domingo, 1 de enero de 2012

YO CIUDADANO. GOBERNABILIDAD Gustavo Martinez Castellanos

Yo ciudadano
Gobernabilidad
Gustavo Martínez Castellanos

Toda innovación tecnológica tiene un espacio de bienvenida que genera euforia, sobre todo si en ese periodo rebasa las expectativas que el consumidor considera positivas. Con Twitter y Facebook lo vimos en el derrocamiento de los regímenes autoritarios del norte de África. Sin embargo, esa euforia deviene en decepción cuando la innovación y sus servicios nos conducen al error. Lo vimos con el Positivismo hace un siglo y, en Guerrero, recientemente, con el caso de los disturbios de la Autopista del Sol en que perdieran la vida dos estudiantes normalistas. Las imágenes que captaron los testigos le dieron la vuelta al mundo en segundos; pero ninguno se preocupó por investigar si el enlace “estudiantes abatidos a tiros – policías ministeriales armados en posición agresiva” era lógico. O si uno era consecuencia de lo otro. Esa euforia –que aún no sabemos de donde partió- irracional e instantánea, arrojó como resultado la inmediata privación de la libertad de los policías locales y el lapso en el que los presuntos autores de esas muertes pudieran menguar las evidencias. De hecho, hasta ahora, esa euforia, ha impedido que se haga justicia tanto a los estudiantes asesinados como a los policías inocentes porque generó un espacio de revuelta en el que la gobernabilidad del estado de Guerrero se vio amenazada. Espacio en el que los guerrerenses revivimos el temor de regresar a los tiempos en que desde “el centro” se nos imponían gobernantes, y la voluntad popular era acallada con subterfugios y violencia.
Si bien no hay ley que justifique la pérdida de vidas humanas -más aún si son inocentes-; tampoco es benéfico que por un problema –de cualquier orden- un estado tenga que caer en la ingobernabilidad. Si nuestros avances políticos y sociales no nos hecho arribar en México y en Guerrero a la erección de un Estado con instituciones sólidas, entonces merecemos aún la tutela del “centro”. Así, somos indignos de la democracia.
Con base en esta visión –considero- es que actuaron a tiempo y eficazmente el gobierno de Aguirre, el ex fiscal Alberto López Rosas y el ex Secretario de Seguridad, Ramón Almonte. La euforia desatada en torno a aquél fácil pero falso enlazamiento ni siquiera se detuvo a observar la lógica de los tiempos: los policías locales armados llegaron después que los policías no armados; sucesión sólo explicable a partir de que la orden de que llegaran desarmados era para resguardar la vida y las propiedades de los demás ciudadanos ante un grupo de estudiantes enardecidos; y de que éstos primeros policías hayan reportado que había disparos con arma de fuego en el lugar de los hechos. Entonces, la segunda orden posiblemente fue, que para resguardar a esos ciudadanos y a los primeros policías, un segundo grupo llevara armas pero que no las usara. Las pruebas de radizonato así lo confirman: nunca las usaron. Los policías guerrerenses no disparan ni matan a ciudadanos guerrerenses. Son inocentes.
Pero ya era difícil detener la euforia, a pesar de los llamados del ex procurador y de sus denuncias: “Los homicidas son otros. Los policías locales son inocentes”. Las redes sociales –y sus instrumentos tecnológicos- se equivocaron e hicieron equivocarse a los medios electrónicos y a los medios impresos. Y a todos los analistas.
Inclusive este error, generó otra ola de euforia: la del rechazo hacia la escuela Normal de Ayotzinapa y a los métodos de protesta de sus estudiantes. Una sociedad cansada de plantones, marchas, pintas, bloqueos, disturbios y saqueo a estanquillos les hizo llegar, a través de otros analistas un “ya basta” que exigía inclusive la desaparición de la escuela. Entonces, los muchachos se disculparon y barrieron calles en señal de contrición.
Pero no han cejado en su petición de destituir a Ángel Aguirre, sobre todo porque, los muchachos -y los radicales actuantes políticos e ideológicos que los apoyaron-, han observado que no es posible que Aguirre sea destituido sino que puede surgir con más fuerza y más estatura de este nuevo embate contra su gobierno. Por ello también piden las cabezas de Humberto Salgado Gómez y el mismo López Rosas en espera de que el motivo de su lucha y su inercia no se detengan y terminen desprotegidos por sus aliados naturales y ciertos medios de comunicación
A los guerrerenses con un buen uso de la memoria no nos agrada la ingobernabilidad, por ello, si en su momento pedimos prudencia y justicia para no darle una oportunidad al desorden, también confiamos en que el gobierno de Ángel Aguirre demostrará que la ingobernabilidad cede ante la justicia y la razón. Que no hay cacerías de brujas que ennoblezca al buen gobernante. Que la revancha o la venganza –así sean en el ámbito de la política- resultan indignas para el gobernante moderno. Experimentado.
Durante su campaña señalé que a Aguirre poseía la experiencia y la sabiduría para hacer un buen gobierno. Sin embargo, quienes tienen intereses por desestabilizar al estado seguramente continuarán maniobrando desde las sombras y desde la inmediatez de las redes sociales a un sector social que nunca pidió justicia, sino inestabilidad. Caos
El lamentable suceso del 12 de diciembre, puede y debe servirnos a los guerrerenses como ejercicio de análisis y de observación de nosotros mismos en tanto sociedad atenta a nuestros problemas. Debemos estudiar el entorno en el que nos movemos como grupo humano y, a su vez, apreciar la percepción que de nosotros mismos tenemos. Debemos evitar el desafuero, la acusación a priori, el señalamiento lesivo y las guerras mediáticas. Ya la violencia por el narco y sus consecuentes crisis, los altibajos  en la economía y  nuestros rezagos ancestrales son suficiente motor de arranque para un análisis profundo de nuestra identidad y nuestro destino. No olvidar que con referencia a la federación somos un estado joven; y más aún con referencia al mundo.
Pero sobre todo, no debemos perder  de vista que 2012 es año de elecciones.
Y que la política se ha tecnologizado. ¿También se deshumanizará?
Sin la presentación de los culpables de la muerte de los estudiantes normalistas nos atrevemos a pensar ¿valen una elección o un gobierno la vida de otras personas?
Por ello considero que López Rosas debe continuar en su puesto. Ha demostrado que trabaja con profesionalismo. Entrega. Con la entereza con que encaró al presidente Zedillo en Acapulco. Dio con los agresores de Guillermo Sánchez y con los asesinos de Moisés Villanueva y Érick Estrada. Demostró que sus policías no fueron culpables en el caso Ayotzinapa. Le falta resolver el asesinato de Armando Chavarría y debe responder por la privación ilegal de la libertad y la tortura que los estudiantes aprehendidos sufrieron ese fatídico 12 de diciembre.
También confiamos en que le dé seguimiento a la denuncia de su ex directora de Cultura Aída Espino contra Félix Salgado –que quiere ser diputado-, Fabiola Vega y Citlali Guerrero por desvío de recursos, usurpación de funciones y lo que resulte. López Rosas tiene mucho trabajo este año que entra. 2011 ya se fue. Año marcado por la violencia, el dolor, el luto, el llanto. Por la puesta a prueba –una vez más- de un país que aún se busca a sí mismo. Y un estado cuya más grande esperanza siempre será su gente. Siempre su gente.

Próspero 2012 a mis amigos y lectores.
Te abrazo Acapulco, donde sea que estés.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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