Rogelio Faz/ Un “alivio” migratorio no parece ser una realidad para los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, al menos en un futuro cercano. Por mucho, los republicanos no la quieren y los demócratas solo un poquito, que en los hechos significa menos que poco.
Es un cuento de nunca acabar, y óptimo para debates de campaña política que solo servirá para medir fuerzas entre candidatos rumbo a la presidencia del 2016. De hecho, se utilizara para definir beneficios económicos y una supuesta seguridad nacional.
De acuerdo a los demócratas la reforma consistiría en: quien, cuantos y como. Lejos a las exigencias de los pro inmigrantes recalcitrantes, como de los extremistas de derecha. Pues un país que se jacte de democracia política, no podrá imponer un sistema dictatorial sobre su opositor.
Para los republicanos la lógica es inversa a los demócratas, es decir, cómo, cuántos y quiénes. En ese orden: primero la seguridad en la frontera, después cuántos de acuerdo a los intereses económicos del país y, por último, quiénes, siempre y cuando cumplamos con los requisitos.
A los republicanos ya se les ha acusado hasta el cansancio de racistas, discriminadores y hasta de tontos por no distinguir los beneficios de los inmigrantes, como es la mano de obra barata y la contribución a los fondos del seguro social para mantener a una sociedad blanca que envejece sin hijos.
Pero al parecer, a los republicanos les puede más preservar la identidad estadounidense ante el temor de una mayoría ‘achicanada’ que no alcanza a acoplarse a la mentalidad ‘americana’. En parte por el flujo constante inmigratorio que en muchos casos nos deja al margen del sueño americano.
Está comprobado que la frontera nunca estará al 100% segura. Así que la táctica de los republicanos se centrará en expandir el sistema E-verify. Que es verificar el estatus migratorio en los centros de trabajo para detectar a los sin documentos. Responsabilidad que recaerá en el empleador.
Por lo mismo, hay una resistencia por parte de empresarios, pues gracias a muchos de estos empleados se debe el éxito de sus negocios. Aun así, corporaciones como McDonald’s o Burger King tienen letreros en sus negocios donde ofrecen oportunidades de empleo con la advertencia del sistema E-Verify.
Una de las esperanzas falsas en la comunidad inmigrante indocumentada ha sido motivada por los mismos activistas, que en su afán de levantarnos el ánimo y por ganar méritos (que los han ganado) insisten en que “aquí estamos y de aquí no nos vamos”. Cuando la realidad es otra. El salvar a unos cuantos no es nada en comparación a más de dos millones de deportados solo durante la administración del presidente Barack Obama. Y las deportaciones no pararán mientras siga la inmigración ilegal.
Las órdenes ejecutivas de Obama, al parecer se quedarán en el papel mientras que el Congreso siga dominado por los republicanos.
Lo que pueda prometer Hillary Clinton como candidata del partido Demócrata a la presidencia, obedecerá más al interés político y popular del votante que al sentimiento humanitario inmigrante. Que parece ampararse más en la virgen de Guadalupe que en el dios voto.
Parte de la frustración depende de una ilusión desfasada con la realidad. Pues con frecuencia se recurre al pasado migratorio estadounidense para exigir derechos. Los inmigrantes debemos de quitarnos de la mente el concepto migratorio de EU del siglo XIX o mediados del XX. Ya no aplican.
La política de seguridad fronteriza prevalecerá de parte de los dos partidos políticos, lo que digan a favor será solo para majearnos o ganar votos.
Los inmigrantes recién llegados traemos las mejores intenciones, humildad y sencillez. No obstante, en muchos casos, se carece de la capacidad o voluntad para enfrentar los riesgos de una urbe como Chicago, por lo que las crías una vez que crecen, seguido pasan a ser parte de la problemática social. Lo que merma la voluntad de nacionalistas.
Para eso no necesitamos a un republicano para que nos lo recuerde o un demócrata para que nos dé coba convenenciera. Y si dicen algo en contra lo llamamos racista. Mejor tengamos el valor de reconocer nuestras deficiencias y que de ahí parta el rechazo o la aceptación.
Para ver un cambio real en las políticas migratorias por parte de los políticos, demócratas o republicanos, lo debemos medir en las áreas que nos identifican. Cuando las mejoremos de seguro veremos un alivio en las leyes.
Eventualmente no habrá reforma inmigratoria que no esté relacionado a los intereses económicos de este país y a lo que convenga en materia de seguridad nacional así sea exagerada, y así nos duela.
(entresemana.mx/vanguardia digital)