Que Sebastián de la Rosa
Peláez deje dos espacios de poder importantes como son la coordinación de la
fracción del PRD y su espacio dentro de la Comisión de Gobierno del Congreso
local en aparente repudio a una corrupción que señala sin ponerle nombre, sólo
se explicaría como el inicio de la pugna interna por las candidaturas de ese
partido.
¿Muy anticipado? ¡Sí! Pero
no hay que olvidar que recientemente el presidente Enrique Peña Nieto dio el
banderazo de arranque a todos los suspirantes al declarar que ahora, “el que se
mueve sí sale en la foto”.
La política es de
encuentros y desencuentros. Si bien Sebastián de la Rosa fue de los diputados
del PRD que votaron contra la designación de Xavier Olea Peláez como fiscal, su
voto fue uniforme a favor de la aprobación de la Ley Orgánica de la Universidad
Autónoma de Guerrero.
En ambos asuntos
importantes para el Ejecutivo los votos de los legisladores perredistas fueron
decisivos para imponer la voluntad del gobernador Héctor Astudillo Flores. ¿Por
qué motiva su renuncia a la coordinación de la fracción perredista en que “un
grupo” de sus compañeros le exigía negociar con el poder?
La política es de pesos y
contrapesos. En un reporte de la firma Integralia sobre la composición regional
del poder político se cuenta a Guerrero entre los estados que cuentan con un
gobierno unificado. Esto es, que la coalición PRI-PVEM tiene el 50 por ciento
más uno de los votos requeridos en el Congreso local para la aprobación de los
asuntos comunes.
Sin embargo, para
decisiones que impliquen modificaciones a la Constitución o nombramientos que
deben pasar por la autorización del Congreso se requiere la Mayoría Calificada,
es decir, el voto de las dos terceras partes del total de diputados. Es ahí
donde se debe sentir el peso de la oposición, siempre y cuando sea congruente y
tendiente a tomar una mejor decisión para el estado.
La política es
negociación. Por supuesto. Porque también es conflicto. De ahí que las
diferentes posturas en torno a un tema son usualmente negociadas, negociaciones
que implican que alguna de las partes ceda en algunas cosas y la otra en
algunas de sus pretensiones. Pero negociar es diferente a ponerle precio al
voto. Eso efectivamente sería un acto de corrupción.
Sin embargo, las
acusaciones, graves, de Sebastián de la Rosa, son ambiguas. Se refiere a “un
grupo de legisladores” que buscan su interés personal, pero no dice claramente
a cuál, ni pone nombre y apellidos a esos diputados, ni a qué intereses en
concreto se refiere. ¿Por qué esa urgencia en diferenciarse de sus compañeros
de bancada ante los medios?
No debemos perder de vista
que es un político experimentado y que como tal, buscará siempre maximizar sus
beneficios. La teatralidad con que da a conocer su renuncia desde la tribuna
del Congreso sin duda persigue un fin.
Sin una coyuntura
importante en lo inmediato dentro del PRD ¿Cuál sería la motivación para dejar
no uno, sino dos espacios de poder importantes… para no ganar nada?
Sebastián de la Rosa ha
iniciado, al parecer, su campaña por ser candidato del PRD a senador, y lo que
hizo fue quitarse las ataduras para tener libertad de movimiento para ese
proyecto.
jalepezochoa@gmail.com