Ni a los Tigres del Norte en un narco-corrido o Arturo Pérez Reverte en su novela “La Reyna del Sur” se les hubiera ocurrido una fantástica historia con dos fugas y dos reaprehensiones de Joaquín “El Chapo” Guzmán que pasa de un multi promocionado y auto elogiado operativo de inteligencia del Estado mexicano a la aparición en escena de actores hollywoodenses y mexicanos como Sean Penn y Kate del Castillo, quienes lograron llegar hasta la guarida del capo y entrevistarlo para la Revista Rolling Stone.
Estamos sumidos en México entre el triunfalismo gubernamental por la detención de “El Chapo” y la incredulidad de la población que conforme se va desmadejando esta telenovela tiene más la sospecha de que es pura “narco-ficción”, como si estuviéramos viendo una de la exitosas series que narran la vida de Pablo Escobar Gaviria o de Amado Carrillo Fuentes.
Lo cierto es que todo ello expone la fragilidad del Estado mexicano, de sus aparatos de inteligencia e incluso de la complicidad de autoridades de todos niveles, pero sobre todo estatales y municipales, que en meses no vieron, ni oyeron nada en Sinaloa y en Durango, así como la dependencia del gobierno federal de los contactos telefónicos entre el “Chapo” y los actores para poder ubicarlo.
Tampoco nada se ha dicho del apoyo de la DEA para este operativo de detención. Seguramente en los próximos días Estados Unidos revelará su participación en el mismo, ello una vez que avancen los trámites de la ya anunciada extradición de Joaquín Guzmán a territorio estadunidense donde enfrentará diversos cargos.
Es obvio que el gobierno de Estados Unidos participó en la investigación para la ubicación y detención del capo sinaloense y por ello reclama la inmediata extradición a la cual gobierno mexicano ya dio el visto bueno y es cuestión de días para que Guzmán enfrente diversos cargos criminales en aquella nación.
Al Chapo le ganaron los reflectores, el ansia de transcender más allá su violenta biografía que ha sembrado muerte, descomposición social y drogadicción en México y en otros países. Soñó con una película para lavar su imagen y una entrevista para tratar de justificar que la pobreza y el desempleo lo obligaron a incursionar en el narcotráfico, pero donde también expone su poderío económico que no se concretó sin complicidades de autoridades.
No es el primero de los capos del narco que busca los reflectores. Casi todos lo hacen con narco-corridos como el propio Chapo, otros con su incursión en la política como ha ocurrido en México con personajes como Julio César Godoy Toscano, quien fue diputado federal y es hermano de un ex gobernador por Michoacán o internacionalmente como el colombiano Pablo Escobar.
Escobar, conocido como “El Patrón” incursionó en la política colombiana como diputado suplente y propietario de equipos de futbol. Se construyó una imagen de una persona respetable, se codeó con políticos, periodistas y empresarios. También buscó limpiar sus crímenes e impulsó programas sociales y deportivos para la juventud de Medellín.
Joaquín Guzmán está en vías de ser extraditado a Estados Unidos donde seguramente y después de un proceso de negociación con la justicia de ese país, pasará algunos años, no muchos, tras la rejas, entregará parte de su fortuna a ese gobierno a cambio de delatar los nexos y arreglos en México con políticos, empresarios y autoridades.
En México llegarán nuevos “Chapos” o “Señores de los Cielos” que ocuparán sus lugares y el negocio de la droga seguirá intacto, con sus redes de lavado de dinero, con sus contubernios, corrupción, su cuota de sangre, los daños colaterales, la droga que corre por las calles mexicanas y la descomposición social que vive el país por el narcotráfico.
Está narco-novela en su producción del lado mexicano concluye porque no habrá nombres de políticos y empresarios involucrados con el capo, por lo menos en las investigaciones que se realizan en México. Fin de esta narco-novela que como epitafio puede titularse: Good Bye Chapo”. Tal Cual.
www.theexodo.com