En los últimos días tres casos violentos contra niños han ocupado la atención nacional: la muerte del niño Héctor Alejandro Méndez Ramírez, en Ciudad Victoria, Tamaulipas provocada por sus compañeros que le estrellaron la cabeza contra el muro, ante la negligencia de una profesora y por lo cual los maestros fueron cambiados de escuela, aunque sean también culpables por omisión, o cómplices por su silencio.
¿Qué les sucederá
a los causantes de esta tragedia, todos menores de edad y culpables directos por
este homicidio?
El niño Edwin en
el estado de México, que fue torturado por el novio de su madre, Irma Virginia Salazar Velasco, quien negó lo declarado
por el niño. De acuerdo con las imágenes difundidas en las redes el menor
tiene lesiones en varias partes del cuerpo, que incluye quemaduras de cigarro. Los
médicos le preguntaron al menor ¿quién se las había hecho?, el pequeño
respondió que “el novio de su madre”
El
tercer caso, es la del sacerdote pederasta de San Luis Potosí Eduardo Córdova Bautista, quien amparado por
la arquidiócesis de San Luis, abusó de muchos menores. Los testimonios
valientes de los agraviados, hunden cada vez más a este monstruo. Leer las
declaraciones de los menores y cómo
abusaba de ellos es repugnante.
Pero si uno le rasca tantito, hay cientos de casos
similares. En Guadalajara, Jonathan, murió en marzo del 2013 porque uno de sus
compañeros para quitarle unas monedas le sumergió la cabeza en el retrete. Y a
esta lista de muertes se agregan la de los niños que carecen de lo más
indispensable para vivir. Los niños que limpian parabrisas en los cruceros de las
ciudades de México. Los niños que ingresan al sicariato. Los inhaladores de
“activo”, los niños vendedores de droga, Los niños que son explotados en los campos
agrícolas de México y los Estados Unidos. Los niños del tabaco que mueren a
causa de la nicotina. Los niños esclavos sexuales que pese a las denuncias como
las de Lidia Cacho, los culpables siguen gozando el paraíso de la impunidad.
Los niños indígenas de todo México que tiene un tortilla y un pedazo de chile
como alimento. Y los hijos de la guerra: niñas y niños hijos de policías,
militares, delincuentes y transeúntes caídos “por accidente”; las niñas y niños asesinados para extraerles
sus órganos y venderlos en el mercado negro.
En México la cifra de la muerte de menores, es alarmante.
Entre ellas la violencia de padres y padrastros, tíos y abuelos, drogadictos y
alcohólicos; prácticas medievales de maestros abusadores y golpeadores, y
sacerdotes pederastas, se suma a esta numeralia infernal.
A toda esta barbarie sufrida por los menores, se
agrega el ejercicio que realiza el crimen organizado al reclutar niños y
jóvenes para adiestrarlos y utilizarlos como guardias personales y ejecutores;
el caso del Ponchis es más que emblemático, debido a que las leyes mexicanas
protegen entre comillas a menores infractores.
¿Cuántos niños son violentados en México cada
minuto, qué se hace para evitarlo y qué futuro les espera?
¿Y usted que es padre, lo sabe, lo ignora, y que opinión
tiene al respecto?