IMÁGENES PARA LA REFLEXION.
Quizá la más grande
lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.
Aldous Huxley
El
mundo se derrumbo aquella mañana del martes 11 de septiembre de 2001, de manera
definitiva y en muchos niveles. Cuando esas poderosas columnas de acero y
cristal, símbolo de la riqueza y la opulencia norteamericana, que parecían
sostener el firmamento y apuntalar la economía mas solida de la tierra, se
vinieron abajo con horrible estruendo llevándose en sus entrañas a millares de
victimas, el sueño de los Estados Unidos, el estilo de vida americano pareció
morir, convertirse en un farsa hipócrita y mediática. Utilizando aviones
propiedad de dos de sus compañías mas emblemáticas, terroristas del medio
oriente, perpetraron el ataque mas devastador en suelo estadounidense jamas
visto, era su bautizo de fuego a una guerra de la que la nación de barras y
estrellas había sido en cierta manera, su artífice. Y el nacimiento de un nuevo
orden mundial, cuyo emblema seria el miedo y la incertidumbre.
Con
el correr de los días, las calles se volvieron terreno fértil para los
atropellos y la violación a las garantías individuales, en los medios de
comunicación, fanáticos de distintas denominaciones arrojaron su veneno a las
desconcertadas masas que pedían justicia por sus muertos a cualquier costo, y
en la babilónica Washington, un presidente de escasa capacidad pero de lengua
mordaz juraba que atraparía a los responsables y los llevaría a la justicia. El
resultado final, es conocido por todos, una crisis de confianza, dos guerras
injustas e igual de sanguinarias que los ataques a los cuales debían vengar, y
un déficit económico tal que llevo al mundo al borde de un cataclismo
financiero.
Han
pasado doce años, y la situación no es menos atenuante que en aquel tiempo, de
lo que tenemos que estar convencidos, es que el panorama internacional como lo
conocimos se derrumbo en medio de las llamas y que sobre ese hecho de se debe
construir un nuevo mundo basado en la tolerancia y el respeto, de contrario
nuestra propia supervivencia estará puesta en riesgo y episodios como el 11S
seguirán formando parte no solo de la suma de nuestros miedos sino del panorama
cotidiano de nuestra civilización.