La carrera del magisterio fue hasta hace algunos años cursada por quienes tenían verdadera vocación; luego devino en una opción de aquellos estudiantes que querían cursar una carrera sin tantos contratiempos y con la posibilidad inmediata de empleo seguro y medianamente remunerado.
Hoy preocupa el nivel profesional de los maestros. Empecinada una parte de ese magisterio en participar en cuestiones políticas para no perder espacios, fomentó la mediocridad cuando no un bajísimo nivel de preparación que se refleja en algunas entidades con severa preocupación por el futuro de millones de escolapios.
Hay entidades como Oaxaca, Michoacán y Guerrero en cuyo calendario escolar prácticamente forma parte esencial el paro de actividades, cuando los profesores emprenden las marchas y movilizaciones en las capitales de esos estados y en la ciudad de México, lo mismo en demanda de mejora salarial que en protesta por asuntos partidistas, entre otros etcéteras sin fundamento.
Lo peor es que esos profesores tienen un bajísimo nivel de preparación, ya porque heredaron las plazas o las compraron o se las entregaron como parte de esas negociaciones político partidistas, y éste se refleja en los alumnos cuando llegan al nivel medio superior donde son rechazados.
¿Será posible admitir estudiantes en la preparatoria que reprueban el examen? Bueno, Andrés Manuel López Obrador ofreció que ningún joven de nivel medio y superior se quedaría fuera de las universidades. Pero, qué futuro le espera al país con esos estudiantes de mediocre o baja preparación. Ahí se atora el país.
Este es un problema que la próxima administración federal debe atender si demagogias, con políticas públicas de las que se erradique todo tipo de consideraciones partidistas y de prebendas al magisterio, sea éste de la CNTE o del SNTE.
Y precisamente es en la capacitación y preparación académica de los maestros de educación básica donde se debe proceder de inmediato. Porque, mire usted, por ejemplo la Secretaría de Educación Pública informó de los resultados del examen aplicado a más de 130 mil maestros que aspiran a una plaza en el sistema de educación pública básica.
Ocurre que 70.1 por ciento de los aspirantes, es decir, 94 mil 440, reprobó el examen. Pero aún así, estos profesores tienen la posibilidad de obtener uno de los 18 mil puestos que ofrece la SEP.
Y hay otras cifras que sin duda han encendido los focos rojos del sector educativo, o cuando menos debería de tener ocupado al equipo de Enrique Peña Nieto en la elaboración de una estrategia que supere esos niveles de escándalo de impreparación del magisterio en entidades que no pueden presumir sus bajos niveles educativos ligados a la pobreza ancestral.
¿Qué ocurrirá con los profesores que no podrán obtener una plaza? Por de pronto, sin duda realizarán movilizaciones para presionar a los gobiernos estatales y que éstos accedan a darles empleo. Y entonces será el cuento de nunca acabar rumbo a la pendiente del ausentismo en las aulas en perjuicio de millones de alumnos, porque quienes obtengan una plaza se sumarán a las marchas en solidaridad con quienes demostraron que carecen de la preparación suficiente para aprobar un examen en su área, en lo que les corresponde.
Aunque también de esos 20 mil 603 maestros que pasaron el examen, hay un buen porcentaje que lo hizo de panzazo, en tanto que sólo 309 de más de 130 mil aspirantes obtuvo una calificación de 10.
Aunque debe asumirse la otra realidad, la de la privatización de la educación en México, finalmente prohijada por quienes se declaran recurrentemente en su contra. ¿Dónde se capacitan los maestros de las escuelas privadas? En las normales públicas. Vaya paradoja, pero estos maestros son los que no participan del activismo partidista.
Un círculo de contrastes e ironías de la educación pública y privada en México. ¿Atendemos a la demagogia de dotar a todos los jóvenes de espacios en la educación media y superior, o de plano se estructuran políticas públicas que concluyan con esa carrera en contra de la educación con calidad? Digo.