domingo, 18 de octubre de 2015

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Héctor Astudillo y la violencia en Guerrero

EFRAÍN FLORES IGLESIAS
Lo ocurrido la noche de este sábado en Acapulco, cerca del restaurant donde el gobernador electo Héctor Astudillo Flores cenaba pizza con su familia, es condenable. Inadmisible, pues.
Queda demostrado que los criminales hacen lo quieren a cualquier hora del día, sin que los elementos de la Gendarmería (los responsables de vigilar la Costera Miguel Alemán) cumplan con su chamba. Ni siquiera efectivos del Ejército andaban por la zona. ¿Por qué? Quién sabe.
Luego de encabezar eventos en Ciudad Altamirano, Coyuca de Catalán y Zihuatanejo, Héctor Astudillo se trasladó al puerto de Acapulco para sostener una reunión con su equipo de colaboradores para analizar algunos detalles con motivo de su toma de protesta que se efectuará el 27 de octubre. De ahí se trasladó al restaurant Forza Italia.
Eran aproximadamente las 23:00 horas cuando desconocidos dispararon contra la fachada del bar VIP, ubicado a un costado del Forza Italia. En el lugar falleció una persona del sexo masculino que más tarde fue identificado como José Luis Mojica Zavaleta, un empleado hotelero que caminaba por el lugar del atentado. También resultaron heridos de bala dos guardaespaldas del gobernador electo. Y, lo peor de todo, los pistoleros huyeron como si nada.
A las 23:34 horas en su cuenta de Twitter, Héctor Astudillo posteó lo siguiente: “Lamentable lo que sucede en Acapulco; hubo un incidente en un lugar cercano a dónde estábamos cenando. Nos encontramos bien”.
Desde luego que hubo quienes trataron de tergiversar la información en las redes sociales, señalando que el blanco del ataque fue el gobernador electo y que se encontraba en un restaurante vinculado a la mafia italiana.
Este domingo, en conferencia de prensa, Héctor Astudillo insistió que él no era el objetivo de los pistoleros, y lamentó la terrible violencia que se vive en la entidad.
“Lamento profundamente los hechos que presencié, junto con mi familia y a un lado de las personas que se encontraban en ese lugar. Lamento que haya perdido la vida el señor José Luis Mojica Zavaleta y que hayan resultado heridos dos compañeros que colaboran con un servidor”, dijo visiblemente indignado.
Añadió: “Los guerrerenses ya no quieren que sigan ocurriendo hechos violentos. No podemos seguir por la ruta de la violencia y la deshumanización. La violencia no genera más que violencia y la sociedad quiere que esto cambie; como gobernador del estado haré todo lo que esté a mi alcance para que mejoren las condiciones de seguridad pública mejoren en todo el estado”.
Reconoció que su familia y él estaban en el lugar y momento que coincidió con el ataque, y que vivió de manera directa lo que mucha gente de Guerrero ha padecido; observando la crisis de padres que estaban con sus hijos, de personas angustiadas y temerosas por los disparos.
Lo curioso es que el gobierno estatal no haya emitido ninguna postura o comunicado en torno al hecho.
El que se comunicó inmediatamente con Héctor Astudillo fue el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien en su cuenta de Twitter posteó: “Me comuniqué con @hectorastudillo, se encuentra bien. Lamento los hechos, redoblaremos esfuerzos para trabajar unidos contra la inseguridad”.
Urge pues que en Acapulco y los demás municipios de la entidad se refuerce la seguridad. Y a partir del 27 de octubre le corresponderá a Héctor Astudillo tomar el toro por los cuernos.
EL ENOJO DE BERNARDO ORTEGA
No cabe duda que el coordinador de la Fracción Parlamentaria de Movimiento Ciudadano en el Congreso local, Ricardo Mejía Berdeja, le cae mal a algunos perredistas, en especial Bernardo Ortega Jiménez.
Resulta que el legislador naranja cuestionó la semana pasada a la anterior legislatura local de haber incurrido en omisión e irresponsabilidad al no desaforar al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, cuando en 2013 fue acusado como autor material del asesinato del dirigente de Unidad Popular, Arturo Hernández Cardona.
Eso irritó al oriundo de Tlanicuilulco, quien retador le respondió: “Es un exhibicionista y conmigo se va a topar porque me sé defender”.
Bernardo Ortega olvida que en 2012 fue presidente del Consejo Estatal del PRD, máximo órgano de ese partido, que eligió a José Luis Abarca Velázquez como candidato a presidente municipal de Iguala, pese a sus nexos con el grupo delictivo “Guerreros Unidos”. Por cierto, el igualteco era integrante de la agrupación a la que pertenece Bernardo Ortega: Coalición de Organizaciones Democráticas Urbanas y Campesinas (CODUC)-Nueva Izquierda.
Y no solo eso. Luego del asesinato de Arturo Hernández Cardona y de otros dos integrantes de Unidad Popular de Iguala, llegó al Congreso local un juicio de procedencia en contra del alcalde de Iguala, pero tal recurso no prosperó. Bernardo Ortega lo protegió políticamente hasta el final.
Ricardo Mejía tiene razón cuando manifiesta que “estaba el huevo de la serpiente” y la 60 Legislatura no hizo nada.
Está bien que la actual Legislatura revise si los ex diputados incurrieron en responsabilidad legal al no proceder con el desafuero de José Luis Abarca.
Se entiende el coraje del ex presidente de la Comisión de Gobierno. De por sí explota cada vez que alguien lo cuestiona. No tolera la crítica. Es un intolerante.
Y no hay que olvidar que el Abarcazo también le pegó a él, pues no fue postulado como candidato a diputado federal en el distrito 07. La dirigencia nacional argumentó que los señalamientos que hay en contra de sus familiares por dirigir a un grupo criminal (Los Ardillos) en la región Centro de la entidad, fue suficiente. ¡Zas!
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