sábado, 14 de enero de 2012

YO, CIUDADANO. LÓPEZ ROSAS EN CNN, Gustavo Martínez Castellanos

En el noticiario nocturno de CNN de ayer 12, la comentadora hizo una apretada entrevista al licenciado Alberto López Rosas en torno al caso Ayotzinapa. El ex procurador lució animoso y hasta sonriente. Y su postura, en los diez minutos que duró la charla, no varió: “los policías guerrerenses no dispararon”. A pesar de las preguntas de ella que pretendían desviarlo de esa posición -entre las que figuró una sobre la responsabilidad que le adjudica el informe de la CNDH-, él se mantuvo firme. Esa firmeza, cercana al éxtasis místico, ha sido la tabla que hasta el momento ha mantenido a flote a López Rosas. Y -por lo que se ha podido ver-, aún vigente en los medios. Fuera de ello lo acompaña la misma soledad que los porfiados propician a su redor: el rechazo general.
Porque además López Rosas no sólo continúa abogando por los policías que tuvo bajo su mando sino por llegar a la verdad del caso. Y ese ejercicio de fiscal, para el que fue entrenado antes y durante su cargo, desafortunadamente, no es del agrado de muchos.
Cuando fue alcalde de Acapulco, vivió rodeado de colegas, subalternos y amigos. Más tarde, como Procurador, fue respetado y temido. Hoy, nadie se ha puesto de su lado ni le ha manifestado pública e irrevocablemente ya no digamos una muestra de amistad sino cuando menos de solidaridad. Aunque sea, profesional.
Lo más sorprendente de su lamentable caso es que cuando fue alcalde de Acapulco una rémora de cultureros lo seguía a todas partes. De esa folclórica pandilla, un grupúsculo que aún intenta vivir sólo de la literatura engordó la hacienda y creció y políticamente bajo su protección. Pero, a pesar de que entre ellos se reconocen escritores, ninguno ha escrito nada a favor de su antiguo protector, hoy caído en desgracia.
Así, el teatrero José Dimayuga a quien nombró sustituto de Aída Espino en la Dirección de Cultura, guarda un silencio ominoso. Citlali Guerrero a quien hizo crecer cuando defenestró a Aída Espino, tampoco ha salido en su defensa. Jeremías Marquines, quien cobró con él como “asesor cultural” sólo lo ha hundido más al escribir –otra vez-  contra Aguirre Rivero. Federico Vite y Antonio Salinas, beneficiarios directos del poder político que el grupúsculo de Citlali y Jeremías adquirió con López Rosas, con su silencio, también le dan la espalda y con ello -así como los demás- lo señalan culpable de la muerte de los dos normalistas. Silencio acusador. Silencio de rechazo. Silencio.
Lo que es peor: todos ellos, probados jóvenesescritoresdelpacífico, tampoco han escrito que demuestre su dolor o su respeto hacia los jóvenes normalistas abatidos. Ni Vite, que ha vivido en carne propia la brutalidad policíaca. Para estos escritorcitos enanos de conciencia, los jóvenes cuentan sólo si les sirven como carne de cañón para adquirir más poder ante CONACULTA o el INBA. Burócratas cultureros, fieles sólo a los recursos monetarios, su mordaza es del tamaño de la tajada que esperan de los presupuestos.
En la entrevista de anoche, López Rosas pidió al gobierno federal respeto para él y su familia. Sabedor de los entresijos de la política en México no sólo se siente amenazado, se sabe solo. Y –con Ramón Almonte-, cierto de que el caso Ayotzinapa le arrebató peso y futuro político, militancia y tranquilidad. Peor aún: les arrebató hasta los amigos.

Así es la lucha por la verdad y la justicia en México. Un difícil camino en solitario.

No siempre: Alberto, recibe mi reconocimiento y mi admiración en un abrazo.

Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com