Agradecemos
a los cc Valqui y Perleche el envio de sus notas sobre la presentación del
último texto de Alan García donde hace la apología de Francisco Pizarro. Como
la mayoría de los textos que redacta García estos no pasarán la frontera
peruana, salvo que cuelgue en la red el engendro.
Ya
he relatado cómo en 1994 encontré una edición popular de "El Futuro
Diferente" en un libro de viejos cerca de la Glorieta Insurgentes en el
Distrito Federal. Valía cada uno el equivalente a 0.25 centavos de dólar, es
decir casi lo vendían al peso. Era una edición mexicana. También he relatado
que uno de los últimos libros de García (me llamó la atención el revisionismo
que hacía del pensamiento aprista, pero donde cometía gruesos errores y no le
convenía para su "reconciliación" con la derecha), me refiero a
"Modernidad y Política", fue editado en inglés por un ciudadano que
pagó de su bolsillo la traducción y publicación. Sin embargo en EEUU nadie
habló del libro, ni siquiera aparecieron reseñas. Y el benefactor del texto
cobró por sus servicios haciéndose cargo de una agregaduría comercial del Perú
en EEUU y luego en China. Negocios son negocios dijo un avivato.
Nosotros
suponemos que la academia peruana mantiene su brillo de muchos años y salvo
algún oscuro intelectual como el antropólogo Ansión (que integraba el grupo de
empresarios que se reunía con García los jueves en opíparas cenas) nadie en su
sano juicio tomará en serio este libro-ocurrencia de García.La verdad histórica
no puede ser pisoteada impunemente, a lo más habrá alguna sonrisa o alguna
notita de Mirko Lauer y la "Chichi".
No
se podrá decir lo mismo de los esclavos del carisma idiotizante, los que le
celebran a García cualquier estropicio. Son los que aplauden a García sus
comentarios ligeritos, surgidos del inconsciente de un personaje que considera
la traición, el robo, el asesinato como virtudes del "buen político".
Seguramente los Mulder, las Lucianas, los Barreda, los Velasquez -y en privado
Jorge- celebrarán este bodrio, pero son personas que incluso haciendo la finta
que se oponen a García, en el fondo, sin el personaje, NO SON NADA. Así compra
lealtades García, en competencias de auto-bombo entre sus aúlicos y eso es
celebrado como ser un "buen político".
Porque
sólo una persona con problemas neurológicos podría afirmar de Francisco
Pizarro: "sí pues asesinó a Atahualpa, pero no tiene la culpa". En
México Hernán Cortez (que traicionó a Moctezuma) ni siquiera es reivindicado
por los conservadores. No existen monumentos a los conquistadores que arrasaron
con el Imperio Azteca, tampoco se niega la herencia hispánica, integrándola
como parte del proceso de formación de la nacionalidad, pero a nadie se le
ocurre "celebrar" la violencia de la conquista, menos alabar a Cortez
como "buen político".
Alan
García dentro de poco terminará reivindicando a Sánchez Cerro, a Luis A.
Flores, a Odría, a Esparza Zañartu, a Vladimiro Montesinos. Total "No hay
que sentirse responsables de lo que se hace cuando se ejerce el poder".
¡Viva la impunidad! ¡Viva la matanza de El Frontón, de Lurigancho, de
Accomarca, el grupo Colina, Bagua!
Esta
demencia de llamar actos del "buen político" a la corrupción, el
genocidio, la deslealtad, el pragmatismo en su peor sentido, significa despojar
a la democracia y al Estado de derecho de sus valores más esenciales, sin los
cuales, en el orden político-institucional siempre triunfará el más fuerte o el
que tenga más capacidad de corromper. Estamos ante el continuador ideológico
del fujimorismo.
Y
qué tragedia que los apristas (en realidad tontos de capirote e ignorantes) que
siguen llamándolo "compañero presidente", no entiendan que García no
sólo destruyó al aprismo, sino que es un riesgo para los sagrados intereses del
Perú y su Estado nacional. Un personaje que quiere un país resignado, agachado
y automutilado en sus convicciones cívicas y republicanas, en sus valores e
ideales renovados en cada generación, pese a los intentos de la cleptocracia,
las oligarquías y los politicos alquilados, para trivializarlo todo, tratando
de lograr que se admire lo perverso, lo negativo.
Y
todo por supuesto, oleado y sacramentado con el Cristo del Gordovago
chorrillano.
Alan
García a lo que aspira -para que nadie le recuerde la prescripción y la
traición a Haya de la Torre-, es que los peruanos admiren al déspota, celebren
al abusivo, envidien al corrupto. Y los apristas alanizados, son los primeros
responsables de este proyecto destructor de la peruanidad. Por eso resurge el
antiaprismo, porque hay un Perú decente, de reglas éticas, de compromiso nacional,
de esfuerzo personal y progresista que rechaza al alanismo-fujimorismo y su
baúl de consejos, sentencias y glosas que giran alrededor de la célebre frase
de García "En política no hay que ser ingenuo" y la de Fujimori
" Hay que meter la yuca.... con disimulo".
¡Allá
los alanistas que han prostituido el nombre de Haya de la Torre! ¡Allá los que
viven en las nubes con citas bíblicas, cuando es en la Tierra donde el infierno
crece! Alan García está intentando refundar un nuevo orden social e ideológico
basado en la corrupción y la deslealtad. No lo logrará mientras haya un Perú
decente y nacionalista.
Este
hombre nació para devastar instituciones, para gozar destruyendo a sus más
cercanos. Recordar cómo humilló a Pilar Nores públicamente, haciendo la apología
de la señora Chessman en su presencia. Sin ningún tino, ningún decoro, sin
respetar la dignidad de la madre de sus hijos mayores. ¡Ese es García, el
hombre que odia al Apra! porque lo privó de conocer a su padre víctima del
autoritarismo que ahora reivindica. Que detesta a los apristas, ninguneandolos
y ofendiendolos ante sus amigos ricos, vengándose de esta forma por lo que
considera, la "traición" de los apristas a su persona que no lo
defendieron cuando fue el golpe de Estado de abril de 1992.
Alan
García se cree el genio de la política criolla, del manejo del poder y de las
expectativas. Y no es más que un depredador de instituciones, doctrinas,
valores y conductas éticas.
Quiso
ser filósofo y fracasó, quiso ser organizador político y terminó dividiendo al
Apra, quiso ser sociólogo y nunca pudo escribir un sencillo ensayito sobre la
realidad peruana o latinoamemericana, escribió "El nuevo
totalitarismo" intentando liderar la oposición al neoliberalismo en la
socialdemocracia y terminó alabando al "modelo", quiso ser
constitucionalista y Manuel Fraga el autoritario y reaccionario heredero del
franquismo, le orientó en su tesis doctoral.
García
por ello necesitó de Chang y la UPSMP, usurpada a los dominicos, para crear su
propia corte de lacayos académicos que celebren sus "textos". Ya en
el gobierno, el Estado sería la caja chica para pagar favores.
El
político moderno, el ideólogo de la modernidad peruana, ese es su proyecto, que
lo recuerden por ello, como el hombre que le cambió la mentalidad a los
peruanos.Por eso trata de reinventar la historia y compra a sus enemigos.
Pero
solo será recordado como el destructor del Apra y uno de los políticos más
corruptos que tuvo el Perú, el que exhibió, beneficiándose, la mayor debilidad
del Estado: la impunidad y la incapacidad para sancionar a los ladrones.
*Sociólogo
y Politólogo egresado de la Universidad Complutense de Madrid. Master en
Estudios del Desarrollo por la misma universidad. Doctor en Estudios
Latinoamericanos por la UNAM. Actualmente es profesor de la Universidad
Iberoamericana del DF, La Universidad Anáhuac y la UDLA – sede México DF. Es
investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM.