timidez, falta de productos de
gallina –deberían de pedirle unos cuantos al pollo Granda- Plascencia Villanueva, consejeros y
especialistas, los dejo vivos, y no se quiso manchar las manos con decisiones
que hubieran marcado historia a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no
únicamente con señalamientos, y si no para que tiene y de que le sirvieron los
supuestos 186 videos que declaro que utilizaron para la investigación, los
miles de soportes que utilizaron en la investigación. Luego entonces por qué no
aportó inéditos señalamientos sobre los sujetos que actuaron, federales,
estatales y municipales que dispararon,
que patearon a los estudiantes, que incendiaron la bomba de gasolina, que
alteraron el lugar de los hechos, que levantaron a los estudiantes, que
sembraron las armas, que obstruyeron la procuración de las investigaciones, que
mintieron, que dijeron verdades a medias o mentiras sin comprobar.
Todo fue un endeble
montaje televisivo, desde el Teatro Blanquita, cuan “Cien mexicanos dijieron”, aquí no fueron
cien, solo vasto uno, Plascencia Villanueva, para mandoblar las exigencias de
una sociedad, que como la guerrerense esta urgida de definiciones torales, que
no convoquen a malinterpretaciones, que dejen las decisiones a medias tintas, y
que dejen de ofrecer resoluciones mediocres,
tibias, neutras, con más lagunas que un cerebro esclerótico, y menos
agallas que las que ha mostrado, sólo por su cuenta el procurador guerrerense
con licencia, Alberto López Rosas, y todo el material que también ofrecieron
los estudiantes de Ayotzinapa, a quienes también pese a sus rufianes actitudes
no están exentos de la aplicación de la justicia. Email:
gernestorivera@gmail.com