martes, 14 de julio de 2015

PREMIO “JUAN CRISÓSTOMO DORIA” DE LA FUL 2015 A EDUARDO MATOS MOCTEZUMA


Eduardo Matos Moctezuma (Foto tomada de Conaculta).




Honor a quien honor merece: participó muy activamente en el hallazgo en 1978 de la diosa Coyolxauhqui en el propio corazón del Templo Mayor



Pachuca de Soto, Hgo. México., a 14 de julio de 2015



Eduardo Matos Moctezuma recibirá este año el premio “Juan Crisóstomo Doria” que otorga la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo en el marco de la Feria Universitaria del Libro, en reconocimiento a sus aportaciones a los campos de la Antropología y la Arqueología, al ser notable precursor de las excavaciones en el Templo Mayor, zona arqueológica ubicada en el corazón de la Ciudad de México, gracias a la cual se ha obtenido bastante información acerca de los antepasados prehispánicos. 

El 25 de agosto de 2011 la UAEH dio a conocer la instauración del premio “Juan Crisóstomo Doria”, para reconocer la labor en los campos de las artes, la cultura, los derechos humanos, la academia, la ciencia, la educación, la justicia y la responsabilidad social, galardón que ha sido recibido en las cuatro ocasiones anteriores por Rubén Bonifaz Nuño, Cristina Pacheco, María Teresa Rodríguez y Beatriz Espejo.

Eduardo Matos estudió en la ENAH y en 1959 esa escuela estaba en el Centro Histórico, en la calle de Moneda, y su paso cotidiano por el Zócalo no lo alertaron de lo que iría a sucederle en el futuro. Todavía como estudiante empezó su trabajo de campo en sitios como Bonampak, Tlatelolco (gemela de Tenochtitlán), Teotihuacán (con el arqueólogo Jorge Acosta) y acabó orientando las exploraciones en Tula. Su mayor desafío llegó con el hallazgo en 1978 de la diosa Coyolxauhqui para catapultarse al estudio del mundo mexica en el propio corazón del Templo Mayor.

En 1998 fue nombrado miembro de la Academia Mexicana de la Historia y es integrante también de El Colegio Nacional (su discurso de ingreso Tríptico del pasado lo pronunció el 24 de junio de 1993) y del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República de México en el área de Ciencias Sociales, Filosofía e Historia.

El profesor Matos ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, como la Medalla "Henry B. Nicholson" por el Archivo Mesoamericano y el Museo de Arqueología de la Universidad de Harvard en 2002; la Medalla "Benito Juárez”, por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; Chevalier dans l'Ordre des Palmes Académiques en 1981; Chevalier de l'Ordre National du Mérite en 1982 concedidos por el Departamento de Arte y Letras del Gobierno de Francia; la Orden de Andrés Bello, grado de Corbata de Segunda Clase de Venezuela en 1988.

También es Doctor of Sciences Honoris Causa, de la Universidad de Colorado, 1989; Socium ab Epistolis (Socio Corresponsal) del Institutum Archaeologicum Germanicum (Instituto Arqueológico Alemán), y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía en México en 2007; además es autor de más de ocho libros de diversos géneros basados en sus hallazgos arqueológicos.

Desde el 26 de junio de 2014 es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua para ocupar la silla XV. Lo propusieron el profesor Miguel León-Portilla, Concepción Company Company y Fernando Serrano Migallón. Apenas tomó posesión de su cargo el pasado 15 de mayo con el discurso “El decir de las piedras”, leído en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología y respondido por Miguel León-Portilla. Estos son los méritos que hacen del doctor Matos el receptor idóneo del premio “Juan Crisóstomo Doria” a las Humanidades.

 Eduardo Matos Moctezuma (Foto tomada de El Colegio Nacional).
Dicho galardón posee el nombre del primer gobernador del Estado de Hidalgo, quién asumió las responsabilidades de tal entidad constituida en el año de 1869, durante la época qué gobernó el país el Benemérito de las Américas, Benito Juárez García. El Congreso designó gobernador a Doria tras haber tenido una larga carrera como militar y abogado; ya era famoso por sus lances contra las fuerzas del emperador Maximiliano y haberlos puesto pies en polvorosa durante 1867, en situación por demás desventajosa en cuanto a elementos y armas. 

Doria era valeroso, pues contaba sólo con 240 soldados mientras que los imperialistas en esa batalla —comandada por el mismísimo Maximiliano—- disponían de más de 2 mil hombres y de todas las armas, cuentan las crónicas. Su mandato fue corto, de enero a mayo, pero sentó las bases para que el Estado de Hidalgo tomara el perfil que aún ostenta como centro de una región vigorosa y cuna de héroes. El joven militar y político tenía sólo 30 años. Murió en noviembre de ese mismo año. 

Juan C. Doria, fue un devoto de la cultura y la educación y a pesar de su corto periodo en el gobierno, inauguró el Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios, génesis de la hoy magna Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Por esa memoria de entrega y lealtad, la UAEH bautizó el reconocimiento con que distinguiría durante la FUL a una personalidad mexicana que honrara a las humanidades —al humanismo en sí—, en cualquier campo del saber, como un acto de gratitud de la comunidad universitaria a su quehacer. 

Ese primer año al instaurar el Premio Juan C. Doria, durante la FUL 2011, el reconocimiento recayó en el poeta veracruzano de nacimiento y guanajuatense, oaxaqueño, regiomontano y defeño por adopción, Rubén Bonifaz Nuño, quien además de traductor de más de 100,000 versos de literatura grecolatina, profesor cuyos alumnos hoy están doctorados y un “dandy” proverbial, obtuvo diversos galardones nacionales e internacionales como poeta, pero siempre se sintió más orgulloso de su labor como maestro y formador de literatos.

En la siguiente, la 25ª edición de la FUL, en 2012, fue la periodista cultural, Cristina Pacheco, quien recibió la distinción de la UAEH, de manos del rector Humberto Veras Godoy, consistente en un pergamino, una medalla y un incentivo económico. Escritora y divulgadora de las artes y de la cultura popular a través de sus programas televisivos (Aquí nos tocó vivir y Conversando con…) transmitidos por Canal Once, la tarea de Cristina Pacheco no se limitó a la labor periodística en Canal Once, sino a su trayectoria iniciada desde 1960, en periódicos como Novedades, la revista Sucesos Para Todos (en la que publicaba bajo el pseudónimo ‘Juan Ángel Real’), en la revista Siempre, donde cultivó los géneros de crónica y artículo; en los periódicos El Sol de México, El Día (en su sección “Cuadrante de la soledad”) y más recientemente en La Jornada y en la revista de la UNAM donde se desempeñó como jefa de redacción. Pacheco ya había recibido un sinnúmero de reconocimientos y premios para cuando la UAEH le otorgó el premio a las Humanidades.

En el 2013, la galardonada fue la pianista hidalguense María Teresa Rodríguez, quien ya bordeaba los 90 años (hoy extinta). La artista ya había recibido el Premio Nacional de Artes y Ciencias en 2008, en reconocimiento de su trayectoria, pues fue la primera mujer en dirigir el Conservatorio Nacional de Música de México después de haber sido discípula y colaboradora en el taller de música del célebre Carlos Chávez. La maestra Rodríguez también fue solista en varias de las principales orquestas de nuestro país, además de las sinfónicas de Boston, Cuba, Dallas, Moscú, Londres, Lima y de la Universidad de Colorado en Boulder entre otras. En su honor, el Gobierno del Estado de Veracruz instituyó el Premio “María Teresa Rodríguez”.

En la 27ª edición de la FUL 2015, el premio lo recibió la escritora Beatriz Espejo, quien recientemente había perdido a su esposo, el escritor y crítico literario Emmanuel Carballo. Se apareció sumamente conmovida y agradeció el reconocimiento que la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, a través de su Patronato, le otorgó durante la inauguración de la Feria Universitaria del Libro y del pabellón Margarita Michelena, un nuevo ámbito para las actividades de la FUL. La autora de “Muros de Azogue” y “¿Dónde estás corazón”? emitió un discurso que hizo mención a la escritora cuyo nombre bautizó al pabellón, para manifestar que nunca había sido una mujer de excepción y que el premio la sorprendía gratamente. 


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