MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
Desde las diez de la
mañana de este domingo 20 de diciembre de 2015, la televisión mexicana se quedó
huérfana del factor Chabelo.
No, no señoras y señores
que crecieron con los domingos “En Familia”, no nieguen que fueron y son
admiradores de Javier López Chabelo de aquellos días cuando apenas balbuceaban
“ma-má” y que en los meses recientes de este año no aguantaron las ganas de añorar
las gracejadas del niñote octogenario que avistaba el fin de su programa
dominical.
Quizá por eso mi amigo
Néstor Martínez Cristo hizo propia la frase “mi cuate”; seguramente cuando
abandonaba la niñez fue de las primeras oleadas de televidentes que los
domingos, religiosamente, se despachaban el programa y luego, ya mayorcito,
catafixeaba notas con los colegas de la fuente.
No, señoras y señores, no
nieguen que cuando Chabelo se despidió con mirada acuosa y la diestra pecosa
agitándose en el adiós del programa, ustedes y yo sentimos el nudo en la
garganta porque se nos iba una época, porque a ese adiós lo acompañaban los
vientos de los tiempos idos, de esos en los que no había Facebook ni celulares
ni televisión digital.
¡Ah! ¿Qué hacía usted, sí,
usted que frisa las cincuenta y tantas primaveras, aquella mañana del domingo
26 de noviembre de 1967 cuando el personaje de pantalón corto y corbatón color
pastel y chinito caído sobre la frente, dio la bienvenida a los televidentes en
blanco y negro?
Y seguramente mentirán los
contemporáneos que nieguen que en aquellos días del año negro de 1968, cuando
irreverentes un lunes de activismo en las calles de la capital del país, sin
embargo un día antes habían visto en la tele a Chabelo.
¿Gustavo Díaz Ordaz no vio
a Chabelo? Sin duda fue asiduo televidente del chamaco del pantalón corto
porque esa era una de sus mecánicas de medir estados de ánimo de los mexicanos.
Tal vez estalló en carcajadas el poblano, originario de San Andrés
Chalchicomula, con los chistes colorados que solía contar Xavier López.
Sí, señoras y señores, con la emisión de este
domingo 20 de diciembre de 2015, se cumplieron 2459 desde aquella mañana de noviembre de 1967,
cuando en la radio se escuchaba a Julisa y Angélica María, a la Sonora Santanera
y a los Beatles y los Rolling Stones y The Who.
Qué de esos días de los
balbuces de la tele a color, porque era caro tener un aparato de esos en las
colonias populares de Monterrey, Guadalajara, Puebla y Toluca, como en el
Distrito Federal, donde la señal de Telesistema Mexicano tendía sus redes y
atrapaba cientos de miles de televidentes con Chabelo en el programa financiado
por las dulceras.
Sí, concluyó la Epoca
Chabelo que transitó durante casi medio siglo por los espacios de un México que
pasó del “Síseñorpresidente”, al contestatario “Renuncieseñorpresidente”.
México de los tiempos de la guerrilla urbana y en La Montaña de Guerrero, de
Genaro Vázquez a Lucio Cabañas, de la tenebrosa Dirección de Investigaciones
para la Prevención de la Delincuencia bajo el control de Francisco Sahagún Baca
segundo de a bordo del “general” Arturo El Negro Durazo Moreno, y de la más
tenebrosa Dirección Federal de Seguridad, y de los hijos de esos agentes que
veían la tele e iban a misa los domingos luego de ver a Chabelo.
¿Quiénes de los que hoy
cumple cincuenta y tantos años y fue a la marcha del 10 de junio de 1971 no se
despachó un Domingo en Familia con Chabelo?
No, no mientan los
rockeros que fueron a Avándaro el 12 de septiembre de 1971 y que se deleitaron
el paladar musical con el Tri que andaba en pañales frente a La División del
Norte y el Ritual, que ese domingo quiérase que no, no vieron a Chabelo.
Este domingo, Chabelo tuvo
su espacio para filosofar como usted y yo lo hacemos de vez en cuando. Y es
que, en la despedida, dijo a sus seguidores y los no tanto: "Porque cada
vez que ustedes están aquí yo puedo seguir haciendo lo que decidí hacer en mi
vida. Cuando un hombre hace lo que le gusta toda su vida, es un hombre muy
afortunado y yo lo soy, por eso les digo, muchas gracias".
Y usted y yo hemos hecho
lo que hemos querido en la vida. Casi medio siglo con el emblema televisivo de
Chabelo. Y no le dé pena decir que más de diez veces vio completo el programa y
aprendió a catafixear y en ocasiones dudó de esa singular filantropía de quien
fuera hijo de a mentiritas del Tío Gamboín y acaso sobrino de Rogelio Moreno.
Nada, nada. También
disfrutó de esas películas de Chabelo con Cantinflas y Chespirito y María
Victoria. En esos días en que el PRI era el partido hegemónico y en el Congreso
de la Unión se avistaban las consecuencias de la gran primera Reforma Política.
Sí, señoras y señores,
Chabelo marcó una época, desde el gobierno de claroscuros y represor de Gustavo
Díaz Ordaz transitó por el populista de Luis Echeverría y trascendió al frívolo
de José López Portillo para escalar en crisis al de Miguel de la Madrid con una
necesaria reflexión del cuestionado gobierno de Carlos Salinas de Gortari y el
gris Oxford de Ernesto Zedillo Ponce de León que entregó el poder al inexperto
y pusilánime de Vicente Fox a quien le quedó grande la silla presidencial pero
retuvo el espacio en manos del PAN y aguantó vara con el triunfo de Felipe
Calderón Hinojosa, el chaparrito al que el poder envaneció y gobernó con sus
cuates para, finalmente, regresar la estafeta a PRI, con Enrique Peña Nieto
que, indudablemente, fue telespectador de Chabelo.
Sí, señoras y señores,
México transitó en medio del sistema del partido único a la transición que no
acaba de cuajar, pero México ya es otro y Chabelo también, aunque, no lo niegue
usted, contagió esas lágrimas en la despedida. Se nos fue una época. Digo.
LUNES. Estratégico acuerdo
aeronáutico firmó el secretario de Comunicaciones y Transportes con su homólogo
de Estados Unidos Anthony Fox. De gira por Washington, Ruiz Esparza concluye un
año de intensa actividad y logros evidentes. El acuerdo bilateral de servicios
aéreos permitirá a las aerolíneas de ambos países establecer un número
ilimitado de rutas y frecuencias entre destinos de los dos países, lo que no
significa una política de cielos abiertos.
Con este nuevo Acuerdo,
que deberá ser ratificado por el Senado, cualquier aerolínea, mexicana o
estadounidense, podrá transportar pasajeros entre ciudades de México y de los
Estados Unidos, sin límite de frecuencias, destinos o de capacidad de las
aeronaves, lo cual contribuirá a elevar la competencia en el sector y redundará
en el mayor tránsito de personas y mercancías, con más comodidad, seguridad,
servicios de calidad y a menores costos. Conste.
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