Tercera Vía
MAB, la cuenta final.
Más de una certeza está dejando el trienio o casi
cuatrienio añorvista, y es la corroboración de que su proyecto fue mucho más
grande que la “cuenta final” que extraofialmente deja para los acapulqueños,
mucho más allá de los renglones leídos en su Tercer Informe, en diciembre
pasado. En esta cuenta final, el destino lo ha rebasado con creces, y ahí están
presentes los resultados que pueden corroborarse día tras día, comenzando con
la infuncionalidad de Acapulco como ciudad, una ciudad y puerto a la cual jamás
se ha intentado abordarla desde un proyecto integral y bajo la dirección de un
Plan Regulador con estricta observancia de la Reglamentación, y no bajo los espurios esquemas partiditas y de la comercialización y
mercenarización del voto.
Manuel Añorve Baños, quedo apresado entre las grandes
necesidades del municipio de Acapulco y sus grandes ambiciones audazmente
vendidas y duramente enfrentadas con la realidad, cuando su papel como alcalde
del H. Ayuntamiento de Acapulco, más que protagonista de un papel creador, fue
el de un político omiso, cuando su destino era crear. El se negó hacerlo.
Hoy todas las esferas sociales, empresariales y
políticas y hasta las clericales, están enfrentadas con la realidad de una
ciudad altamente infuncional, carente de la eficiencia de los servicios
básicos, como son la recolección de basura, el agua, el pésimo servicio del
transporte público, el grave comportamiento de los servidores por el cáncer de
la explotación y la grave corrupción existente, todo ello no es solamente
observable, se palpa en el ambiente, se siente en el viento que pese a la brisa
de la Bahía de Acapulco, parece petrificarse ante los golpes duros de la
realidad con que se enfrenta como son las anticuadas estructuras
administrativas y el férreo control de los mandos políticos locales
La urgencia de un drástico cambio parece lejano, los
discursos de los principales precandidatos insisten en grandes compromisos,
pero hasta hoy no hay quien mencione la necesidad de discutir las grandes reformas
que la ciudad requiere, cuando este 2012, se presenta como una nueva
alternativa, otra oportunidad –probablemente la última, en los próximos 15
años-, si se tiene en cuenta que la decisión universal y secreta de los
mexicanos le diera el voto de la “prole” al proyecto político
“Atlacomulco-Televisa”, con todo y el agotamiento y la pesadez que se siente y
se percibe en su discurso: llano, hueco, vano, como un guión más, como un
producto más de su programación, la
inviabilidad de Acapulco, no variaría.
Pero la decisión no esté en ellos, está en los propios
acapulqueños que tienen la esperanza en un “destino que crear”, en generación
del siglo XXI, capaz de crear, de satisfacer sus propios “sueños” y convertirlos
en realidad, capaz de desencadenar un golpe de timón, un rompimiento de los
paradigmas que tienen atada su propia invención, porque en todas las esferas de
la vida social, en nuestras familias, nuestras escuelas, nuestros negocios, y
nuestras iglesias, nos enfrentamos a la necesidad de crear nuevas formas de
relación, donde miles, decenas de miles de acapulqueños están empezando ya
hacerlo.
Sin embargo, en
ninguna parte es la obsolescencia más avanzada o más peligrosa que en nuestra
vida política. Y en ningún terreno encontramos actualmente menos imaginación,
menos experimento, menos disposición a considerar un cambio fundamental,
incluso las personas que son audazmente innovadoras en su propio trabajo o
negocio –en sus bufetes, gasolineras, restaurantes, hoteles, sindicatos,
colegios de profesionales, asociaciones civiles, aulas o sus empresas- parecen
petrificarse ante cualquier sugerencia de que nuestras estructuras políticas
están anticuadas y necesitan ser sometidas a una revisión profunda, a una
revisión radical, donde resulta tan aterradora la perspectiva de un profundo
cambio político, con sus riesgos concomitantes que el statu quo, por
surrealista y opresivo que este sea, parece de pronto, el mejor de los mundos
posibles,… aunque estemos escuchando “la cuenta final”. Email:gernestorivera@gmail.com