EFRAÍN FLORES IGLESIAS |
Lo ocurrido la noche de
este sábado en Acapulco, cerca del restaurant donde el gobernador electo Héctor Astudillo Flores cenaba pizza con
su familia, es condenable. Inadmisible, pues.
Queda demostrado que los
criminales hacen lo quieren a cualquier hora del día, sin que los elementos de
la Gendarmería (los responsables de vigilar la Costera Miguel Alemán) cumplan
con su chamba. Ni siquiera efectivos del Ejército andaban por la zona. ¿Por
qué? Quién sabe.
Luego de encabezar eventos
en Ciudad Altamirano, Coyuca de Catalán y Zihuatanejo, Héctor Astudillo se
trasladó al puerto de Acapulco para sostener una reunión con su equipo de
colaboradores para analizar algunos detalles con motivo de su toma de protesta
que se efectuará el 27 de octubre. De ahí se trasladó al restaurant Forza Italia.
Eran aproximadamente las
23:00 horas cuando desconocidos dispararon contra la fachada del bar VIP,
ubicado a un costado del Forza Italia.
En el lugar falleció una persona del sexo masculino que más tarde fue
identificado como José Luis Mojica Zavaleta, un empleado hotelero que caminaba
por el lugar del atentado. También resultaron heridos de bala dos
guardaespaldas del gobernador electo. Y, lo peor de todo, los pistoleros
huyeron como si nada.
A las 23:34 horas en su
cuenta de Twitter, Héctor Astudillo posteó lo siguiente: “Lamentable lo que sucede en Acapulco; hubo un incidente en un lugar
cercano a dónde estábamos cenando. Nos encontramos bien”.
Desde luego que hubo
quienes trataron de tergiversar la información en las redes sociales, señalando
que el blanco del ataque fue el gobernador electo y que se encontraba en un
restaurante vinculado a la mafia italiana.
Este domingo, en
conferencia de prensa, Héctor Astudillo
insistió que él no era el objetivo de los pistoleros, y lamentó la terrible
violencia que se vive en la entidad.
“Lamento profundamente los
hechos que presencié, junto con mi familia y a un lado de las personas que se
encontraban en ese lugar. Lamento que haya perdido la vida el señor José Luis
Mojica Zavaleta y que hayan resultado heridos dos compañeros que colaboran con
un servidor”, dijo visiblemente indignado.
Añadió: “Los guerrerenses
ya no quieren que sigan ocurriendo hechos violentos. No podemos seguir por la
ruta de la violencia y la deshumanización. La violencia no genera más que
violencia y la sociedad quiere que esto cambie; como gobernador del estado haré
todo lo que esté a mi alcance para que mejoren las condiciones de seguridad
pública mejoren en todo el estado”.
Reconoció que su familia y
él estaban en el lugar y momento que coincidió con el ataque, y que vivió de
manera directa lo que mucha gente de Guerrero ha padecido; observando la crisis
de padres que estaban con sus hijos, de personas angustiadas y temerosas por
los disparos.
Lo
curioso es que el gobierno estatal no haya emitido ninguna postura o comunicado
en torno al hecho.
El que se comunicó
inmediatamente con Héctor Astudillo fue el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien en su cuenta
de Twitter posteó: “Me comuniqué con
@hectorastudillo, se encuentra bien. Lamento los hechos, redoblaremos esfuerzos
para trabajar unidos contra la inseguridad”.
Urge pues que en Acapulco
y los demás municipios de la entidad se refuerce la seguridad. Y a partir del 27 de octubre le
corresponderá a Héctor Astudillo tomar el toro por los cuernos.
EL
ENOJO DE BERNARDO ORTEGA
No cabe duda que el
coordinador de la Fracción Parlamentaria de Movimiento Ciudadano en el Congreso
local, Ricardo Mejía Berdeja, le cae
mal a algunos perredistas, en especial Bernardo
Ortega Jiménez.
Resulta que el legislador
naranja cuestionó la semana pasada a la anterior legislatura local de haber
incurrido en omisión e irresponsabilidad al no desaforar al ex alcalde de
Iguala, José Luis Abarca Velázquez,
cuando en 2013 fue acusado como autor material del asesinato del dirigente de
Unidad Popular, Arturo Hernández Cardona.
Eso irritó al oriundo de
Tlanicuilulco, quien retador le respondió: “Es
un exhibicionista y conmigo se va a topar porque me sé defender”.
Bernardo Ortega olvida que
en 2012 fue presidente del Consejo Estatal del PRD, máximo órgano de ese
partido, que eligió a José Luis Abarca Velázquez como candidato a presidente
municipal de Iguala, pese a sus nexos con el grupo delictivo “Guerreros
Unidos”. Por cierto, el igualteco era integrante de la agrupación a la que
pertenece Bernardo Ortega: Coalición de Organizaciones Democráticas Urbanas y
Campesinas (CODUC)-Nueva Izquierda.
Y no solo eso. Luego del
asesinato de Arturo Hernández Cardona y de otros dos integrantes de Unidad
Popular de Iguala, llegó al Congreso local un juicio de procedencia en contra
del alcalde de Iguala, pero tal recurso no prosperó. Bernardo Ortega lo protegió políticamente hasta el final.
Ricardo
Mejía tiene razón cuando manifiesta que “estaba el huevo de la serpiente” y la
60 Legislatura no hizo nada.
Está bien que la actual
Legislatura revise si los ex diputados incurrieron en responsabilidad legal al
no proceder con el desafuero de José Luis Abarca.
Se
entiende el coraje del ex presidente de la Comisión de Gobierno. De por sí
explota cada vez que alguien lo cuestiona. No tolera la crítica. Es un
intolerante.
Y no hay que olvidar que
el Abarcazo también le pegó a él,
pues no fue postulado como candidato a diputado federal en el distrito 07. La
dirigencia nacional argumentó que los señalamientos que hay en contra de sus
familiares por dirigir a un grupo criminal (Los
Ardillos) en la región Centro de la entidad, fue suficiente. ¡Zas!
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