viernes, 8 de febrero de 2013

Entresemana Quieren tumbar al rector José Narro Por Moisés Sánchez Limón

A mis compañeros ceceacheros de Naucalpan
Moisés Sánchez Limón
Corrían los días de abril de 1971 cuando el proyecto de los Colegios de Ciencias y Humanidades recibió a la primera generación en sus planteles, nuevecitos, de Naucalpan, Azcapotzalco y Vallejo, con un innovador sistema de bachillerato avalado por el Consejo Universitario de la UNAM, bajo la rectoría de Don Pablo González Casanova.
Bajo el puente ha corrido mucha agua. De aquella primera generación hay universitarios que han dado lustre al proyecto que debió enfrentar perversidades que lo instalaban en la línea del desbarrancadero.
Hoy, delincuentes a sueldo de intereses domésticos de la UNAM, disfrazados de estudiantes aprovechan al CCH, plantel Naucalpan, para desbarrancar al rector José Narro. En política no hay casualidades.
Veamos. Las causas son similares a aquellas que enfrentaron, en su momento, Jorge Carpizo y Francisco Barnés de Castro, aunque éste último debió dimitir y dio paso a la época de la concertación de Juan Ramón de la Fuente.
Resulta que estos, dizque estudiantes, rechazan la actualización del plan y los programas de estudio del Colegio de Ciencias y Humanidades. Por eso han protestado violenta e impunemente lo mismo en el plantel Naucalpan que en Ciudad Universitaria.
Son delincuentes disfrazados de estudiantes, símiles de aquellos que, convertidos en porros, hicieron de las suyas en los planteles de las preparatorias y se extendieron a los CCH que se ampliaron en número al abrirse los campus Oriente y Sur. Robar y golpear a estudiantes, vejar a jovencitas, asaltar al transporte de alimentos y misceláneas, era modus operandi de esos hampones.
Aquellos de los 70 eran delincuentes comunes que en algún momento se ampararon bajo la sombra de los miembros del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), de filiación ultraderechista a la que pertenecieron personajes como Diego Fernández de Cevallos. Estaban definidos, pues, los objetivos de porros y muros obedecían a intereses políticos intra y extra muros de la UNAM.
 Y, como es recurrente en asuntos de política metida en la Universidad Nacional Autónoma de México, el MURO influía en la vida doméstica universitaria; incluso tenían voz y voto en nombramientos de directores de preparatorias, facultades, escuelas y áreas sustantivas de la máxima casa de estudios del país, con el aderezo de que ampliaban su influencia en el ámbito político partidista, al final de cuentes brazo violento de la ultraderecha mexicana.
Los de los años 80 y 90 del siglo pasado, como los que recientemente hemos visto violentos que lo mismo golpean y patean a funcionarios y empleados universitarios y a quienes se atreven a cuestionarlos, que rompen ventanas y destruyen mobiliario propiedad de la UNAM, obedecen a causas de grupos políticos, aunque suene a perogrullada.
¿A quién le interesa defenestrar al rector José Narro, cuya reelección lo ubica en el cargo hasta 2015? Es la misma pregunta cuando el CEU se empecinó en alargar una huelga en la UNAM, bajo el mando del Consejo General de Huelga que sucedió en la práctica al CEU, hasta tumbar a Barnés de Castro.
El CEU nació opositor al rector Jorge Carpizo y sus dirigentes, hasta el año 2000, cuando se instala en el liderazgo de esos movimientos dizque de izquierda y contrarios a la reforma universitaria, son funcionarios públicos, principalmente en el Gobierno del Distrito Federal, legisladores locales y diputados federales.
¿Quiénes están detrás de esas capuchas? ¿Quiénes son esos violentos e impunes jóvenes que se asumen estudiantes y rechazan la actualización del plan y los programas de estudios del CCH? ¿Sólo ésa es la causa de la protesta? Y qué tal si los detienen y aplican la ley.  Bueno, sin duda serían presos políticos y aderezo de una escalada que se antoja, a todas luces, enderezada oara tumbar al rector José Narro. En política no hay casualidades. Conste.