martes, 7 de agosto de 2012

LOS PEORES ANGELES DE NUESTRA NATURALEZA Por J.M. GOMEZ.



Una masacre estudiantil en una escuela de clase media en el corazón de Norteamérica, una purga étnica en el seno del África negra, violencia de pandillas desatada en las favelas de Rio de Janeiro, ejecuciones realizadas con métodos similares a castigos dantescos en las calles de México; una maquinaria mediática puesta al servicio del miedo, retroalimentando nuestro inconsciente colectivo con atrocidades de indescriptible horror y glorificando a los autores de dichos actos.
A diario vemos a través de todo el mosaico de medios de comunicación que tenemos a nuestra disposición, acontecimientos que revelan las peores aristas de nuestra naturaleza humana y conforme vemos imágenes de crueldad y tortura surgen en el interior de nuestras cabezas preguntas elementales que la ciencia, vuelve a poner sobre la mesa. ¿Qué lleva a una persona a someter a otra a un sufrimiento extremo? ¿Qué factores  conducen a una sociedad a hundirse en la violencia? Y la que tal vez se nos revele mas desalentadora ¿En realidad somos una sociedad tan civilizada como el fulgurante destello del progreso tecnológico nos han hecho creer?
En su “Psicoanálisis de las Sociedades Modernas” Erich Fromm, menciona esa falsa perspectiva de los occidentales de considerarse sanos, y vivir en una sociedad funcional, mientras las evidencias nos revelan una estructura dañada, opresiva y frustrante, donde, en no pocas ocasiones los fuertes abusan de la fuerza para imponer su dominio. La violencia, según esos cuya mayor fijación es la definición empedernida es  es el tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, provocan, o amenazan con hacerlo, un daño o sometimiento grave (físico, sexual o psicológico) a un individuo o una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o futuras.
Fue el sociólogo noruego Johan Galtung quien realizo una esquematización de la violencia, algo que aparentemente imposible de algo que a nuestro parecer se identifica con una representación del caos, La violencia, según Galtung, es como un iceberg, de modo que la parte visible es mucho más pequeña que la que no se ve.
Galtung afirma que además de la violencia directa, esa que es visible, que se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia y de la que no pocas personas de confiesan victimas, hay también una La violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes. Todos aquellos métodos, enseñanzas, doctrinas, discursos y arquetipos  por los cuales la violencia es un tipo de heroísmo no solo aceptable sino imitable.
Aunado a esto el científico noruego incluyo una tercera categoría que cierra su esquema, llamado la violencia estructural que se define según el esquema como aquella que esta originada por todo un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que no permiten la satisfacción de las necesidades. Esta es la peor de las tres violencias, porque es el origen, es la que más mata y como es muy complicado distinguirla es difícil luchar contra ella. Si en un conflicto, sistemáticamente, una parte sale ganando a costa de la otra, esto no es un conflicto sino que es violencia estructural.
Así pues, parecemos estar rodeados por todo un conjunto de factores que nos orillen a volcar nuestra ira y frustración, en contra de nuestros semejantes, todo ello por una civilización en constante crisis que, pareciera estar diseñada para llevarnos a la constante frustración. Para erradicar entonces la violencia de nuestras calles, ¿que hace falta? No basta con convertir nuestras ciudades en estados paramilitares, o invertir dinero en pequeñas campañas optimistas acerca del buen comportamiento de los ciudadanos, la labor es ardua, la recomposición de nuestro tejido social debe ser una acción conjunta de todos los sectores y resucitar valores que ahora se consideran obsoletos.