miércoles, 23 de octubre de 2013

Médula Candidaturas ciudadanas ¿más democracia? Jesús Lépez Ochoa


Candidatura ciudadana, candidatura independiente. ¡Qué hermoso se escucha! Parece que las aves de la democracia nos cantan al oído la dulce tonada de la esperanza. Que la divinidad se ha condolido de un electorado sufriente por la poca credibilidad de los partidos y de los políticos. Que la democracia al fin se consolidará en nuestro país luego de una transición fallida con signos de regresión al autoritarismo.
Nada más falso. Si usted cree que las candidaturas ciudadanas serán realmente independientes y que éstas y la segunda vuelta en elecciones harán de México sino una democracia consolidada al menos un país más democrático, siento decirle que se equivoca.
En septiembre pasado tuve la oportunidad de acudir a la mágica ciudad de Guanajuato, donde la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP)  realizó su 1er. Congreso Internacional de Ciencia Política.
Dicho evento académico contó con la participación de los principales sacerdotes de la Ciencia Política actual, entre éstos el alemán social demócrata Dieter Nohlen, el principal estudioso de los sistemas electorales en el mundo cuyo diccionario de Ciencia Política, junto con el de Norberto Bobbio, son de consulta indispensable entre los estudiantes e investigadores de la materia en todo el planeta.
Durante la ronda de preguntas al finalizar  un “cara a cara” con el público, le pregunté su opinión sobre las candidaturas ciudadanas y su posibilidad de que sean una realidad en México.
Confieso que yo tenía mis dudas respecto a las posibilidades de financiamiento ilícito o que los partidos postulen por una doble vía pero las consideraba un acto de democracia y esperaba una respuesta en ese sentido, pero en su contestación el profesor Nohlen no necesitó llegar hasta esos detalles para hacerme ver mi equivocación.
“Yo no estoy de acuerdo con esas candidaturas”, dijo de entrada y la explicación fue sencilla: “el sistema de partidos es uno de los pilares de los regímenes democráticos”, me recordó y luego afirmó “si yo apoyara algo que va en contra de la democracia estaría faltando a mi convicción que es la social democracia”.
Entonces entendí que dichas candidaturas son una muestra de la incapacidad de nuestro sistema político para elevar la calidad de la democracia en nuestro país, misma que no se mide solamente en lo electoral sino en la calidad de vida de los gobernados, su cultura política, la confianza en las instituciones, el estado de derecho y la rendición de cuentas, entre otros indicadores.
Un caso similar es el de la segunda vuelta en elecciones con el que se busca resolver el problema de la legitimidad de los gobernantes que no alcanza a solucionar nuestro sistema electoral pero que pueden poner en riesgo la eficacia direccional del gobierno mexicano, que nunca ha sido mucha.
El problema radica en que el Congreso y el Senado serían definidos en la primera vuelta y en caso de que hubiera necesidad, el titular del Ejecutivo en la segunda, con lo cual hay riesgo de tener un Legislativo de oposición en el que el aval a sus proyectos sea prácticamente imposible.
Candidaturas ciudadanas y segunda vuelta en elecciones, son pues eufemismos mediante los cuales el sistema político nos está diciendo a los mexicanos que cambiará los procesos para no transformar las instituciones.
El día en que los mexicanos contemos con un sólido estado de derecho, instituciones confiables y transparentes y una mejor calidad de vida, no habrá necesidad de que los legisladores o sus partidos metan la mano al sombrero para aparecernos soluciones mágicas, fantásticas en apariencia pero inútiles en realidad para resolver las fallas de nuestra incipiente democracia.