Una vez que las pandillas albiazules han pactado una solución salomónica para lamer sus heridas y presentarse ante los ciudadanos como dos amigotes que después de desearse lo peor y recetarse los epítetos más floridos se sacan fotos abrazados y sonrientes, pocos preguntan ¿dónde anda Josefina Vázquez Mota?, los más en el alto mando panista plantean, sin duda, qué hacer con la ex candidata presidencial.
Porque Josefina se disciplinó, es decir, aceptó la misma noche del domingo 1 de julio que había perdido la elección presidencial. Y punto. Luego se esfumó y con ello evitó meter ruido al proceso postelectoral, ni una frase de reproche; menos de repartición de culpa. Vázquez Mota asumió la parte de la derrota que le correspondía.
¿Y los demás? El equipazo se enfrascó en discusiones con sus detractores y contrincantes domésticos que sólo evidenciaron la enorme fractura existente en el Partido Acción Nacional y que fue, sin duda, el factor que fundamentó esa derrota de suyo estrepitosa y de la que el PAN tardará en recuperarse, a menos que los acuerdos cristalicen y Felipe Calderón Hinojosa deje de meter la mano en la vida doméstica del partido.
La ausencia de Josefina pareciera argumentarse en las necesarias y obligadas vacaciones que debía tomarse junto con la familia después de más de tres años de andar en campaña, primero en pos de la nominación del PAN a la Presidencia de la República –pese a la molestia que ello ocasionó a Felipe Calderón y su círculo de amigotes—y luego en busca de ganar la elección presidencial.
Pero lo menos que debe hacer quien ganó más de 12 millones de votos, es irse de vacaciones, echarse a la hamaca mientras en el partido y en el escenario político nacional e internacional se plantea el futuro del país. ¿Por qué dejar, entonces, que Andrés Manuel López Obrador se erija como el contrapeso de Enrique Peña Nieto?
En política, verdad de Perogrullo, todo es posible. Tanto como que a Vázquez Mota se le haya planteado comedidamente que se retirara de la escena, que no metiera ruido y, toda vez que ya le había tocado bailar bajo las estrellas del poder efímero que da una candidatura presidencial, permitiera recomponer el tiradero y que otros brillen.
Sí, en la reunión a la que asistió el aún presidente Felipe Calderón con el panismo de pedigrí, el que se reparte el poder, hubo aplausos para Vázquez Mota cuando el mandatario la mencionó. Pero los aplausos suelen ser de protocolo, por no dejar. Como los votos de confianza, sinónimo de despedida.
En fin, ése es precisamente el factor que el PAN ha dejado de lado en la tarea de refundarse, de replantear su status de partido perdedor, ha dejado de lado la importancia política y electoral que tiene Josefina Vázquez Mota, porque cualquiera puede ser derrotado, mas no muchos pueden jactarse de haber perdido con más de 12 millones de votos a favor. No es menor este factor, pero las pandillas albiazules, en la prisa por apisonar terreno firme sobre el lodazal en que se movieron de forma tal que allanaron la derrota de su candidata, se han olvidado de ella.
Porque puede entenderse que Gabriel Quadri de la Torre se haya ido a tirar de panza a la playa luego de cumplir con la hazaña de mantener el registro para el Partido Nueva Alianza, pero no que la primera mujer panista que ganó la nominación a la Presidencia de la República se esfume de la escena política.
Mal, mal que los cerebros de Acción Nacional consideren que el borrón y cuenta nueva les permitirá desbrozar el camino rumbo a la elección intermedia de 2015. Lo menos de lo que se les puede acusar es de misóginos, aunque hay una adjetivo severo para quien, pese a tener los elementos para recuperar la salud partidista, deja fuera la cura.
Y es que tal vez no se han percatado de que Andrés Manuel López Obrador se levantó del fondo al que lo mandó su tozudez como candidato perdedor y logró más de 15 millones de votos, digamos que prácticamente el mismo piso electoral de hace seis años. Ocurre que el PT y Convergencia (ahora Movimiento Ciudadano) y hasta el PRD no le movieron el piso y menos olvidaron que era un capital político fundamental.
Nos guste o no, Andrés Manuel es un político que se impuso y hasta secuestró voluntades en aquellos institutos políticos y corrientes que hoy, en alianza, han ganado gubernaturas, alcaldías y más posiciones en los congresos estatales y en el Congreso de la Unión, donde el PAN se mantiene en la segunda posición de las decisiones legislativas.
Ojalá y la ausencia de Josefina sea temporal, no consecuencia de una decisión cupular para jubilarla. No utilizar su capital político implicará graves riesgos de recuperación electoral para este PAN cuya cúpula de mando se ha vuelto a tornar en el Club de Tobi, pero sin Tobi. Conste.