jueves, 25 de julio de 2013

Los “indígenas” y la prepotencia Por Ramiro Padilla Atondo (Especial para Grado Cero Press)

Quizá no haya imagen más poderosa que la de un niño llorando. Y este llanto en particular, el llanto de un niño “indígena” es una muestra de impotencia y de miedo acumulados. Los abusos a los que están expuestos todo el tiempo. Porque no es la acción de este funcionario, es la acumulación de acciones de muchos funcionarios, de muchos ciudadanos que se empecinan en ver a los “indígenas” como ciudadanos de segunda clase.
Lo que sucede ahora es que las redes sociales empiezan a tener un papel importante en asuntos como discriminación y abuso de poder. Andy Warhol dijo que en el futuro todos tendríamos nuestros cinco minutos de fama. Está de sobra comprobado que en los tiempos actuales esta fama bien puede ser positiva o negativa.
Pero el problema de fondo es otro. La impotencia y el coraje que sentimos todos no necesariamente se traduce en acciones que cambien las condiciones de este segmento de la población tan vulnerable.
El racismo enmascarado que practicamos todos los días. Las palabras utilizadas para describir a las personas de estas etnias, “oaxaquitas” como si todos fueran “oaxaquitas”.
Inclusive la palabra “indígena” suena peyorativa. La asociación mental derivada de la palabra indígena muestra sus connotaciones raciales.
Hace un par de semanas se filtró un audio donde una regidora del cabildo de Ensenada llamaba a los niños una plaga, o topos:
Hoy estos niños vuelven a ser noticia, después del video donde un funcionario humilla al menor:
¿Qué hacer cuando somos tan indiferentes al sufrimiento de los demás?
Porque la indignación ha sido virtual. Lo bueno de esta indignación virtual fue que el funcionario fue cesado y alguien publicó sus datos en internet. Karma electrónico. Pero el asunto de fondo debería ser entonces nuestra posición, ya no como internautas ofendidos, sino como personas que se empeñan en mantener a las poblaciones autóctonas como invisibles.
¿Qué hacer cuando todos mantenemos este racismo y lo ejercemos sin ningún pudor?
Esa también es una asignatura pendiente. Y para ejemplificarlo me remito a un post en Facebook. Una persona le toma la foto a una señora porque tiene en los brazos a una niña rubia y de ojos azules. La cuestiona, le hace todo tipo de preguntas. ¿Y si el bebé hubiera sido moreno? Ni lo voltea a ver. Por eso los mexicanos no avanzamos. Lo haremos cuando entendamos que todos merecen el mismo respeto sin importar el color de piel. Que son las acciones las que hablan.
Para terminar. Si algún día usted se siente racista por más blanco que sea, recuerde, esas personas a las que usted humilla diciéndoles “oaxaquitas” o “indios”  son de sangre pura, descendientes de príncipes y reyes cuyo único pecado fue no tener anticuerpos y armas avanzadas. Y que no le pidieron a los europeos venir.
Al funcionario que humilló al niño ya lo corrieron ¿Y la regidora?