Pese a que la Ley determina y precisa que la Administración de gobierno de Atoyac de Álvarez, termina su mandato el 30 de septiembre del 2012; Carlos Armando Bello Gómez, ya desmanteló las oficinas, despidió al margen de la ley a los trabajadores y acarreó con bienes e inmuebles hacia su casa; así a otras oficinas como las del tesorero municipal.
Cercano a una de las margenes del río Atoyac se encuentra este criadero de cerdos, pollos y caballeriza, donde los desechos de toda índole, tanto de estos animales como de los habitantes de ese sitio, van a dar al lecho de ese antes caudaloso vertiente marítimo. El sitio en cuestión está localizado a un costa del mercado "Perseverancia", desde donde se huelen olores de toda degradación de desechos orgánicos e inorgánicos. Esta fue una de las muchas promesas de ubicar a este cochinero de establo de un desubicado presidente municipal que como Vicente Fox, se enredó con su lengua y nada hizo por el pueblo de Atoyac.
Solo sierreños que desconocen la atípica actitud de un enfermo y traumado como Carlos Armando Bello Gómez, incapacitado por darle coherencia a un trabajo que como obligación constitucional debe realizar en bien de los atoyaquenses.
Hoy huye, se esconde, evade su responsabilidad jurada bajo Ley.
Solo existen unas oficinas desmanteladas, solas y solo un cristiano que anda deambulando por allí, es el que se encarga de espantar los espíritus siniestros dejados por una gavilla de ineficientes y ladrones similares a los bandoleros del Oeste norteamericano, se llevaron las alforjas.