Rodrigo Huerta Pegueros |
Gral. Fausto Lozano Espinoza |
El
panorama que prefiguró el general Lozano no es lejano a la realidad que vivimos
desde hace varios años atrás y el
discurso construido para responder a los cuestionamientos de los medios de
comunicación fue casi impecable, desde el punto de vista teórico. Sin embargo,
el conjunto de expresiones dadas, no aclara ninguna de las preguntas o
interrogantes que circulan entre grupos sociales, líderes de opinión o la
opinión publicada, particularmente entratándose sobre los cómos se puede
cambiar el estado de cosas que afectan la buena marcha de una entidad sumida en
la pobreza, la marginación, las injusticias, la impunidad, la corrupción y las
complicidades del poder con los poderes fácticos que actúan al margen de la ley
que convierten en líquido las otroras instituciones nacionales sólidas que
servían de escudo para la prevalencia del Estado de derecho.
El
general Lozano ya no forma parte de aquellos generales que olieron la pólvora
para hacerse de las consabidas estrellas que hoy porta. Es sin duda alguna, un
general surgido del Heroico Colegio Militar. Seguramente tiene a su haber
posgrados y condecoraciones por haber servido a la institución durante 44 años
continuos y durante ese tiempo tuvo la oportunidad de servir a la Secretaría de
la Defensa Nacional en comandancias diversas y aterrizó por estos lares en la
primera década del naciente siglo XXI. Por lo tanto, tuvo oportunidad de
conocer de cerca la forma como los guerrerenses nos desenvolvemos y quizá
también tuvo la suerte de conocer las diferentes regiones de una entidad que no
se reconoce ni a si misma por la diferencia de culturas, lenguas e idiomas que
aquí se practican. Por ello habló desde el punto de vista antropológico y quiso
llevarnos a aceptar una visión no tan certera de que desde siempre asumimos la
violencia como un acto natural nuestro y por ende de índole cultural.
La
guerrilla no es subversión. Las autodefensas no son expresiones de violencia.
La interrelación de unos y otros se da en consonancia con la forma como el
estado de Guerrero se forjó y de las castas sociales que se asentaron aquí y
quienes cometieron un sinfín de hechos denigrantes, arbitrarios, absurdos y
criminales contra los verdaderos dueños del territorio como son los grupos
indígenas que todavía subsisten en diferentes regiones del estado y a quienes
nunca se les ha hecho justicia y si en cambio se les ha tratado de seguir
explotándolos como una mercancía humana artesanal.
El
general Lozano tiene una visión cercana a lo que es en realidad el estado de
Guerrero. Tiene información privilegiada y sabe quiénes son los que están asentados
en la entidad y a que intereses responden. Habla de violencia. Habla de
cárteles. Habla de guerrilleros. Habla de criminales comunes. Habla de
autoridades diezmadas, pero nunca nos habló de cómo podremos salir, con ayuda
del ejército, de esta vorágine de violencia en que está sumergida la entidad.
Insiste,
quizá como militar de nuevo cuño, de que los problemas históricos de Guerrero
serán solucionados a un largo plazo, siempre y cuando las autoridades apliquen
políticas públicas que hagan cambiar la visión de los guerrerenses en cuanto a
violencia y siembra de drogas. El Guerrero bronco subsiste y quizá continuará
cabalgando durante años, hasta que se logre la reivindicación de la demanda
popular histórica.
El
general Lozano quiso decirnos mucho, pero al final, solo nos dio una clase de
historia desde el punto de vista de un militar que tiene información
privilegiada y que no quiso compartir, como bien lo apuntó su entrevistador.
El
ejército está en Guerrero para apoyar a las autoridades civiles, no para
resolverles los problemas de inseguridad pública. Esa sería la interpretación a
lo expresado por el general de división. Por eso no se mete ni con los grupos
de autodefensa popular, ni con los policías comunitarios, ni con los actos de
violación a turistas españolas ni a casos que tienen que resolver las fuerzas
del orden civil, sean locales, estatal o federal.
Está
el ejército para apoyar. Para que la ingobernabilidad no sea una constante. O
sea, en pocas palabras, el ejército está para salvar no para resolver lo que
tienen que hacer los que democráticamente fueron electos para representar al
pueblo.
Por
lo tanto, podremos concluir que el estado de cosas seguirá igual. Solo habrá
contención para disminuir la violencia y particularmente las ejecuciones. Lo
demás, es cosa de los civiles. Ni más, ni menos.
Este
general sí tuvo quien le escribiera.
Periodista/Analista Político*