domingo, 27 de marzo de 2016

MIRADA DEL DOMINGO A CIEN AÑOS DE JUAN GARCÍA JIMÉNEZ* “POETA DE LOS INCENDIOS” Por. Isaías Alanís

ISAIAS ALANIS
“Si pudiera hablar contigo…
Te diría con orgullo
Como tu pueblo celebra/ vive/ revive tu voz
En el corazón del desvalido/del olvidado/del negro/del niño/
De tu familia
De mi amor/amor/amor…”

Guadalupe García


El oriundo de Ometepec, y considerado el mayor poeta “vernáculo” de  Guerrero cumplió cien años de haber venido al mundo. El nacido el 21 de marzo de 1916 y que falleciera el 1 de abril de 1967 fue un educador, periodista y un hombre de noches y madrugadas enteras, lleno de gracia y donaire con la existencia y el deleite.
Al autor de Palabras en el bosque, no le cuadra el encasillamiento en que lo han definido durante muchos lustros por comodidad, error o costumbre, como un poeta “vernáculo”.

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El diccionario de la Real Academia de la Lengua, define este adjetivo como; “doméstico, nativo, de la casa o país propios”.
Vernáculo viene del latín; vernaculus, “nacido en la casa de uno”, esta referencia es directamente a la lengua, sea en el caso de García Jiménez o de García Lorca.
La lengua vernácula, es la lengua que se habló, por ejemplo, en Roma. En Mesoamérica, en grandes territorios fue el náhuatl. Desgraciadamente también el concepto tiene afirmaciones peyorativas que no viene al caso enumerar.

García Jiménez, es un poeta mayor en el romance. Sus poemas están encuadrados en la gran tradición del romancero español. Que nació cantado y permanece vivo no sólo acompañado de música, sino como una expresión del pueblo ibérico y donde se habla esta lengua.
Lo mágico del romance, es que puede llegar a todo publico. Menéndez Pidal lo definió así: “los oyentes se hacían repetir el pasaje más atractivo del poema que el cantor les cantaba; lo aprendían de memoria y al cantarlo ellos, a su vez, lo popularizaban, formando con esos pocos versos un canto aparte, independiente; un romance…”.
Existen El Cancionero de romances, publicado en 1547, y el Romancero General de 1600.

Y a partir del siglo xvi y xvii se populariza que escritores como Lope de Vega, Cervantes, Quevedo los escribieran. Se les llama  “Romances nuevos” porque incorporan voces, metáforas y otros recursos formales, este es un ejemplo escrito por el gran poeta del siglo de oro español, Luis de Góngora:

Servía en Oran al rey
un español con dos lanzas
y con el alma y la vida
a una gallarda africana.

Tan noble como hermosa
tan amante como amada
con quien estaba una noche
cuando tocaron el arma.

Durante el siglo veinte, renace el romance con Antonio Machado, Gerardo Diego, Rafael Alberti y García Lorca, entre otros. 

García Jiménez, es heredero de esta tradición, que ha sido considerada como uno de los ejes de la poesía cien por ciento española.
Su versificación perfecta, el giro de sus versos, y el acento que le imprime, nos permiten afirmar sin lugar a dudas que García Jiménez, a quién en un ensayo definí como el “poeta de los incendios”, es uno de los poetas populares más importantes de Guerrero.

En ese texto hago alusión a su entrañable amor por la Costa Chica, por el habla popular con la que el poeta autor de Luna de barrio, le infunde un ritmo propio, utilizando figuras retóricas y un  metro que se amolda al habla popular de los afrodescencientes. Por lo que también podríamos catalogar a García García Jiménez como el gran poeta guerrerense de raíz africana, como el puertorriqueño Luis Palés Matos y el cubano Nicolás Guillén salvando las debidas proporciones:

¡Bembo, bembo, Fredesvindo,
caramba, que eso no es tuyo!:
piernitas de tinguiliche,
metiche como el bejuco;
niguento, pero nigüento;…
no la rondes, Fredesvindo,
que no le cuadran tus gustos…

No voy a entrar en detalles formales y estilísticos sobre la obra de García Jiménez, ese trabajo está en un legajo que guardo en mi casa, y solo afirmar sin tapujos, que García Jiménez es uno de los poetas surianos de mayor valía, sin menoscabo de otras voces de su generación. Un poeta pulcro con el lenguaje, meticuloso en el uso de las metáforas y la estructura de sus poemas. El esmerado estilo, dinámico y natural de Juan García Jiménez en algunas de sus obras más importantes, me hace pensar en que hay que regresar a su poesía, descubrir sus mecanismos simbólicos y líricos, ahondar en sus poemas y encontrar el hilo conductor para llegar al corazón y el alma de costachiquenses y guerrerenses.

Al autor de Palabras en el bosque, se le conoce más por los romances que por su poesía intimista y delicada.

Y que mejor que a cien años de su nacimiento el gobierno de Guerrero le rinda un homenaje, y además sería bueno publicar sus obras completas revisadas y con un estudio crítico profundo y profesional.
Recuperar cartas, manuscritos, poemas sueltos y hacerle un homenaje al poeta de Ometepec y dejar constancia a las nuevas generaciones de mexicanos y guerrerenses, que en un rincón de la Costa Chica de Guerrero, en vez de balas y temor de salir a la calle, nos vamos a encontrar con la voz pura del “poeta de los incendios”, Juan García Jiménez que escribió un libro notable; Cuando el amor cantaba.

En este tiempo de terror, balas, amenazas, muertos por doquier hay que celebrar a Juan García Jiménez cantándole al amor, a la poesía, a la vida.
Y que su poesía natural, salvaje, intimista para ser hablada, repetida y vocalizada se convierta en un canto al amor, como el que García Jiménez le imprimió a su vida; y su obra perdure más allá de los homenajes merecidos y sea reconocida en su tierra y fuera de ella. Porque como dice un tango muy popular, “es un soplo la vida y cien años no es nada.


*Texto escrito para ser leído en el homenaje que el gobierno de Guerrero, a través de la Secretaría de Cultura le hicieron en la rotonda de los hombres ilustres en Chilpancingo y en su natal Ometepec con motivo de los cien años de su nacimiento.