Qué terrible el debate
sobre la entrevista de Sean Penn, producida por Kate del Castillo, a Joaquín
Guzmán Loera.
Hay puntos de vista de
todo: de puros, puristas y puritanos; de interesados y hasta de quienes sólo comentan
por lo que ven en la tele (ahhh, sin faltar los trolls de Presidencia de la
República y los partidos en el poder).
La verdad ni a cual
irle... Todos metidos en el espectáculo y, desde mi punto de vista, se les
olvida lo verdaderamente importante:
El Estado Mexicano tuvo
anteriormente a Guzmán Loera dos ocasiones en la cárcel y no cortó sus “brazos
financieros”, quienes presumiblemente, a base de cañonazos de miles y millones
de pesos, le dieron la oportunidad de escaparse. Como tampoco lo ha hecho con
los de los demás delincuentes que “tiene” en presidio y, mucho menos con los
que siguen operando desde la clandestinidad. Esta es una gran falta de quienes
están y han estado al frente de los gobiernos y son parte fundamental de ese
Estado.
Y es precisamente este
tema el que permite preguntarse lo siguiente:
Si Carlos Slim tiene
problemas para poder manejar su imperio económico desde la legalidad, enclavado
en la comodidad de “Slim City” en la Colonia Granada, siendo dueño, además, del
aparato de telecomunicaciones más importante de toda América Latina y una parte
de Europa, no imagino cómo Guzmán Loera lo hizo desde el penal de máxima
seguridad del Altiplano ni cómo lo hizo desde el llamado “triángulo dorado de
la droga” en la Sierra Madre Occidental, en ranchos donde hay más gallos,
gallinas, pollos y ganado --además de droga--, que computadoras y demás
aparatos tecnológicos para administrar, no sólo una gran red de seguridad
personal (aunque siempre lo han atrapado con no más de una media docena de
acompañantes); cultivadores, procesadores y distribuidores de droga; sicarios
que pelean con otros cárteles por los corredores de la droga y las plazas o
territorios.
Pero, sobre todo, no me
imagino cómo este hombre ciertamente arcaico, puede administrar una red
financiera que maneja miles de millones de dólares alrededor del mundo sin que
las autoridades de decenas de países, no sólo México, hayan podido dar con
algunos de sus más cercanos operadores financieros para comenzar a derribar ese
imperio. Sobre todo, incluso, cuando la mayor parte de su tiempo lo dedica a
esconderse y a disfrutar de sus mujeres (según los propios medios de
comunicación que difunden historias rosas del narcotraficante).
Que no nos pretendan
engañar y que no se engañen. Joaquín Guzmán Loera seguramente sólo es dueño de
una parte muy pequeña de esa fortuna, como operador del esquema mediático-
delincuencial. Es solamente la cara visible de ese grupo mafioso incrustado en
los altos niveles del gobierno y la estructura económico-financiera mexicana,
que lo protege y desprotege a su conveniencia.
Entonces, el verdadero
administrador y beneficiario pleno del dinero que derraman el narcotráfico y
otras actividades delincuenciales es otro, dirigente o grupo, que seguramente
usa trajes de marca, vive cómodamente en la Ciudad de México y, si no despacha
en alguna oficina gubernamental o del Poder Legislativo, podría hacerlo desde
la oficina de algún corporativo.
Quienes ya vieron la
entrevista de Sean Penn y las comunicaciones entre Guzmán y la actriz Kate del
Castillo, seguramente habrán notado la primitiva personalidad y capacidad
intelectual del que fuera hasta el viernes el “hombre más buscado” del mundo, a
quien pretenden construir como un verdadero mito para hacernos creer algo que
no es por sí sólo, salvo ser seguramente un matón que no se tentó el corazón
para ascender en la carrera criminal, pero que cuenta con la dirección,
complacencia y protección, desde los altos niveles de la política mexicana para
“ser quien es”, un mito a modo.
Porque si careciera de la
protección y seguramente la dirección desde las altas esferas del gobierno y
del Estado –quienes seguramente se llevan los altos porcentajes de la derrama
económica por la protección--, difícilmente podría operar un emporio
económico-financiero de más de mil millones de dólares, como el que dice la
revista Forbes, tiene.
Es ahí donde debe estar el
debate y que no lo quieran trasladar a otra parte para darnos más circo. Eso
quiere decir que ese Estado Mexicano al que también pertenecemos como sociedad,
está podrido. Políticos, dirigentes de partidos, jueces, magistrados,
ministros, legisladores, funcionarios públicos de todos los niveles, están
insertos en una gran red de corrupción que permite edificar grandes mitos para
fortuna de unos cuantos.
Entonces, lo que esta
sociedad debería debatir es: ¿Quién o quiénes están detrás del mito, que es o
son el verdadero beneficiario de los mil millones de dólares de los que habla
Forbes?