jueves, 12 de julio de 2012

Respeto a la Voluntad Popular VOTO AJENO Por Rodrigo Huerta Pegueros*



La controversia sobre la validez de la elección presidencial que ha puesto sobre la mesa de debates el Movimiento Progresista que encabeza Andrés Manuel López Obrador dará inicio (este jueves) una vez que los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tengan en su poder la documentación que le entreguen para corroborar si es válido o no declarar como nula la votación emitida por los mexicanos el pasado primero de julio para designar al que funja como presidente de la República a partir del primero de Diciembre del año en curso hasta el día 30 de Noviembre del 2018.
Todo lo que hemos escuchado y leído a través de los medios masivos de comunicación sobre la inconformidad que se tiene por parte de los representantes de los partidos: de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y del Movimiento Ciudadano (MC), de que los comicios estuvieron plagados de irregularidades graves y no graves, es en cierta forma apuntalada por el Partido de Acción Nacional (PAN), quien también ha exigido que las autoridades competentes realicen su trabajo de investigación y sanción y actúen en consecuencia y a fondo.
Los procedimientos que aplican en esta controversia electoral han sido escrupulosamente atendidos y por lo tanto ahora, como se dice coloquialmente, la pelota está en la cancha del tribunal electoral federal, quien debe analizar con toda transparencia e imparcialidad y dentro de lo que marca la ley, las pruebas que se le entreguen y en base a ello decidir en consecuencia.
Hoy los mexicanos estamos, si no polarizados por el evento que tenemos en marcha, sí incómodos por el hecho de que en este proceso electoral democrático los participantes no han asumido una leal responsabilidad para atenerse a la decisión popular mayoritaria expresada en las urnas.
No se debe desconocer que todos los partidos políticos, unos más y otros menos, pero todo al igual, han incurrido en prácticas ilegales para allegarse votantes y han tenido como cómplices no solo a los detentadores del poder económico o de medios de comunicación sino también han obtenido amplias participaciones de los que detentan el poder público en todos los niveles de gobierno.
Por ello y desde un punto de vista ético, no se puede aceptar que se acuse con parcialidad a un solo partido político como el que ha logrado corromper la honestidad de millones de mexicanos para verse favorecidos. Se habla de que solo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) logró la compra de conciencias de poco más de 5 millones de sufragantes, número suficiente para hacerse del triunfo.
La compra de votos en este país ha sido una constante desde hace muchas décadas. Unas veces con mayor descaro y cinismo y otras con mayor sofisticación hasta llegar a estos tiempos en que se ha cambiado el dinero constante y sonante por la transacción con dinero electrónico o entrega de tarjetas para la compra de comestibles. En esta nueva forma de comprar votos están involucradas dos empresas financieras y comerciales de todos conocidas. Sin embargo, se ha puntualizado por parte de los impugnadores y denunciantes de estos hechos, que las empresas no son las directamente culpables de la compra de votos sino que quienes son indiciados son los miembros del partido tricolor quienes postularon como candidato presidencial a Enrique Peña Nieto.
No sabemos--por ello tenemos que espera—si las pruebas que presenten los impugnadores de la elección presidencial de este 2012 son reales o suficientes para demostrar un fraude electoral colosal o si serán desechadas por inconsistencia alguna.
Lo que no se debería pasar por alto es que esta práctica de denunciar fraudes monumentales sin comprobación alguna no tengan consecuencias jurídicas y legales, pues de continuar así  los mexicanos nunca podremos construir una cultura democrática real ya que los personajes principales estarán alejados de la verdadera vocación pluralista de quienes votan en forma masiva y millonaria en cada justa electoral con estas características.
La voluntad popular expresada en las urnas es la única válida para otorgarse el triunfo o la derrota. No hay más. Ninguno de los que sufragaron el pasado primero de Julio lo hizo acompañado de nadie. Solo él y su conciencia estuvieron frente a la boleta electoral y solo él y su conciencia decidieron cruzar su voto a favor de persona o logotipo estampada en las boletas. Ahí, en la urna, el ciudadano con derecho a sufragar lo hizo sin ninguna presión y frente a nadie más que a él mismo.
Esa es o ha sido la postura que han asumido los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y mientras no se demuestre lo contrario, las elecciones—y no solo la presidencial—tienen su sustento de validez y serán otras instancias (en este caso el Instituto Federal Electoral) las que realicen la fiscalización en cuanto a los gastos de campaña e imponer las sanciones económicas a que den lugar. No olvidemos que caso similar ocurrió durante la elección del presidente Vicente Fox, a quien se le comprobó que a través de los llamados Amigos de Fox se triangularon recursos que se utilizaron indebidamente en la campaña y se le aplicó un castigo ejemplar que ascendió a mil millones de pesos. Caso similar ocurrió con el PRI.
Si recordamos que esta praxis ilegal se llevó a cabo en el año 2000, no entendemos los ciudadanos de a pié los porqués durante las subsiguientes reformas políticas y de Estado no se hicieron los ajustes necesarios para que no se permitiera de nuevo esta practica ilegal. Ni en la reforma política del año 2007-2008 los partidos políticos—todos—no tocaron el tema y no sabemos si fue por conveniencia o por temor, pero el hecho es de que la compra de votos, la coacción y el uso de los recursos públicos a favor de un candidato no son causales para la invalidez de los comicios. ¡Patético!
Y ahora resulta que los mismos participantes que son los mismos partidos políticos que reformaron y aprobaron la ley electoral en el 2007 se están inconformando y rasgando las vestiduras porque se ha replicado una vez mas las prácticas ilegales que en el pasado dejaron un mal sabor de boca para todos. Sin embargo, no hicieron nada al respecto y ahora se quejan de esos hoyos negros que existen en nuestro entramado legal electoral.
Lo malo en esta controversia es que sale una vez mas a flote las prácticas ilegales en todos los partidos de la compra de votos. Lo bueno es que después de esta experiencia replicada se tendrá que modificar la ley y llegar al extremo de colocar como una causal de nulidad de la elección la compra de votos pero plenamente comprobado y corroborado para no repetir el evento de impugnación que estamos presenciando y que da al traste con el ejemplar ejercicio democrático de los más de 50 millones de mexicanos que sufragaron libremente y fuera de cualquier escenario de conflicto callejero, armado, de violencia o de estado de sitio.
Existe por ahí una especie de reflexión popular de origen bíblico que dice:  NO MIRES LA PAJA EN EL OJO AJENO, SI NO LA VIGA EN EL TUYO PROPIO.
Esta reflexión la podemos traslapar a lo que ahora sucede con la compra de votos por parte de los partidos políticos y lo que ha dado como resultado un conflicto poselectoral de parte de un partido que también ha incurrido en estas prácticas irregulares e ilegales.
Esperemos que el tribunal federal decida y que los mexicanos seamos demócratas para no pretender que a través de la presión o la violencia se cambie el sentido del voto popular expresado en las urnas el pasado primero de Julio.

Periodista/Analista Político*