¿Tiene derecho Gustavo
Enrique Madero a avasallar a sus derrotados malquerientes? La manera en que
sembró, en la contienda por la presidencia nacional del PAN, al calderonismo
encabezado por el senador Ernesto Cordero y socios, no fue del todo real, es
decir, el panismo no se volcó en respaldo a su reelección.
Pero Madero anda lo que
sigue a la soberbia triunfalista, actor de una comedia que corre el riesgo de
enfrentar el epílogo de tragicomedia. Segundas partes nunca han sido buenas ni
las mejores. En política el ejemplo es de tal magnitud aleccionador con
fundamento en la experiencia; amarga experiencia en ciertos casos.
El Partido Revolucionario
Institucional, como ningún otro partido en el México de finales del siglo
pasado y los primeros seis años del actual, es una muestra indudable de cómo se
puede perder una elección pese a contar con todos los elementos para ganar,
todos menos al candidato. Por cierto.
Francisco Labastida Ochoa
creyó que su equipo de fantasía estaba hecho para ganar una elección, cuando
quien debía haber operado la estructura priista simplemente abandonó los
instrumentos y se negó a emprender el viaje junto con los que, seis años antes,
después de ningunearlo no tuvieron más que apoyar su nominación sustituta del
asesinado Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Y, entonces, Ernesto Zedillo
Ponce de León se volvió el enemigo público número 1 del priismo nacional, pero
el candidato Labastida Ochoa corrió la suerte del abandono de un priismo que ya
había perdido la brújula rumbo al triunfo entregándose a operadores que eran
muchachos venidos de universidades extranjeras con currículas que presumían
como diestros en esto del marketing político.
Hicieron de lado a la
lideresa tricolor Dulce María Sauri Riancho, quien había sucedido a José
Antonio González Fernández. A ella, en diciembre de 2002, la relevó Roberto
Madrazo Pintado con un equipo que se hizo de todos los puestos de control del
PRI, en una mescolanza de expertos y novatos que lo único que lograron fue la
atomización tricolor, la lucha por los cacicazgos estatales comandados por los
gobernadores.
Sólo una segunda derrota
obligó al priismo a reflexionar, reeducarse y reordenarse en torno de
liderazgos naturales y de nuevo cuño, en el entendido de que se requería unidad
para impulsar una candidatura blindada contra las veleidades de los pequeños
PRI que se engolosinaban con el poder regional e incluso en exceso doméstico,
pero finalmente poder, en estados como Oaxaca, donde las segundas partes le
llevaron a la derrota frente a una callada hechura de sus filas que pronto alzó
el vuelo solo. Gabino Cué Monteagudo.
La soberbia falsamente
fincada en un triunfo, no es buena consejera. Echar a vuelo las campanas
electorales no tiene tiempos, mas sí debe proceder con cautela porque los
simpatizantes aunque propios no generalmente se tragan la píldora de que todo
está excelente y, por ganar una contienda interna por la dirigencia, se tiene
asegurada la barredora en una elección en forma y desplegada contra otros
contrincantes que no son de casa y sí dispuestos a mandar al partido al último
sitio.
“Déjenme dejarles el mensaje
del Comité Ejecutivo Nacional –dijo este domingo Gustavo Enrique Madero en Cihuahua--,
en todo el país los panistas están fuertes, los panistas están decididos a dar
una nueva batalla, a seguir combatiendo el autoritarismo, la corrupción, el
clientelismo y la impunidad de estos malos gobiernos.
“El Partido Acción Nacional
le exigirá a los gobiernos del PRI en todo el país que den resultados y rindan
cuentas para que no sigan endeudando a los ciudadanos, porque hay una gran
preocupación y desilusión nacional por la falta de empleos, el encarecimiento
de los productos y la desigualdad social”.
Sostiene Madero que entre
los mexicanos hay un gran desencanto porque “todo lo que prometieron los
gobiernos del PRI, no están cumpliendo nada”.
Y ya entrado en gastos
anunció que hará “una gran convocatoria nacional para ver las alternativas y propuestas
que el PAN hará para que haya más crecimiento, pero sobre todo para que exista
menos desigualdad”.
De atenernos al discurso de
Gustavo Enrique Madero, el gran salvador del país es el PAN. ¿Por qué no lo
hicieron en 12 años? ¿Por qué habrá de creer el electorado en un dirigente que
perdió la elección presidencial en el año 2012? Lo más recomendable para Madero
es emprender la reconstrucción del PAN y evitar que el calderonismo se vuelva
una dirigencia alterna que no le dejará operar como pretende, ofrece, promete y
sueña en 2015. ¿Requerirá de otro Pacto por México?, aunque segundas partes
nunca han sido buenas. Digo.
LUNES. El senador Arturo
Zamora Jiménez está de retorno a su escaño en la Cámara alta. El problema lo
tiene ahora Aristóteles Sandoval, el gobernador de Jalisco que ha caído en esa
práctica de gobernar con los amigotes y una pléyade de dizque maestros y
doctores en política y otros etcéteras, pero faltos de experiencia en la
realidad social. ¿Será que el joven Aristóteles no tarda en sumarse a la
colección de los gobernadores de cartón? Conste.
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