EFRAÍN FLORES IGLESIAS |
Este lunes es el último
día de Rogelio Ortega Martínez como
titular del Poder Ejecutivo estatal. Con él se acaba una etapa de ineptitud en el ejercicio del poder público.
Se acaba una etapa de extrema tolerancia a grupos radicales. Y ojalá termine también la opacidad en el
manejo de los recursos.
Rogelio
Ortega hizo lo que pudo en un año. Pero son más los cuestionamientos que hay en
su contra.
Fue
tibio para poner orden en Guerrero. No aplicó la ley en
contra de aquellos que durante un año cometieron disturbios en Chilpancingo y
otros municipios de la entidad. Fue
complaciente con ellos. Hasta se atrevió a decirles “compañeros”. Y eso se
lo reprueba la mayoría de los guerrerenses.
Todos sabían de su pasado
guerrillero, y tal vez fue eso lo que “le impidió” poner en su lugar a la
Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), al Movimiento
Popular Guerrerense (MPG) y a los integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias (CRAC).
Guerrero
merece orden y paz social. Ya estuvo suave que una minoría rapaz ponga de
cabeza a la entidad con sus protestas violentas y que sólo lucran con el tema
de los normalistas desaparecidos en Iguala.
Rogelio Ortega ha dicho
que se va satisfecho y con la conciencia tranquila. ¡Sí, tu Chucha, cómo no!
El
guerrillerito universitario no asimila el daño que le ocasionó al pueblo de
Guerrero por la gente que lo acompañó durante un año en el ejercicio
gubernamental. Nunca aclaró el mega sueldazo que percibió su amigo y titular de la Secretaría de
Educación Guerrero (SEG), Salvador
Martínez della Rocca, ‘El Pino’. Cuatrocientos mil pesos mensuales nada
más.
Tampoco cumplió su promesa
de destituir a sus amigos que metió al gobierno del estado y que a la vez
seguían cobrando en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro).
Otros amigos que no le
ayudaron a realizar un buen gobierno son: David
Cienfuegos Salgado, titular de la Secretaría General de Gobierno; Eliseo Moyao Morales, secretario de
Finanzas y Administración; Edmundo
Dantés Escobar Habeica, secretario
de Salud, y Jesús Hernández Torres,
secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas.
Rogelio
Ortega presume que logró pacificar a Guerrero. Mentira. La entidad sigue siendo
de las más violentas a nivel nacional, pues los criminales siguen haciendo de
las suyas.
A
Héctor Astudillo Flores le heredará una terrible crisis
financiera, pero Rogelio Ortega no aclara en qué se gastó el presupuesto del
año 2015. Y cómo va alcanzar el presupuesto si algunos de sus colaboradores
cobraban jugosos salarios, como es el caso de ‘El Pino’. Así no rinde el
dinero.
Al gobernador saliente no
se le conoce una obra de impacto social. Mientras que Zeferino Torreblanca Galindo y Ángel
Aguirre Rivero sí hicieron muchas obras (pavimentación de carreteras y
calles, aulas escolares, unidades deportivas, hospitales, etc.) en los
municipios. Y el guerrillerito, nada de
nada.
Ojalá
que con la llegada de Héctor Astudillo no se repitan los vicios cometidos
durante las administraciones de Ángel Aguirre y Rogelio Ortega. Se
requiere un gobernador de tiempo completo y que no le tiemble la mano para
poner orden.
El
gobernador saliente se la pasó quejándose de todo y de todos. La teoría que
leyó en muchos libros, no le funcionó. De entrada, menospreció
al Poder Legislativo. Quiso tener a diputados sumisos y que le aprobaran
algunas leyes que le urgían sacar rápido, como es la Ley de Amnistía para
liberar a sus cuates de la CRAC y uno que otro guerrillerito presos en penales
estatales y federales.
Se
va y muy pocos lo extrañarán. A los que le vas a doler
su partida son los dirigentes del PRD, la CRAC, la CETEG, el MPG, sus cuates
que metió en la nómina y sus ahijados de la Normal de Ayotzinapa.
Para
la mayoría de los guerrerenses será un alivio que ya deje de ser gobernador, ya
que le quedó grande ese cargo.
Ni en la UAGro es bien
visto. Tal vez intente ser candidato a rector en 2017, pero no hay que olvidar,
que hasta con la máxima casa de estudios fue severo, al retenerle recursos
millonarios. Así que ya ni piense en ser rector. ¡Zas!
Adiós,
don Roger. Adiós, a su inepto gobierno. Adiós, al Rogeliato.
ENTRE
OTRAS COSAS… Con el objetivo de reforzar la seguridad en
Acapulco, se ha implementado el “Operativo Cápsula”, en donde participan la
Policía Municipal Preventiva y Vial, así como la Estatal y la División
Gendarmería de la Policía Federal, coadyuvando también la Fiscalía General del
Estado y la Policía Investigadora Ministerial.
Eso
habla bien el gobierno que encabeza el alcalde Evodio Velázquez Aguirre, quien
ha sido muy claro que Acapulco quiere paz y que los turistas se sientan seguros
de visitar el puerto.
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